Capítulo 91
1020palabras
2024-02-17 06:14
Final
Dos meses después...
Si no te das cuenta, el tiempo pasa demasiado rápido. Así es como en un abrir y cerrar de ojos ya estás a punto de conocer una nueva vida... Ahora me veo a poco de dar a luz a mi bebé, mientras una boda está a la vuelta de la esquina. Sí, ya hemos comenzado con los arreglos, mientras de camino al hospital me encuentro, ha llegado el momento de dar a luz.

Estoy asustada. Pero él no se ha apartado de mi lado. Sol se ha puesto tan triste, tiene a su bebito enfermo y no podrá estar cerca mío en este momento. Pero no pasa nada, yo entiendo cómo está su situación ahora. Pero eso no significa que no me haya enviado sus buenos deseos.
—¡Oh por Dios! Otra vez el dolor. Es tan insoportable —suelto adolorida y de pronto comienzo a sentirme rebasada por el dolor, es peor de lo que hubiera imaginado.
Él me dice que todo estará bien. Como si estuviera sintiendo mi dolor. No sabe nada. Mierda. Otra contracción se aproxima, siendo verdaderamente terrible. Quisiera poder aguantar, pero siento que no soportaré hasta llegar al hospital.
—Cariño, ya falta poco, solo un poco más —me dice y yo le volteo los ojos. Zared no tiene idea de lo que siento, no libero su mano, no me interesa si ejerzo mucha fuerza en ella, lo único que quiero ahora es descargar este dolor tan espantoso. Es realmente horrible.
¡No tendré más hijos! Será mi primera y última vez. No quiero más hijos, si el proceso es doloroso, no quiero saber más.
—Vale, pero respira hondo. Vamos, tú puedes. Ya casi. Alexander date prisa, por favor.

—Créeme que estoy conduciendo lo mejor que puedo. Y verdaderamente me estás poniendo nervioso —declara el esposo de Sol.
Yo solo quiero que pise el acelerador, pero no estamos solos en la carretera, un accidente debido a una alta velocidad puede ocurrir. Así que no es bueno hacer eso.
—Zared, el bebé viene. ¡No estoy bromeando de ninguna manera! El bebé ya casi está aquí —exclamo, alarmada y él no lo puede creer, entonces su rostro palidece.
El pobre está tan asustado, yo nerviosa, adolorida y por supuesto temerosa también. No sé qué puede pasar, cualquier cosa podría ocurrir en este momento. Es así como vuelvo a gritar de dolor. Zared me acomoda sobre el asiento.

—Ya casi llegamos...
—No lo soportaré más, ya saldrá... —aseguro y parece aún más tembloroso, entonces en ese momento el dolor se intensifica y de un momento a otro el bebé sale de mí.
Y el dolor se va poco a poco, pero ver toda la escena, el cordón umbilical, sangre... Y esa pequeña criatura siendo sostenida por un asustado Zared. Solo me provoca temor, y es así como acabo perdiendo el conocimiento.
...
Luz blanca, personas que murmuran... Ah sí, es mi prometido y mi madre hablando con la mamá de Zared. Incluso al despertar apenas, es muy raro ver a las dos tan conversadoras. Tengo una vía intravenosa en mi brazo izquierdo. Si bien no me siento tan adolorida, de todos modos siento cansancio. Al menos estoy viva, ya que estoy dentro de esa habitación de hospital. Recordar lo que ha pasado me deja un poco temerosa, al menos estoy viva. Y si no me equivoco, ese bulto en brazos de Zared es nuestra hija. Eso espero.
—¿Hola? —es lo que digo.
Mamá se acerca desesperada y no deja de mirarme, a pesar de darse cuenta de que estoy sana y a salvo, igual quiere asegurarse de que lo esté. Puedo darme cuenta de eso.
—Hija. Dios mío, estaba preocupada, pero verte sana me alegra el alma, menos mal que así es. ¿Te sientes bien? —expresa con cariño y yo sonrío.
—Muy bien, mamá... Zared la ha traído al mundo... Ahora lo recuerdo con diversión —me atrevo a decirle. Zaredse acerca y besa mis labios.
—Mira, nuestra bebé. Es tan hermosa como su madre. ¿No lo crees? —pronuncia y es cierto. La niña es preciosa. Pero han predominado sus rasgos, eso la hace aún más especial. Me siento bien de solo saber que he participado en la creación de un ángel como ella.
—Sí, es un ángel. Yo... No puedo creer que sea abuela —dice la madre de Zared.
Quién diría que estaría tan emocionada por este hecho. Su esposo no está aquí, pero apuesto a que está camino. Lágrimas de emoción escapan, es tan especial verla por fin. Tanto tiempo ha tenido que pasar para poder vivir este momento, ha sido mucho, me gusta lo que puedo experimentar. Pero ahora esa emoción se expresa con el llanto. Porque casi la pierdo... Casi muero, casi no estoy con Zared... Pero lo contrario ha sucedido.
—Amor...
—Solo es la emoción.
—Vamos a dejarlos a solas —dice mamá y se lleva a su madre, pero antes de salir por esa puerta nos pone al tanto —. Estaré afuera por si necesitan algo.
A solas, Zaredme besa los labios y luego acaricia a nuestra hija.
—Mírala, somos una familia. Estoy tan feliz de tenerte conmigo. No sé qué sería de mí si nunca te hubiera conocido. Nada tendría sentido.
—Y yo... Zared, sin ti y sin Marina, me sentiría vacía. Los dos son mi mundo. Al final estamos juntos. ¡Dios! Esto debe ser un sueño, ha sido algo duro al principio, pero ha valido la pena —apunto y después de eso tomo a la niña.
Se encarga de calmar su llanto. Tal vez debería alimentarla. Le hago señas. No sé hacerlo muy bien, pero no pasa nada. Zaredme ayuda a ponerla sobre mi pecho. Ella solita busca mi pezón. Lo hace tan bien, parece toda una experta. Me alivia saber que está tan activa, a pesar de ser más pequeña de lo que había imaginado.
Veo a Zared. En ese momento se abre la puerta y para sorpresa mía, veo a Rebeca que trae unos globos, a su lado François, con una cámara profesional, antes de exclamar:
—¡Sonrían para la cámara!
Sé que ha capturado mi momento, uno único y especial.