—Me encanta —aseguré con una enorme sonrisa en mi rostro, mientras me dejaba rodear por sus brazos y lo miraba a los ojos con cariño —. Todo es demasiado bonito y parece un sueño, del cual no quiero despertar. Nunca me imaginé que compartiría un lugar así contigo, ¿y sabes qué? Es todo lo que necesito ahora. Gracias por no abandonarme incluso en los momentos más difíciles y por animarme a seguir. Es genial poder ser feliz con la persona a la que quieres, que ahora sonreír no me cuesta en absoluto, que simplemente cerca de ti, es posible sanar. No sé qué sería de mí si no te tuviera conmigo...
—¿Es una declaración de amor?
—Puedes tomarla como una, te quiero Zared —expresé y él rodeó mi cintura, siempre cuidadoso.
Suspiré, no podría estar más enamorada de este hombre. Él es mi mundo y todo lo que necesito en mi vida para sentirme completa, es mi mitad.
—Y yo a ti —me miró los labios, y ya pude anticipar la unión de nuestras bocas en un beso que comenzó siendo sutil y acabó apasionado, el calor ya rodeaba mis facciones, y mi cuerpo estaba siendo atravesado por un volcán en erupción, pude darme cuenta de cómo sus ojos se oscurecieron y probablemente era por esa razón que pronunciarlo no podría —. ¿Ahora?
Su respuesta fue otro beso, que daba inicio a querernos un poco más. Al dejarlo hecho, que realmente nos amamos.
...
Cuando pasó todo, me quedé sobre su pecho desnudo, apoyada allí, sintiéndome cómoda, no queriendo cambiar de posición, porque así me sentía bien. Zared no decía nada, pero era suficiente con hacer movimientos circulares sobre mi abdomen, para sentirme satisfecha. Y la pequeña dentro de mí, parecía estar ansiosa porque su padre no dejaba de acariciar mi barriga. A ella le gustaba eso. A mí también.
—Zared... ¿Sabes una cosa? Hace algunas semanas estoy hablando con Rebeca y le dije que se me había ocurrido llamar a nuestra hija Marina. Ella se puso a llorar al principio y luego me dijo que sería algo muy bonito. ¿Estás de acuerdo con que la llame así?
—¿En serio? Vale, por supuesto que sería un gesto muy bonito, pero lo que no quiero es que estés tomando la decisión de forma forzada solo por hacerla sentir bien.
—¿Qué dices? —lo miro mal —. No es así, además de que el nombre es muy bonito quiero hacerlo porque me ha salido del corazón. Rebeca se puso feliz al mismo tiempo. Así que... La pequeña Marina habita dentro de mí.
—Me gusta el nombre. Es muy hermoso el nombre de Marina. Sí, entonces estoy de acuerdo con ese nombre. Rebeca... deberías venir y quedarte con nosotros de vez en cuando, me dijo mi madre que está un poco aburrida. Se pasa mucho tiempo allí, sin salir. Me preocupa...
—Entonces me gustaría que pueda estar aquí con nosotros y quedarse una temporada, sería bueno para ella. Pero a veces pienso que podría ser algo malo para ella, que le recuerde lo que vivió. Por eso no estoy segura...
—Todavía estoy tratando de convencer a mi hermana para que no se vaya del país, todavía sigue pensando en esa idea, apuesto a que se iría sin dudar si fuera mayor de edad o si tuviera el dinero para costear el viaje. Y como no lo tiene, eso es lo que la está frenando de irse.
—Rebeca la ha pasado mal últimamente, con todo lo que ha sucedido en su vida es comprensible que haya pensado en hacer una locura, es una chica fuerte.
—Estaba pensando en ir junto a ella a París, pero no estoy seguro de hacerlo, tal vez solamente deberíamos hacer un viaje de nosotros dos. Quiero saber tu opinión —me dijo repentinamente y no supe qué decir.
—Yo... Rebeca es un amor, y si ella quiere ir a París para sentirse mejor, entonces deberíamos hacerlo así. Que se una a nosotros. Hay mucho que puede hacer allí, el viaje le servirá para animarse un poco. O eso creo...
—Por eso mismo razones que había estado pensando en invitarla.
***
—Vale... Entonces que venga con nosotros. Me agradará la idea de poder compartir con Rebeca también —admito, ya me visualizo en la ciudad del amor, paseando por todas aquellas calles tan turísticas, que solo por la televisión o por algún programa famoso, he podido mirar.
Podré hacer mi sueño realidad, podré conocer todos esos sitios turísticos que alguna vez de niña había soñado con conocer, ahora gracias a Zaredserá un sueño realidad y le estoy muy agradecida por ello.
—¿Rebeca ha ido alguna vez a París?
—Sí, antes mis padres solían tener demasiados viajes de trabajo y muchas veces tenían que llevarse a Rebeca. Antes de que consiguieran a una persona para que cuidara de ella. Desde entonces ella ha salido cuantiosas veces del país. Pero no creo que recuerde demasiado de esos viajes, no es como si fuera de vacaciones. Además de que en ese momento ella era muy pequeña.
—oh.
—¿Tienes hambre? De pronto me han dado ganas de comer comida china, ¿qué me dices? podría pedir algo ahora mismo.
—Sí, me apetece un poco, eh.
P.O.V. Rebeca.
—Mamá, voy a salir un rato.
—¿De verdad piensas salir a esta hora? Yo digo que no deberías de estar afuera tan tarde.
—Son apenas las ocho, mamá. No es como si voy a regresar en la madrugada, solamente quiero salir a tomar un poco de aire, te prometo que voy a regresar antes de lo que imaginas —le prometo y mamá no parece demasiado convencida, no deja de ser después de toda madre muy sobreprotectora pero yo no soy una niña pequeña.
—Ay, Rebeca. La verdad no entiendo cómo es que quieres salir tan tarde por ahí. Solo ten mucho cuidado, recuerda que el peligro siempre anda al acecho, eh —señala y asiento con la cabeza, soy completamente consciente de eso.
En poco tiempo comienzo a buscar ropa adecuada dentro de mi armario. Sé que el clima afuera no es demasiado bueno y debo protegerme del frío si no quiero pescar algún resfriado o algo parecido. Es así como elijo mi ropa, mamá se ha ido, dejándome sola.
Aunque ahora parece querer hacer lo mejor por mí, me siento asfixiada de alguna forma. Realmente entiendo que se preocupe por mí, pero siento que me hace demasiadas preguntas y me dice que no debería salir a cualquier sitio. Comprendo que se inquiete por mí, que solamente esté impidiendo que algo malo me pase afuera, pero no es bueno siempre estar pensando en que algo malo va a pasar. Yo sé que hay que ser precavidos, pero mi madre ha exagerado demasiado.
Definitivamente, se alarma mucho, incluso cuando no debería de ser así. De todos modos, lo hace.
Pienso que no me volverá a censurar el camino, pero nuevamente aparece frente a mí, me mira con preocupación. Es justo su comportamiento tan sobreprotector y su trato hacia mí, como si fuera una niña, lo que me obliga a querer buscar un lugar a solas, donde simplemente yo pueda hacer elecciones y que nadie me esté diciendo lo que tengo que hacer. Es eso lo que quisiera... Y sé que probablemente estoy lejos de ello, y más cuando todavía no consigo lugar propio. Suspiro.
—Rebeca, puedo acompañarte afuera. Quizás, en lugar de necesitar un momento a solas, vas a necesitar que alguien te escuche. Yo puedo hacerlo... no es necesario que vayas demasiado lejos. No me mires así, Rebeca. Solo estoy preocupándome por ti. Hoy en día uno nunca sabe. Mira nada más lo que le ha pasado a Anastasia, y uno nunca esperaba que la secuestraran en las escaleras del edificio donde vive, y todo eso ha pasado. No estoy diciendo que a ti te vaya a pasar lo mismo, pero es justo eso lo que quiero evitar que pase.
...
Todavía me siento demasiado deprimida. Siento que mi corazón no está preparado para avanzar entre todas estas cosas negativas. Pienso en mi pequeña vida que he perdido, ha sido demasiado injusta conmigo la vida. No debería haber pasado por todo esto, merecía vivir la experiencia y la maravillosa oportunidad de ser mamá, pero lamentablemente eso no ha podido ser. Ahora estoy vagando sin rumbo, precisamente como se siente mi alma. Debería ver las cosas desde otro punto de vista, pero es imposible cuando hay tanto dolor arraigado en mi corazón.
A lo lejos veo una banca. Está desolado el sitio, no hay nadie por allí sentado. De seguro no es demasiado seguro estar por allí a esta hora, pero quiero quedarme allí. Reflexionar sobre la vida, pensar en todo lo malo que me ha ocurrido. No es algo divertido de hacer, pero la psicóloga con la que he hablado me dice que debería pensar en ello, y asegurarme de que estaré mejor y que todo lo malo puede pasar en cualquier momento. Es justo lo que siento ahora. Lo malo ha pasado. Pero... ¿Por qué sigo sintiendo que el dolor está presente? De la noche a la mañana no puedo esperar sentirme como si nada hubiera pasado, pero al menos debería haber recuperado algo de lo que solía ser.
Ahora, es inevitable que no baje la cabeza y me ponga a pensar en ella, en que mi pequeña estuvo una vez dentro de mí, y dejo una sutil caricia sobre mi panza. Una vez vivió dentro de mí, me moría de ganas por conocerla. Pero sé que no tendré la oportunidad de hacerlo y eso me pone muy triste.
Pensar en lo que pudo haber sido siempre me hace caer nuevamente en la desazón. Es un descenso que finalmente me golpea con dureza y me siento herida. Sí, mi corazón se quiebra una vez más, ya he perdido la cuenta.
Mientras todos han seguido adelante, en mi opinión, como si nada hubiera pasado, yo no he hecho más que fingir que también he logrado seguir adelante, pretendiendo haber superado todo lo que me pasó. Pero no es verdad. Aún me sigue torturando el presente. Sigo pensando en esa vida que se perdió, en lo que yo quería hacer junto a ella una vez estuviéramos juntas. Apenas sin conocerla, se había convertido en todo para mí.
No, no será posible vivir todo lo que estaba dentro de los planes. Sería maravilloso poder retroceder en el tiempo y hacer algo para impedir que algo malo le pasara a Marina.
Mis labios tiemblan y pronto comienzo a llorar. El llanto traidor que no me abandona ni un solo momento. Al menos no hay nadie por aquí mirándome. Estoy tan afectada por algo como eso.
Me da mucha molestia tener que luchar contra tantos pensamientos negativos. Odio de todo corazón sentirme así. No importa lo que la psicóloga me diga, o lo que las personas a mi alrededor han mencionado. Avanzar es demasiado complicado cuando todavía estoy pensando en el bebé que he perdido.
¿Por qué tenía que pasarme justo a mí?
Las ganas de llorar son cada vez más fuertes. Se siente feo tener que vivirlo en carne propia. Vivir, cuando ni siquiera quieres seguir existiendo y solo deseas morirte.
Pero, incluso viviendo bajo esa constante oscuridad, siento que debería seguir luchando, que no todo está perdido.
No, nada está perdido.
Me levanto de la banca. Estoy decidida a dar pasos agigantados, sin quedarme atrás. No puedo permanecer en el mismo lugar. Debo seguir adelante.
Trago con dureza.