—... Por eso quiero irme del país, lejos. Tengo la sensación de que me irá mucho mejor en otro lugar. Sé que dejaré atrás a muchas personas, pero todo lo que hago es por mi propio bien. Además, el tiempo pasa volando y no planeo quedarme en el extranjero para siempre. En serio, no sabes cuánto le estoy rogando a mis padres para que me den permiso. Aún necesito su aprobación y es imposible viajar sin dinero. Me llevará mucho tiempo reunir todo lo necesario para el viaje y costearlo.
Intento comprender a Rebeca, que sigue siendo tan joven y ha pasado por tanto. Su desesperación por irse a otro país se basa en que es la única forma de olvidar lo que ha pasado. Pero cuando esté sola en otro lado, se dará cuenta de que su familia le hace falta y es entonces cuando el pasado la afectará más de lo que imagina. No estoy de acuerdo con que se vaya del país. Aquí puede volver a ser ella misma. ¿Por qué no lo intenta?
—Tu familia te extrañará mucho, no creo que quieran verte triste.
—He pensado en eso, Anastasia. Yo aquí todavía soy infeliz. ¿De qué me sirve quedarme y sentirme igual de...
—Bueno, piénsalo mejor. ¿No puedes organizarte aquí mismo para convertirte en organizadora de bodas? Es algo que harías muy bien aquí...
—Fue solo una idea al azar, no estoy segura de lo que quiero hacer aún —admite—. Antes tenía todo claro, pensaba hacer algo para mantenerme a mí y a mi bebé, incluso si recibía ayuda de mis padres, ella estaba dentro de esos planes y ahora no está... Te veo embarazada y es inevitable que no me vea a mí misma hace tan solo algunas semanas atrás... ¿Por qué tuve que perderla? La vida no es justa conmigo, no lo es... —señala y me muerdo el labio para no llorar.
—Lo siento, no quiero ser un recordatorio del dolor que has sentido al perder a tu bebé. De verdad no quiero serlo —señalo y se me escapan algunas lágrimas.
—Tampoco quiero que te sientas mal, solo... es algo inevitable. Y me alegra mucho que tu bebé esté saludable, de verdad... espero que siga así. Ya muero por conocerla —agrega acariciando mi abdomen.
—Muchas gracias —emito—. No hay un solo día en el que no piense en ella, en cómo será su carita. Quizás se parezca a su tía.
—¿Crees que realmente se parecerá a mí? —expresa ansiosa y asiento.
—Sí, estoy segura de que mi pequeña será tan hermosa como su tía.
—Oye, tampoco te quedas atrás. Estoy segura de que tendrás tus ojos, no hay duda de que la combinación entre mi hermano y tú dará como resultado a un angelito perfecto —se atreve a decir y ya sueño con que llegue ese día. Me da miedo y emoción, porque dar a luz es doloroso.
Espero que la experiencia no sea desagradable. También me ha contado que todo deja de ser doloroso cuando ves a tu bebé. Supongo que sentiré lo mismo.
Entonces se me ocurre algo.
—Rebeca, ¿crees que deberíamos llamarla Marina?
A pesar de que Zared ha insistido en acompañarme, siento que todo esto debo hacerlo yo misma, a solas. Simplemente le he permitido que me trajera al lugar y ha quedado en pasarme a buscar en cuanto termine. Mi madre tampoco se ha quedado atrás, pero le he dado la mejor respuesta posible. Ahora me estoy preparando para entrar allí y poder conversar con una persona que seguramente entenderá. Pensé que nunca tendría que venir a un sitio así, que solo pasaría en las películas y yo sería solo una espectadora, pero ahora soy la protagonista. Suspiro hondo.
La doctora es una mujer de baja estatura, tiene el cabello negro y corto sobre los hombros y me da una buena impresión. Incluso al verla a los ojos, puedo percibir que es una buena persona, que realmente me podría ayudar sin ningún problema. Parece alguien amable, pero es algo lógico considerando que su trabajo es empatizar con los demás.
—Tú debes ser Anastasia. Sinceramente, eres mucho más bonita en persona. Yo soy la doctora Marie Smith, es un gusto conocerte. Pasemos a mi consultorio, por favor —me dice con amabilidad, y acepto.
—Un gusto —respondo unos segundos después.
Observo el interior del lugar y es extraño cómo inmediatamente me transmite esa seguridad que estoy buscando. Siento que puedo confiar en que realmente estaré bien en ese lugar, que estaré segura. En realidad, se siente muy bien poder estar en un lugar donde la comodidad se acentúa y mis temores se disipan rápidamente. Ahora me siento más capaz de poder hablar con ella.
—Anastasia, puedes tomar asiento aquí y yo me sentaré frente a ti. ¿Estás avanzada en el embarazo? —pregunta.
—Sí, tengo seis meses.
—Vaya, sí, ya falta poco. ¿Quieres comenzar diciéndome cómo te has sentido los últimos días?
—Pues... —comienzo diciendo antes de tomar una bocanada de aire y poder retomar lo que estaba por expresar—. Sí, me he sentido un poco confundida y hay momentos en los que siento esa necesidad de llorar, es inevitable aunque no quiera hacerlo. La verdad es que me molesta un poco seguir pensando en todo lo que ha sucedido, no importa cuánto me esfuerce por no hacerlo. Le prometo a los demás que no voy a pensar más en eso.
—Vale... Es normal que te encuentres en proceso de superar todo lo que te ha pasado. Es un gran avance que hayas podido venir hasta aquí para hablar conmigo sobre lo que te está pasando. Muchas personas prefieren cerrarse en lugar de abrirse un poco más y expresar sus emociones. Así que no deberías preocuparte, vas a estar bien. ¿Dices que le has prometido a los demás olvidar lo que te sucedió?
—Sí, pero siempre rompo esa promesa. No puedo decir que voy a hacerlo cuando en realidad no podré cumplirlo. Me cuesta mucho.
En este momento siento que voy a ponerme a llorar en cualquier momento y terminaré por derramar algunas lágrimas. Me siento apenada.
—Está bien, no te preocupes... Puedes desahogarte todo lo que necesites, no te reprimas —me dice y yo asiento.
Después de un rato, logro calmarme.
—Yo... Pensé que no sabrías de la situación en la que estaba. Imaginé lo peor y creí que en cualquier momento yo y mi bebé íbamos a morir. Afortunadamente, eso no sucedió y todo dio un giro inesperado. Pero eso no quiere decir que no me sienta mal por ello. Todos los días me acuesto pensando que pude haber evitado eso. Tal vez pude haber hecho algo.
—Oye... No siempre tenemos en nuestras manos la solución para evitar que cosas malas nos sucedan en la vida. Pero lo que sí deberías hacer es dejar todo eso atrás. Eso no significa que no volverás a pensar en lo que pasó, pero al menos no te seguirá afectando como está pasando ahora, en este momento. Entonces pensarás en esas circunstancias como algo pasajero, que solo te hizo más fuerte. Eres afortunada, como has dicho. Estás viva y eso es bueno. ¿Cuál es el objetivo de haber venido a esta cita?
—Yo... Quiero poder seguir con mi vida, ser la misma de antes.
—Constantemente todas las personas, independientemente de la situación, estamos cambiando. No serás la misma de antes, serás mucho mejor que en el pasado. ¿No parece eso mejor? Ahora, para poder lograr eso, debes empezar a reflexionar sobre muchas cosas, por ejemplo... ¿Crees que vale la pena seguir trayendo a tu cabeza ese recordatorio que solamente te hace mal? Yo creo que no. ¿Y tú qué piensas?
—No, no debería seguir pensando en lo mismo. Me hace mal. Además, todo eso también afecta a mi familia que ha estado cerca de mí, y siempre me han querido ver recuperada y no afectada por todo lo que ha ocurrido. Es por esa razón que me has ofrecido cambiar esa parte de mi vida y no ser la misma. Además, tengo que pensar en mi bebé. Mi pequeña necesita a una madre saludable emocionalmente. Tengo que hacer todo eso por ella y por las personas que me quieren y se preocupan por mí.
—Así es. Te hace mal pensar en ello. Y me gusta mucho que ahora hables con decisión. Es lo mejor que puedes decidir ahora, Anastasia.
Me siento más aliviada.