—Anastasia, deberíamos hablar, no podemos seguir así. Lo sabes. Me gustaría tener una conversación contigo, por favor. Últimamente estuve pensando en toda la situación que nos rodea y sé que tienes razón en parte al decir que deberíamos separarnos, pero aún sobran los motivos para no hacerlo, te voy a pasar la dirección a menos que desees que te pase buscando...
—Bien, solo dame la hora y estaré lista para entonces —le digo con la intención de que sepa que deseo que me pase buscando.
—Bien, terminaré de hacer unas cosas y te paso la hora y la dirección otra vez por mensaje.
Y allí se termina la conversación, pero eso es suficiente para mí, entiendo que todo lo demás lo tengamos que hablar en persona a través de una llamada, nada de eso se puede decir. Y por supuesto, hablar como dos personas civilizadas que saben lo que es mejor para los dos. Tenemos que pensar primero en nuestro hijo, nuestra pequeña es lo más importante y su estabilidad también. Antes de su nacimiento, espero que ambos podamos estar juntos nuevamente. Es lo que deseo.
Ahora estoy en la cama, no solo esperando el almuerzo que mi madre me está preparando, sino también ese mensaje que finalmente llega después de esperar un tiempo. Incluso podría llegar caminando si así lo deseo, pero le he dejado saber que puede pasar a buscarme y no quiero tener que llamarle otra vez para mencionarle que llegaré caminando.
Mamá aparece y pregunta con el salteado de fideos y pollo. Para ser la primera vez que lo hace, huele demasiado bien.
—Muchas gracias.
—Come, ya he comido un poco y me ha gustado. Está delicioso, eh —me señala segura de sus palabras.
—Bien, muchas gracias mamá.
Obviamente cuando lo pruebo, empiezo a gemir de placer. El sabor es tan delicioso que ni yo me lo creo y me encantaría volver a comer una porción más grande de lo que me ha dado, pero conociendo a mi progenitora, sé que no me volverá a dar más, a sabiendas de que debo seguir la estricta dieta que me ha recomendado el doctor. Por lo que no me queda otra opción que conformarme con lo que se me ha dado. De todos modos, he quedado satisfecha.
—Muy rico. Me gustaría más, pero...
—Más tarde, recuerda que no debes comer demasiado. Es por tu propio bien, cielo —me repite, algo de lo que estoy al corriente pero me lo repite para que no se me olvide nunca.
—Es delicioso —hago un puchero y ella niega.
—No creas que me vas a convencer con esa carita, así que olvídate de una vez que te voy a dar otra porción de fideos y pollo, puedes comer más tarde pero ahora mismo no deberías hacerlo. ¿De acuerdo? —dice y yo pongo ojos de cachorrito, no, no la voy a convencer.
—Bien, me rindo. Está muy rico. Fácilmente se podría convertir en uno de mis platillos favoritos —admito, ella toma los trastes—. Por cierto, mamá. Más tarde voy a salir con Zared. Quedamos en hablar. Hace rato antes de que llegaras me había llamado para decirme que debemos vernos y hablar sobre todo, estoy de acuerdo con eso, así que nos vamos a ver. Después de todo, es el único que puede ayudarnos a exponer todo.
—Claro. Zared hizo bien en ponerse en contacto contigo, sabe muy bien que ustedes tienen que hablar sí o sí en cualquier momento, eso tiene que pasar, ¿a qué hora saldrás?
—Vendrá por mí a las siete, supongo que me dejen venir a buscar para hablar en su casa o en algún otro lugar.
—Oh, perfecto. Por favor, intenta solucionarlo, no se queden en malos términos, que mientras todo se soluciona antes, será mucho mejor, eh —apunta y yo le sonrío.
—Bien, lo comprendo, mamá. En ese caso, ya debería pensar en qué ropa me voy a poner. Quiero verme linda. No se trata de una cita, pero repentinamente se podría convertir en una. Uno nunca sabe —suelto.
—Escucha nada más, ahora mismo ya te encuentras animada, es así como quiero que siempre estés, a pesar de todo, eh. Está bien. A esa hora justamente tengo que salir, no te había contado pero me salió una oferta de trabajo y tengo que ir para ver si me funciona. No estoy segura de aceptar ese empleo, pero parece ser algo bueno para mí y debería aprovechar la oportunidad.
—Mami, ¿y qué pasó con lo de la pastelería?
—Oye, te dije que al final no se dio. ¿Cómo es que no lo recuerdas? En serio, no se dio al final, a mí tampoco me resultaba, ahora veré qué tal es ese empleo. Según lo pagan bien.
—De acuerdo, entonces espero que sea lo que quieras y por supuesto que no sea un trabajo en donde se te explote, por alguna razón el salario es bueno, eh —apunto.
—Sí —tuerce los labios y chasquea la lengua—. También tengo que buscar qué ponerme, quiero estar presentable para la entrevista. La primera impresión es algo importante, quiero dar una buena imagen, ay, pero qué nerviosa me siento. En serio, es como si fuera mi primera vez. Veamos cómo me va.
—Pues te irá muy bien, ya lo verás.
Mamá y yo nos ponemos a buscar algo en el armario, ella por su parte y yo por el mío. Algunas prendas de vestir todavía no las he usado. Un lindo vestido color rosa me llama la atención y espero que me quede, no estoy segura si mi abdomen ha crecido lo suficiente como para que no me quede, será triste, porque me gusta mucho.
Afortunadamente, después de un rato me doy cuenta de que sí me queda y podré usarlo. Es un alivio que sea así. Suspiro hondo. Es el vestido adecuado, de manera que lo usaré. Y con ese pensamiento en mente, me pongo a hacer otras cosas antes de que llegue la hora.
Verdaderamente el tiempo pasa volando. Es así como ya me encuentro en casa de Zaredpara poder hablar. Me ha llamado hace rato para decirme que está esperando por mí. Abre la puerta del copiloto y, como de costumbre, me siento un poco rara en el interior de su auto. Siento que cuando entre y cierre la portezuela, además de ponernos en marcha, la incomodidad crecerá de forma colosal. Estoy segura de ello. Aún así, intento mantenerme serena. No es posible que me sienta tan nerviosa con una persona a la que ya conozco. Pero es así... Otra vez me siento como si fuera la primera vez.
Es tan extraño.
—¿Quieres que encienda la radio? —me dice y digo que sí.
Al menos hay un tercero de forma virtual, o algo así, ya que un locutor habla. Eso al menos ha disipado un poco la incomodidad.
Es como un constante déjà vu.
Sigo entrelazando las manos sobre mi regazo y solo espero que lleguemos lo antes posible a ese lugar para tener esa conversación seria. Ahora es crucial para los dos. Respiro hondo. Es tan complicado en realidad.
—¿Cómo ha estado Rebeca? —inquiro y él se queda solo por algunos minutos en silencio.
—Intenta mejorar cada día, no ha sido nada fácil para ella, como ahora se supone que no lo será por un tiempo, pero a pesar de todo pone de su parte para estar mejor. De hecho, está pensando en irse a estudiar al extranjero, pero todavía no está segura de eso. Tampoco quiero que se vaya del país.
—¿Por qué? Es decir, no tiene que tomar una decisión tan drástica como esa. ¿No lo crees?
***
—No, pero conociendo a mi hermana, difícilmente dará su brazo a torcer. Sin embargo, estoy haciendo todo lo posible para que cambie de opinión. Definitivamente no tiene que irse del país para poder seguir con su vida como si nada, ella puede recomenzar aquí y hacer algo diferente. Incluso si ha estado pensando en ser organizadora de bodas, eso es lo que me había comentado una vez, esto me hace pensar en las posibilidades que podría tener. Le dije que tendría todo mi apoyo en caso de que se decidiera por hacer eso, pero ahora no sé qué es lo que quiere. Lidiar con ello es todo un reto.
—Imagino... Rebeca nunca me había mencionado sobre su sueño de convertirse en una organizadora de bodas, supongo que ver de cerca el proceso de la fiesta de la preparación y de todo lo demás concerniente a la boda de Sol, de repente le ha animado a incursionar en ese campo. ¿No crees? —suelto.
—Posiblemente, no tengo nada en contra de eso. De hecho, puede cumplir su sueño aquí y yo la apoyaré. Definitivamente voy a evitar a toda costa que se vaya del país, estará sola y quién sabe lo que pueda pasar si no tiene ningún conocido cerca. No puedo permitir eso.
—Es bueno que la apoyes a cumplir su sueño, podrías hacer algo diferente por ella. Y buena suerte convenciéndola para que se quede. También me gustaría poder verla y hablar con ella, no he podido hacerlo aún.
—En este preciso momento se encuentra en la casa de mis padres, después de tener la conversación podría llevarte para que la veas. Y no te preocupes por papá y mamá, sabes muy bien que ellos...
—Pues con tus padres tampoco he podido hablar, y sé que deberíamos tener una conversación después de todo.
—Vale. Me parece bien. Seguro están en casa.
—Bueno, pero quiero ver a Rebeca y conversar un poco con ella.
Al cabo de un tiempo, nos encontramos en el lugar donde podemos hablar tranquilamente. Él me abre la puerta para que salga y yo le sigo. Nos sentamos apartados de los demás comensales para tener un poco más de privacidad, algo que agradezco, ya que no me gustaría que todos nos presten atención, especialmente cuando los rumores están por todos lados sobre nosotros.
Sinceramente, no tengo hambre, pero decido pedir solamente una pequeña porción de algún platillo, que no sea tan pesado para mí. Por otro lado, él me asegura que no ha cenado y como ha estado todo el día en la compañía, tiene hambre, así que pide algo para cenar. Huele muy bien, me doy cuenta de que en su elección hay camarones. Inevitablemente, eso trae un mal recuerdo a mi cabeza, pero no pasa nada. Estoy bien.
Después de un tiempo, llega el momento que he estado esperando. Es hora de que hablemos seriamente sobre ello.
—¿Te encuentras bien? —pregunta.
—Sí, eso creo...
—Mira, no sé en qué punto de nuestra relación nos encontramos ahora, o si incluso la misma aún existe...
—Probablemente siga existiendo, pero no sabemos cómo manejarla.
—Oye, la casa que he comprado para ti ya está lista y podrás irte cuando quieras. Ahora te pregunto si realmente quieres que me vaya a vivir contigo o si prefieres vivir sola allí.
—No, por supuesto que no quiero estar sola en esa casa. Además, se acerca el momento en que voy a dar a luz, ¿no recuerdas nuestra promesa? Me prometiste que te irías conmigo a vivir a esa casa. No vengas ahora a decirme si quiero irme sola o no.
—Vale, sinceramente solo quería asegurarme de que todavía estás de acuerdo con que nos vayamos a vivir juntos. Por eso te lo estoy preguntando.
—Bueno... Además de eso, me gustaría decirte que he estado reflexionando mucho desde nuestra última conversación y sé que no es bueno estar separados por el bien de nuestro bebé. Estos días, cuando no he recibido una sola llamada tuya, me he sentido mal... —me detengo, no quiero llorar, pero mi labio inferior tiembla, advirtiendo que en cualquier momento podrían escaparse algunas lágrimas.