Capítulo 73
1485palabras
2024-02-17 05:45
-Estoy muy triste por lo que le ha pasado a Rebeca, mamá. Me pone mal saber que la está pasando verdaderamente mal. Ella quería muchísimo a su bebé. Me imagino que debe de estar muy triste. Incluso me había contado hace poco que le había escogido un nombre, Marina, así se llamaría su bebé. Nada de esto debió pasar. Ella no lo merecía -señalo.
-Lo sé, cariño. Nadie merece pasar por algo así. Pero tú y yo sabemos muy bien que este tipo de situaciones son más comunes de lo que uno piensa. Quizá el doctor nunca se dio cuenta de que había una anomalía extraña y el descuido desencadenó esto en Rebeca. Ella es alguien joven y ahora, con la muerte de su pequeña, tendrá que reflexionar un poco más sobre su vida. Los planes han vuelto a cambiar para ella. Podrá seguir adelante y es demasiado hermosa para tener la oportunidad de enamorarse de alguien bueno que se fije en ella. ¿No lo crees?
-Incluso si alguien bueno llega a su vida, estoy segura de que no olvidará el hecho de que estuvo embarazada. Ese apego emocional no va a desaparecer como si nada. Lo llevará siempre consigo y, aunque con el tiempo ya no llore, en el fondo de su ser seguirá triste por eso -digo con voz baja y mi madre me abraza por los hombros. Sabe que tengo toda la razón, aunque ella también ha dicho algo con sentido.

-¿Hay algo más que te preocupe? -me pregunta y niego con la cabeza.
Todavía no le he contado lo que pasó entre Zared y yo.
-No.
-Me parece que solamente me estás mintiendo, sinceramente. Ese día, cuando Zared vino a la casa, se fue y parecía estar un poco raro. Entonces tuve mis sospechas y pensé que algo le había pasado, que algo ocurrió entre los dos. Y fíjate que ni siquiera me ha vuelto a llamar. -Oh, digamos que es algo que no tiene importancia.
-No sé si recuerdas que un día te dije que una relación siempre tendrá sus altibajos, momentos buenos y malos. Pero son justamente los malos ratos los que fortalecen esa relación. Si estás pasando por un mal momento con Zared, afrontarlo juntos es lo mejor. La distancia nunca será una buena opción.
-A veces me dejas estupefacta. El hecho de que sepas tanto sobre relaciones amorosas y ni siquiera lo de mi padre y tú se podría llamar así. Aprecio tu consejo, mamá, pero me gustaría que no volvieras a hablar de lo mismo. Al final, es algo que solo concierne a Zared y a mí.

-Vale. Que yo nunca he querido ser una metida, Anastasia. Intento ayudarte porque sigues actuando de forma inmadura. Incluso a tu edad, todavía sigues siendo infantil en algunos aspectos. No te lo digo para ofenderte, solo lo admito por tu propio bien. Zared necesita una mujer a su lado, no a una niña. ¿Qué es lo que deberías estar haciendo ahora? Pues ser su pareja, apoyarlo. Porque tampoco la está pasando nada bien y mira lo que ha pasado ahora con su hermana.
—¡Basta! —exclamó en voz alta, mirando a mamá seriamente—. No quiero que sigas con el mismo asunto como si Zared fuera la persona que está sufriendo más entre los dos, porque no es así. Últimamente pareces estar de su lado mamá. Zared no me contó sobre su pasado y debía hacerlo, pero me enteré de la peor forma, fui secuestrada porque una mujer de su pasado sigue obsesionada con él. Fui abusada por esos hombres y no pude hacer nada para defenderme. Estuve al borde de la muerte, si no fuera por ese hombre, ni siquiera estaría frente a ti para contarlo mamá... así que de alguna u otra manera, todo esto ha sido culpa de Zared. No estoy muy segura de nuestra relación, quiero tiempo y poder avanzar tranquilamente.
—Vale... Supongo que lo mismo piensa él, ¿no? Estoy segura de que no es así. A veces, no es la mejor solución estar separados. Si tienen algún problema, tienen que afrontarlo juntos. Es solo mi opinión, pero sería lo más sensato. Así que, si decides hacerlo de esa manera, será lo mejor. Hija, solo te aconsejo porque me preocupas y ambos hacen una bonita pareja. Piensa en el bebé, ¿cómo puedes manejar la situación así?
—¿Sabes qué? No quiero seguir hablando de lo mismo, ya estoy cansada... así que iré a mi habitación para descansar un rato —expresé antes de retirarme. Agradezco que mamá no me detenga.

No entiendo la razón por la que es tan difícil que mi madre entienda lo que he decidido. Soy una adulta y debería respetar lo que decida, incluso si ella no está de acuerdo o no le parece lo mejor.
Una vez estoy en la habitación, las lágrimas se adueñan de mi rostro y no puedo dejar de llorar. Me siento tan emocional con todo lo que está ocurriendo a mi alrededor. El entorno se oscurece a cada rato y también entro en ese laberinto en el que solo estoy persiguiendo varias incógnitas sin resolver. Me pregunto si mi madre tiene razón, si debería acercarme nuevamente a Zared y no permitir estar separada más tiempo de él. No lo he dejado de extrañar y eso solo deja saber lo mucho que me hace falta.
Sobre la almohada dejo caer mi cabeza lo suficiente para sentirme reconfortante, pero no quiero dormir. Hay muchos giros y palabras en hilo que están masacrando mi mente. Si Zared no toma la iniciativa de llamarme, yo debería hacerlo sin importar qué. Debería avanzar y hacerle la llamada. Pero el orgullo también es algo fuerte dentro de mí y eso me detiene de llamarlo inmediatamente.
No, no es razón suficiente para que sea yo la que lo contacte. De seguro le puedo parecer una desesperada y no quiero dar esa impresión. De manera que descarto por completo la idea de ponerme en contacto con Zared. No lo llamaré.
Resoplo.
Sol me visita ese día. Su abdomen ha crecido mucho en los últimos días y luce más hermosa que nunca. Me preocupa que el vestido de su boda no le quede, aunque ella menciona que al principio ese vestido no se había hecho a su medida para evitar justo eso, tener que cambiarlo a última hora o entrar en un aprieto.
—Pues sí, no he dejado de pensar tampoco en el asunto de Rebeca. Ese día estuvimos hablando e inclusive me ayudaría a contactar a algunos invitados. Pero todo eso pasó. Todavía no he podido ir a verla, me da un poco de timidez hacerlo, ya que está en casa de sus padres y con ellos nunca he tratado.
—Me pasa lo mismo. Pero le dejé un par de mensajes y todavía no los responde. Supongo que no ha manejado el teléfono todavía. Pero en cualquier momento podrá responder.
—De acuerdo. ¿Y tú te encuentras bien?
—Eso creo.
—No, no es cierto. No sé cómo es que no quieres ir a ver al psicólogo. Digo, si hubieras pasado por todo lo que pasaste, claramente necesitaría ayuda psicológica y lo haría por mi bien. ¿Por qué no quieres recibir la ayuda?
—Porque no he tomado la decisión y todos, incluyéndote, parecen estar empujándome hacia eso, Sol.
—No, no es que te estemos obligando a ir. Es que nos preocupamos mucho por ti, te queremos... así que es lógico pensar que vamos a decirte lo mejor que debes hacer para verte mejor y recuperada. ¿No crees eso? Pero en ningún momento te estamos obligando a ir. Lo siento si lo has sentido así.
—Sí, definitivamente me he sentido bajo presión durante las últimas semanas. Afortunadamente, mi madre lo ha comprendido y no me ha repetido el mismo asunto.
—Oh, entiendo. Entonces... ¿alguna cosa especial que quieras hacer hoy? No sé, yo estaba pensando en ir a comer algo afuera. Me ha comentado Ana que no has querido salir.
—Mi madre es una mentirosa, porque sí he salido con ella hace algunos días a comer un helado, pero si a lo que se refiere es que no es la misma frecuencia, entonces te ha dicho la verdad. No he querido estar afuera demasiado tiempo —admito suspirando.
—Comprendo. De forma que la regularidad no es la misma. Eso quiere decir que no me vas a negar una salida el día de hoy.
—No, no lo haré. Solo deja que me cambie por algo más adecuado.
—Perfecto, te voy a esperar... inicialmente había pensado que tendría que rogarte para que aceptaras salir, pero me he llevado una sorpresa contigo y tu disposición.
Le sonrío antes de desaparecer hacia el baño. Ya estoy allí, me cambio de ropa y en pocos minutos vuelvo con ella. Hace mucho que no salimos juntas y me hará bien la salida. Al final, Sol no ha dejado de ser esa persona que siempre ilumina mi vida.