Capítulo 48
717palabras
2024-02-17 05:14
Lo miro con curiosidad ahora y me pregunto si se arrepiente de haber elegido esta carrera. Es probable que, con todas las horas que debe dedicarle a su trabajo, se sienta consumido y lleno de arrepentimiento. Eso es lo que yo creo.
- ¿Acaso ya no te gusta lo que haces? - le pregunto.
- En realidad, significa que he tomado otra decisión importante y es decidirme por ti. Es tenerte a mi lado y acompañarte en todo este proceso, es tomar la decisión de dejar a un lado el miedo. Eso significa estar contigo, Anastasia - responde.

No hay palabras más bonitas que puedan describir cómo me siento... Todo lo que ha expresado Zared es tan sincero y delicado, es como una caricia para mis oídos y hace que esboce una sonrisa.
- Dios, me vas a hacer llorar, lo harás - le advierto y él sonríe.
- No, no deberías derramar una sola lágrima, eres tan hermosa... Pero incluso llorando como una Magdalena no dejas de ser atractiva para mí...
Sus palabras me causan gracia y no puedo evitar reír. Lo dice con tanta seriedad.
- Dios mío, Zared - murmuro antes de abrazarlo y él besa mis cabellos.
- ¿Vamos a casa? - me pregunta.

- No, me quiero quedar solo un rato más aquí, también me parece que es un lugar agradable.
Me abraza sobre los hombros y ambos permanecemos un poco más de tiempo sentados en la banca, como un par de enamorados... lo que somos... lo que ahora significa estar sentados el uno al lado del otro. Suspiro hondo.
No hay nada más especial que este momento. Instantes que se quedarán para siempre en mi cabeza. Que permanecerán intocables, incluso si vienen una y mil tempestades.
Me pierdo en las luces y, por alguna razón, me imagino a Zared de adolescente sentado en esta misma banca. Sin embargo, a su lado no estoy yo, sino Leah.

...
Ya estamos dentro del auto. Hace rato que no hacía demasiado frío, pero ahora hasta la calefacción del deportivo ha tenido que encenderse. Zared logra captar toda mi atención al decirme algo.
- Creo que a partir de ahora te diré Ana.
- ¿Eh? En serio, no creo que sea una buena idea. Sería un poco raro que mi madre también se llame Ana y tú me digas así. ¿No crees? - intento hacerlo reflexionar y él asiente.
- Bueno... Ya que en realidad sería un poco extraño, te voy a llamar An. Es un diminutivo bonito, ¿no crees?
- La verdad es que no suena nada mal. Te lo voy a permitir porque ahora vamos a estar juntos. An... - recito varias veces.
Él ríe.
- Estamos - coincido sin quejas. Me gusta An... Es original y especial porque me lo ha puesto él.
- An, entonces iremos a mi casa, mi hermana no está... Pienso que podría ser una buena idea.
- Oh - es lo único que digo, petrificada, porque sé a lo que se refiere. O eso es lo que creo.
Trago grueso.
- Vale.
Me estoy haciendo a la idea de lo que posiblemente puede suceder en su piso, con su hermana ausente y con sus ojos profundos y brillantes sobre mí. Todo eso me hace saber lo que él desea.
Y yo me incluyo en ese sentir. Estoy segura de que todas esas alas moviéndose dentro de mi estómago y ese hilo de corrientes que van directamente a mi centro, significan lo mismo.
Vuelvo a pasar saliva con dificultad y me pongo nerviosa una vez que ha dejado el auto en el estacionamiento subterráneo. Pronto tomamos el ascensor.
Me tomo unos minutos observando todo a mi alrededor, hace días que no estoy aquí pero nada ha cambiado. Zared toma mi mano y nos dirigimos a la parte de arriba. Así que vamos directamente a su habitación. Estar allí me pone muy nerviosa y ya puedo sentir ese fuego que recorre mi cuerpo como una serpiente.
Zaredse acerca y empieza a besar la curvatura de mi cuello. Es delicado en cada acción y pronto me dejo llevar por esa emoción. Sé cómo terminará todo, incluso cuando no es mi primera vez, estoy temblando.
Pero Zaredes delicado y sabe leerme muy bien, al punto de que confío ciegamente en él.