—Voy a vestirme. Debería darme prisa si quiero llegar a tiempo.
—¿A dónde vas, mamá? Últimamente estás saliendo mucho y ya me parece sospechoso.
—No digas tonterías. Solo voy a comprar algunas cositas. ¿Crees que voy a verme con algún tipo? No, para nada. Nos vemos —me deja saber antes de dejar un beso en mi mejilla.
Estoy sola en casa. Decido escribirle un mensaje a Rebeca. Tal vez está desocupado y podamos salir un rato. Ella lamenta, al poco tiempo de enviarle un texto, no poder vernos, ya que se encuentra en casa de sus padres. Y lo entiendo.
Desinflo mis mejillas. Porque sé que me voy a pasar todo el día un poco aburrida. Me encantaría que Zaredtuviera un tiempo libre para poder pasarlo con él, tal vez habría sido una buena idea ir con mi madre y así no me sentiría tan sola. Pero de alguna manera encontraré algo que hacer aquí durante su ausencia y así no sentirme en la monotonía. Aunque mi madre seguro se va a molestar cuando llegue y se dé cuenta de que he limpiado un poco, ya que me lo ha prohibido estos días, asegurando que no debería hacer ninguna actividad forzosa.
Sin embargo, me siento apta para hacerlo y rápidamente comienzo a limpiar un poco la sala. Solo quitando el polvo a algunos objetos. Ahora que lo pienso un poco, cuando me vaya a vivir en el piso que haya comprado Zared, lo más probable es que mi progenitora se la quiera pasar metida allí y quiera encargarse de la limpieza, a menos que Zared sea otro exagerado más y ponga alguien que se encargue allí del aseo. Es posible que ya lo tenga pensado.
Otra vez estoy en mi habitación y quiero ponerme cómoda. Decido ponerme ese camisón que me regaló Zared. De verdad sabe mucho de comodidad. Nunca le di las gracias en persona por ese obsequio. Tal vez debería hacerlo más tarde cuando lo vea.
El tiempo pasa volando, almorcé lo que mi madre preparó una vez llegó de su salida y, posterior a eso, me arreglo para verme con Zared, como hemos quedado. Una vez en el interior del auto, lo beso en los labios. El beso dulce ha pasado a ser algo más sofocante, y eso me gusta.
—Estás hermosa.
Me sonrojo.
—Gracias. No te quedas atrás. Y hueles tan bien —digo.
—Es solo mi perfume.
—Huele bien, porque tú lo usas —agrego suspirando.
Nos ponemos en marcha.
—He pasado por el piso después del trabajo, necesitaba una ducha.
—¿Ha ido todo bien?
—Así es, todo en orden.
—Perfecto. Oye... No había tenido la oportunidad de darte las gracias por el regalo de la otra vez, en realidad lo hice pero a través de mensaje de texto. Así que hoy, aunque un poco tarde, aprovecho de agradecerte por el bonito camisón que me has enviado.
Entonces él pestañea sobre mí, un poco confuso.
—¿Camisón? ¿De qué hablas, Anastasia? No comprendo...
Me quedo helada al escucharlo, no puedo creer que me esté diciendo eso, es como si hubiese sido un fantasma quien me dio ese regalo. Ahora me encuentro completamente confundida y también asustada, y más al ver su expresión porque parece que no está al tanto de la realidad. No ha sido Zared quien me dio ese regalo y ya no puedo saber quién habrá sido.
Sinceramente para mí todo también es un poco extraño y no sé qué otra cosa decir. Zared vuelve a mirarme, continúa sosteniendo la incredulidad marcada en sus acciones, no tengo idea de quién me dio eso. Es difícil atinar. Todo es un completo misterio. Y no dejo de sentirme asustada incluso al imaginar lo peor.
—Yo... Incluso ese día después de recibir el paquete te envié un mensaje dándote las gracias, pero luego se me olvidó hacerlo en persona y por eso es que lo estoy haciendo en este momento. La verdad es que todo este tiempo pensé que habías sido tú. Ahora no estoy segura de nada. No tengo idea de quién pudo haber sido...
—Pues, yo tampoco lo entiendo. Pudo haber sido alguien que se equivocó al enviar el paquete y terminó enviándolo a tu dirección, esa podría ser una posibilidad. Pero una equivocación así debería haber sido notificada lo antes posible y hasta la fecha no ha pasado nada. Así que todo eso es demasiado raro...
—Oh Dios mío... Es que... No lo puedo creer. Se trata de un camisón de seda incluso, venía una nota con el paquete. Asumí que tú lo habías escrito, decía algo así sobre la comodidad. Ya no entiendo nada. No sé qué pensar al respecto. Pero no has sido tú, eso es lo único que sé.
—¿Últimamente has notado algo extraño? No quiero creer que se trate de algún tipo de acoso o algo parecido, pero por si acaso debemos estar seguros y pensar en cada cosa que ahora es completamente normal y pasa seguido. Solo trato de protegerte, ¿eh? —suelta.
Y yo suspiro. Me quedo seriamente pensando en eso. La verdad es que durante estos días no he experimentado ninguna situación que pueda llamarla acoso. Ningún sujeto me ha estado siguiendo o algo parecido. Pero me viene a la mente aquella muchacha llamada Leah que se sentó a mi lado. Sabía algunas cosas sobre mí y eso me puso los vellos de punta. Tal vez podría ser un poco estúpido pensar en algo así, pero tiene sentido después de todo. Así que ya no parece tan estúpido o ilógico. ¿Debería contarle a Zared eso, o es mejor quedarme callada? Ni siquiera yo estoy segura de qué decisión tomar, después de todo se trata de una chica llamada igual que ella y no quiero recordársela.
—No, no ha pasado ninguna situación inusual durante estos días. Todo ha seguido como si nada.
—Ahora no puedo evitar preocuparme por eso. Tal vez si me lo hubieras mencionado antes... Lo que podemos hacer es averiguar quién ha sido el remitente, porque estoy seguro de que la empresa de envíos lleva un registro. Lamentablemente, algunos envíos se hacen bajo el anonimato y así sería imposible saber quién lo ha hecho. Le pediré a Camilo que averigüe, tal vez pueda hacer algo.
—No creo que sea necesario hacer eso, tal vez haya sido una persona que se equivocó al hacer el envío y ya está. No es como si estuviera en peligro. Así que, déjalo. Apuesto a que tienes cosas más importantes que hacer que esto, así que por favor, olvídalo.
—De todas maneras no puedo sacármelo de la cabeza, no es ninguna molestia hacer eso. Quiero asegurarme de que vas a estar bien, y si algo te llega a pasar, no me lo perdonaría. Vivimos en un mundo donde la maldad y las malas personas son el pan de cada día. Tal vez pienses que no hay ninguna irregularidad a tu alrededor, pero muchas personas no se dan cuenta de eso. Así que hablaré con una agencia de seguridad. No es nada descabellado buscarte un guardaespaldas para que te proteja, así no te encontrarás en ninguna situación de peligro y si te llegas a exponer, estarás protegida. ¿De acuerdo?
—Oye, creo que deberías detenerte justo allí. No necesito ningún guardaespaldas que me proteja, créeme que voy a estar bien. Estás exagerando con eso... Además, ni siquiera soy una celebridad para andar con alguien detrás de mí, cuidando mis espaldas —insisto.
Me mira seriamente, sin vacilar al dedicarme un vistazo. Está hablando en serio.
—¿Es que necesitas ser alguien importante o una celebridad para tener protección? Creo que todavía no entiendes tu presente. Ahora eres mi pareja y, como tengo muchos aliados, también tengo enemigos. De alguna u otra forma, ya saben que estoy saliendo contigo. Eres mi debilidad y eso te vuelve un blanco fácil. Hay que ser precavidos, evitar los lamentos. ¿Por qué no entenderlo?
—Solo no me siento cómoda con la idea de tener a alguien que me esté vigilando siempre. No estoy minimizando el hecho de que el peligro acecha a cualquiera. Solo eso, no estoy acostumbrada...
—Vamos a esperar un poco, así te haces a la idea. No es como si no te dejará respirar o te prohibirá ir a algunos sitios, de hecho no es eso que de seguro estás pensando. ¿Bien?
—Vale, gracias. Te agradezco que tomes en consideración cómo me siento —susurro y él simplemente me sonríe.
—No te preocupes.
¿Habrá sido algo tonto no contarle sobre esa chica que se sentó de repente a mi lado durante nuestra estadía en Central Park?
Lo miro de reojo, está concentrado en la conducción. Parece que eso solo lo preocuparía más de lo que ya está.
Mejor permanezco callada.