Capítulo 38
1719palabras
2024-02-17 05:12
—Sí, lo peor de todo era acostarme a dormir y sentir ese dolor en el estómago, pero habría sido peor si no fuera por una vecina que era muy buena. Ella me quería y siempre estaba pendiente de que comiera lo suficiente. Mi papá se gastaba su dinero en alcohol y pocas veces llevaba algo a la casa para comer. Cuando llegaba ebrio, me escondía en mi habitación y sabía que debía quedarme allí si no quería ser lastimada. Mi mamá tenía que soportar sus gritos y golpes una y otra vez. No fue capaz de denunciarlo, le tenía un terror profundo. Julia, la vecina, a pesar de saberlo todo, no se atrevió nunca a poner una denuncia en la policía. Después de todo, es comprensible porque vivía sola en casa y tenía miedo de lo que mi padre pudiera hacer si ella tratara de meterse en eso.
—Vaya, al menos alguien se preocupaba por ti y te ayudaba. ¿Dónde está ella ahora? —pregunto.
—Está muerta... Descubrieron que tenía un cáncer avanzado y ya no se pudo hacer nada. Me habría gustado saberlo antes para hacerle saber cuánto la apreciaba y darle las gracias una vez más por todo lo que hizo por mí. Pero solo recibí esa noticia y nunca más la volví a ver. Ni siquiera pude despedirme. Eso sigue siendo doloroso... No importa los años que pasen, ella es parte de mi niñez y me entristece pensar que estaba pasando por una situación difícil y aún así nunca dejó de prepararme la comida. Incluso llegó a darme dinero para mis gastos. Ella definitivamente fue un ángel en mi vida —añado mientras algunas lágrimas escapan de mis ojos.

Eso me pone mal, recordar lo que pasó.
A Julia la sigo echando de menos.
—Está bien, no quería recordarte ese mal momento. Por cierto, ¿dónde está tu pulsera? La que siempre traes contigo.
—¿Eh? Ah, la he perdido. Sinceramente, no sé cómo pude haber sido tan descuidada. Creo que ayer en el Central Park se me pudo haber caído, pero no estoy segura.
—Qué mal. Me dijiste una vez que esa pulsera era importante para ti.
—Sí, fue un regalo de Zared...

—Vaya. Podría estar en tu casa, a veces nuestra memoria nos falla y se nos olvida dónde hemos puesto algunas cosas. Aunque si no te la has quitado, eso sí que es extraño. Entonces, supongo que se te cayó. Eso lo explicaría.
—Pues sí, se me ha caído. Ya buscaré la manera de encontrarla. O quizás me doy por vencida y ya está.
—Así es, supongo que no me queda de otra que esperar ese momento. Ya pasará.
—Sí, así es.

Pronto mi amiga me deja frente a mi casa y me despido de ella, quedando en vernos en otra ocasión. Ha sido agradable pasar la mañana con Sol, a pesar de mi indecisión. Ahora muero de hambre y agradezco que mi madre haya preparado el almuerzo. El olor de la comida se cuela por mis narices y me acerco para averiguar qué está haciendo. Pero huele a carne y salsa. ¿Será que por fin me permitirá comer algo que no sea tan saludable?
—Mamá, huele muy bien —digo emocionada y ella se gira para sonreírme.
—Sí, hice spaghetti y la salsa la preparé yo. En el mercado encontré tomates maduros, los buenos para la salsa. Puedes comer, pero una porción pequeña.
—De acuerdo. Muero de hambre, mamá.
—Lo sé, cariño. Ya te sirvo. ¿Cómo te fue con Sol? No me digas que todavía no ha decidido sobre el salón de fiesta.
—Sí, decidió por uno muy bonito. A mí también me gustó. Supongo que habrá muchos invitados, porque el lugar es gigantesco. Estoy emocionada por mi amiga, ella quiere esto, casarse es su sueño. Espero que Alex la sepa querer, no digo que no lo hará, pero...
—Sí, pero los problemas matrimoniales surgirán. Lo importante es que sepan cómo solucionarlos. ¿Y tú qué piensas del matrimonio?
—Que es esencial. No es solo papel firmado, mamá. Por eso me gustaría casarme con la persona que quiero. Probablemente mi sueño pueda hacerse realidad —digo.
—Zaredte pedirá matrimonio, ya lo verás. Pero vamos por partes. Ustedes apenas empiezan. Una cosa que te aconsejo es que nunca saques esa conversación del matrimonio, porque pensará que quieres forzarlo a hacerlo. Eso debe darse de forma natural, una propuesta inesperada de su parte que te sorprenda. ¿Entiendes lo que quiero decir?
—Sí, mamá. Aunque jamás se me ocurriría hablar de eso. Es incómodo solo de pensarlo.
—Sí, eso mismo pienso yo —se echa a reír.
En ese momento, Zaredme llama y miro el móvil antes de contestarle.
—Hola, ¿estás bien? —respondo al poco tiempo. Mi mamá se aleja para dejarme hablar a solas.
—Zared, estoy al tanto de las noticias sobre Samantha y lamento mucho lo que ha sucedido. Imagino que debes sentirte mal.
—Un poco, gracias por preguntar Anastasia. Pero te llamaba porque quería hablar contigo y escucharte... Ya te echo de menos —añade y mi corazón se acelera al escuchar sus palabras, haciéndome suspirar profundamente.
Realmente me afecta todo esto. Estoy experimentando todas las sensaciones que una persona enamorada debería sentir, y lo estoy viviendo en carne propia. Se siente bien pero al mismo tiempo me asusta. Más allá de eso, lo estoy disfrutando mucho. Que Zaredme diga que me echa de menos significa mucho para mí. Es algo hermoso y un gesto extraordinario.
—Yo también te he echado de menos... Y nuevamente, lamento mucho que no estés bien debido a lo ocurrido.
—Bueno, no es mi culpa. Son cosas que pasan, aunque es lamentable que haya sido ella quien perdiera la vida. La verdad es que sí. Ahora solo queda esperar más información de las autoridades. ¿Has podido descansar lo suficiente?
—No mucho... Pero un poco, sí.
—¿Puedo saber por qué no has podido pegar ojo en toda la noche?
—Es complicado de explicar, pero no es algo de lo que debas preocuparte. Así que no te preocupes.
—Anastasia, quiero que podamos irnos de vacaciones juntos. No digo que sea la semana que viene, porque eso sería imposible. Pero quiero que vayamos juntos dentro de un mes, a donde tú quieras.
—¿En serio? Digo, no estoy segura de poder darte una respuesta en este momento...
—Puedes pensarlo. Por cierto, no te había comentado que María y Sandra fueron las que finalmente obtuvieron la oportunidad de ir a las Bahamas con su familia, con todos los gastos cubiertos. Son muy buenas en su trabajo —agrega de repente.
Hace mucho tiempo que no tengo noticias de ellas y me encantaría volver a encontrarlas. Son tan buenas personas que siempre se merecen lo mejor.
—Oh, eso es genial. Me alegro por ellas.
—Sí. Entonces, puedes pensar un poco más sobre lo que te estoy comentando, pero no te tardes demasiado... porque voy a empezar a planificar el viaje —me informa.
La pequeña siempre soñaba con visitar muchos lugares del mundo y ahora que tengo la oportunidad, me quedo sin palabras. Todavía estoy buscando en mi cabeza cuál sería el lugar perfecto, pero no se me ocurre nada. Tal vez tenga un poco de vergüenza por tener que escoger un sitio y pensar al mismo tiempo en el presupuesto, aunque sé que Zaredcubrirá los gastos. Pero es justo eso lo que me preocupa.
—¿Solo iremos nosotros?
—¿Eso es un problema para ti?
No lo es, pero me pone nerviosa pensar que estaré en otro lugar, a solas con él. ¿Se trata de lo que estoy pensando? Me sacudo la cabeza.
—No, no es eso, Zared.
—Entonces no deberías pensarlo demasiado. Pensé que te gustaría conocer otros lugares del mundo.
—Y sí, solo dame algunos días.
—Vale. ¿Nos vemos hoy? Puedo ir a tu casa.
—¿Ahora mismo?
—Empiezo a pensar que no quieres verme... O estoy equivocado...
—No, digo sí, por supuesto no es eso, solo que no esperaba tu visita hoy.
—Bueno, por eso te estoy avisando —dice y trago saliva nerviosamente.
—Vale. De hecho, puedes venir cuando quieras, así que estaré esperándote, Zared. Pero mamá está aquí, solo eso —digo.
—¿Te refieres a mi suegra? —dice y me sonrojo. Una sonrisa se dibuja en mis labios —. Porque no es un problema. Llevaré algo para merendar. ¿Te apetece algo?
—No, gracias.
—Vale. Nos vemos.
Dejo el teléfono sobre la isla de la cocina y mi madre me sorprende por detrás con su grito. Llevo mi mano al corazón y la miro boquiabierta.
—Vaya, me has dado un susto tremendo.
—Parece que ya lo tenías acelerado. ¿Viene Zared?
—Eso creo.
—Está bien... La verdad es que me encantaría verlo, pero prefiero que estés a solas con él —dice con picardía levantando las cejas.
No puedo creerlo. Es imposible con mi madre. Ni modo.
—Mamá, no hagas eso. Por favor, quédate, no sé cómo lidiar con esta situación. Ni siquiera esperaba que Zaredquisiera venir hoy a casa. Si te vas...
—Deja los nervios y solo sé tú misma, no es una persona desconocida. Además, yo planeaba salir de todos modos. Así que no hay otra opción, saldré. Todo estará bien, así que no hay razón para que te pongas nerviosa.
—Mamá, claro que sí. Pero en fin, ¿puedes decirme qué tienes que hacer afuera?
—En realidad, solo quiero pasear por la ciudad. Hace tiempo que no lo hago, solo voy al mercado o a alguna boutique para ver si hay ofertas y todavía no tengo la suerte de encontrar un lugar con descuentos, ¿puedes creerlo? No es como si tuviera mucho dinero ahorrado.
—¿No vas a volver a trabajar en la pastelería? Pensé que ese trabajo era seguro, ¿no? —señalo.
—Desafortunadamente, hace unos minutos me llamaron para decirme que la chica que renunció aparentemente ha regresado y le van a dar nuevamente la oportunidad. No me parece justo, ya que no han cumplido su palabra conmigo, pero no puedo hacer nada al respecto. Supongo que algo mejor vendrá.
—Entiendo. Lo siento.
—Oh, no te preocupes... Ya está todo listo.
Me sirve un poco de comida y luego avisa que irá a su habitación a ducharse y vestirse para salir. Está decidida a dejarme a solas con Zared. Incluso mi madre me deja cuando más la necesito.
No puede ser. Mi corazón aún no ha recuperado su ritmo tranquilo y sigue latiendo con fuerza.