Capítulo 33
990palabras
2024-02-17 04:37
P.O.V Especial "Samantha".
Le doy todo el dinero, lo último que me quedaba. Ya no hay más, pero las sustancias ilícitas están sobre mi mesita de noche. Y él me extiende la invitación para que las consuma. No importa cuánto me niegue, quiero hacerlo, quiero acabar con todo. Terminar de una vez por todas. Nada me detiene.
En poco tiempo estoy allí, y el placer me invade, esa satisfacción y la bruma que me envuelve cada vez que hago lo mismo. Es eso lo que necesito para aliviar la sensación de que todo se acabará en algún momento.

Papá está llamándome al teléfono, pero no quiero hablar con él, no quiero que me diga lo mucho que falta para poder estar al nivel que desea. Odio mi vida, que se meta en lo que no le importa, nadie debería de meterse en la vida de los demás.
Pero como es mi padre, se ve en el derecho de hacerlo. Tomo el teléfono y lo pongo boca abajo, no pienso responderle la llamada, no me interesa cuántas veces llame. Ya estoy harta. Pero me doy cuenta de que no es él quien me está llamando, sino ese tipo que de seguro está llamando para que le pague el dinero que le debo y no lo tengo en este momento. Así que no le contesto la llamada, eso me está estresando; otra vez estoy endeudada con eso y no sé de dónde voy a sacar para pagar. Maldición, es que los estupefacientes son tan costosos. Tal vez debería prestarle dinero a mi padre, él podría ayudarme con todo esto, pero no estoy segura de eso.
Resoplo y no lo atiendo. No me importa que se enfade. No creo que se atreva a quitarme la vida solo por treinta mil dólares, además, sabe que mis papás lo pueden hundir. Qué tipo tan fastidioso. ¿Es que no puede ser un poco considerado? No lo es ni un poco. Qué malvado.
Tal vez sea mejor morir ahora. No quiero seguir viviendo una vida llena de odio, realmente ya estoy hastiada de estos dolores.
—¡Agh! ¡¿Por qué me tiene que pasar a mí?! —exclamo sin parar, molesta por todo lo que he tenido que vivir.
No me parece justo que deba pasar por todo eso. Me da tanta ira.

Sé que ni siquiera Zared me va a extrañar cuando me vaya de este mundo, sé que no lo hará. Estoy al corriente de que tiene a alguien en su vida, que va a ser papá y eso me llena de tanta molestia, Anastasia... Así se llama esa chica afortunada, por la que de seguro sí siente algo. ¿Acaso no fui lo suficientemente buena para que me empezara a querer? Él nunca lo hizo.
De una cosa estoy segura.
Zared se va a sentir culpable, lo hará. Eso es lo que voy a conseguir.
Se va a culpar por mi muerte.

—¡Lo hará! —grito furiosa y lanzo todo lo que encuentro sobre esa mesita de centro. Así de enojada me siento —. Eres el culpable de que ahora me sienta más sola que nunca. No te costaba nada aprender a quererme, nunca me comprendiste, solo estuviste conmigo para usarme, pero te vas a dar cuenta de que las cosas no son así —agrego y comienzo a reír.
En ese momento empiezan a tocar la puerta, no puedo caminar bien, aunque estoy avanzando, de todos modos me tropiezo demasiado en el avance... Pero logro llegar y abrir para saber quién es.
Porque no tengo idea.
Antoine es la persona que veo allí. Y no lo puedo creer. Ha llegado rápidamente al ver que no le he tomado la llamada y seguro me va a pedir el dinero que le debo, pero todavía no lo tengo... así que me siento fastidiada de verlo allí.
—Antoine...
—Maldición, te dije que necesito mi dinero —expulsa agarrando mi cuello con fuerza y me pega contra la pared. El golpe ha dolido un poco, pero puedo soportarlo —. Otra vez drogada, supongo que es lo único bueno que sabes hacer, además de comportarte como una cualquiera.
—Oye...
—No, tú eres la que me vas a escuchar a mí y sabes perfectamente para qué he venido, necesito que me consigas mi dinero ahora mismo, no estoy para alguna de tus bromas y tampoco para esperar demasiado tiempo —escupe seriamente.
Sé que no juega.
—Tal vez podría llamar a mis padres y pedirles el dinero, pero si no me lo dan, yo no puedo hacer nada...
—No me interesa, solo quiero que lo consigas. No estoy para perder el tiempo, llámalos ahora mismo —exige y me suelta con brusquedad. Casi caigo al suelo.
Empiezo a toser, sin poder sostenerme, con mucha dificultad en mi lugar.
—Papá no me dará dinero, sabes que no lo hará, y mi madre tampoco. Así que no puedo acudir a ellos.
—¿Sabías que ya te he dado muchas oportunidades? —exclama tomando mi pelo, un puño de mi cabello queda atrapado en su mano, y no me quiere liberar —. Estoy a punto de acabar con tu vida, lo haré, es justo eso lo que haré. Voy a acabar contigo, ya no más juegos, ¡¿Y así fuiste tan descarada de querer más dinero?! Estás muerta —sentencia.
Incluso yo sé que el momento ha llegado.
—¡Entonces mátame! Mi vida de todas maneras se va a terminar muy pronto, así que da completamente igual —escupo y Antoine solo me suelta con brusquedad—. ¡Entren ya!
En ese momento, hacen acto de presencia dos hombres y él simplemente les ordena con voz gruesa y sin balbuceos.
Ahora es de verdad. Yo solo aguardo tirada en el suelo, aturdida, no estoy en mis cabales. El desequilibrio se ha ido por completo.
—Hagan con ella lo que quieran, pero mátenla y cubran la escena —son esas palabras, heladas, cayendo sobre mí.
Moriré hoy, mi libertad está cerca.
Y eso me deja tranquila. Al fin podré ser libre.