Capítulo 32
802palabras
2024-02-17 04:37
Después de ese beso, nos encontramos sentados en una banca. Sé que en cualquier momento el tema surgirá y debo estar preparada. Estoy segura de eso. Él me mira y toma mis manos. No tardo en corresponder al contacto. Su mirada me hace sentir amada, como si fuera de gran importancia para él. Eso es lo que siento.
-Anastasia...
-Disculpen -interrumpe una niña pequeña a Zared-. Solo quiero dejarles un volante para invitarlos a comprar algo. Estamos ubicados allí...

Señala las luces a poca distancia.
A pesar de todo, en este momento tengo un poco de hambre. No estaría mal adquirir algo de lo que venden allí. Miro a Zared con intención de que vaya y compre algo para comer.
-¿Quieres?
-Por favor -le digo y él se levanta para hacerlo.
Me asegura que no tardará en regresar. Mientras tanto, comienzo a conversar por mensajes con Sol, quien no ha dejado de hacer preguntas. Aunque estoy respondiendo, sé que seguirá con lo mismo.
-La noche es tan fresca -aparece alguien a mi lado. Me sorprende su llegada repentina, ya que estaba concentrada en responder a Sol.

-Lo es... Es una linda noche.
-¿Sabes qué? Opino lo mismo -continúa y la miro.
-¿Has venido antes de noche a Central Park? Esta es mi primera vez...
-No, la verdad es que no había venido nunca. Pero siempre venía con alguien especial. Esa persona ya me ha olvidado, eso creo. Por cierto, me llamo Leah -dice y solo puedo pensar en la misteriosa Leah, a quien Rebeca mencionó una vez pero no habló más al respecto.

-Ese es un nombre muy bonito, eh -señalo y ella asiente.
-Mi madre me lo puso porque le gustaba demasiado, y decía que nadie en el vecindario lo tenía. Es curioso que el origen del nombre Lía sea hebreo, y es que este proviene del nombre Leah. Lo descubrí al investigar un poco en la web. También me llevé una sorpresa al enterarme. No sabía que era tan interesante...
La desconocida me habla como si me conociera de toda la vida y me pongo nerviosa. Me pregunto cuándo se levantará de la banca y se irá. No es que sea grosera conmigo, pero de alguna manera me está poniendo tensa.
-¿Es eso cierto? -pregunta de repente.
-¿A qué te refieres?
-Estás embarazada y tendrás una niña. Lo puedo ver en tu rostro. Felicidades, si ese es el caso. Me disculpo sinceramente si estoy equivocada, aunque no lo creo.
Me quedo boquiabierta con lo que me dice. ¿Es en serio? No creo que esté bromeando.
-Sí, estoy embarazada y voy a tener una niña. Muchas gracias -respondí, aunque me hizo sentir temblorosa. Decido levantarme y caminar hacia donde fue Zared, es una mejor idea que quedarme al lado de una desconocida que parece saber demasiado de mí.
-¿Por qué te vas? Sé que has venido con tu pareja, porque los he estado observando caminar juntos y hacen una linda pareja. Solo tuve curiosidad y me acerqué... Además, siempre vengo sola y... ¿Sabes qué? Me iré. Que todo vaya bien. Ha sido un placer hablar contigo, Anastasia -agrega y se va.
No tengo tiempo de cuestionar cómo sabe mi nombre, ya que se aleja lo suficiente como para desaparecer. Me da escalofríos. Estoy incrédula y asustada por todo esto.
Cuando veo a Zared, me siento aliviada y protegida. Además, no quiero preocuparlo con una situación que lo inquietaría. Sé que esa mujer ya se ha ido y no tengo motivo para mencionarle nada. No quiero que se alarme.
-¿Todo bien? Pareces pálida, como si hubieras visto un fantasma o algo así -comenta, mirando mis facciones. Niego, no hay nada malo, no es lo que él cree.
-No, de verdad estoy bien. Solo quería venir a ver el sitio y estoy muerta de hambre -hablo rápido y me enredo con mis palabras, pero no permito que él descubra la verdad. No quiero que eso suceda.
-Vale. He pedido algo, seguramente te gustará. Pero no estoy tan seguro de ello... Antes de que lo comas, ¿eres alérgica a...?
-Solo a los camarones. Si no es eso, no hay problema -le digo y él asiente.
Nos sentamos en una mesa y devoro la comida que nos traen, pero mi mente sigue pensando en lo extraño de la mujer que me habló como si me conociera. Que soltó información personal sin titubear. Me deja impactada y angustiada.
-¿Quieres otra porción o así estás bien?
-No, no comeré más. Gracias de todos modos.
-Bien. Creo que estábamos hablando de algo hace un rato -menciona.
-¿Te parece si lo conversamos en otro momento?
-Claro, no hay problema. Lo haremos -responde, y me quedo tranquila.
Así es como dejamos la conversación pendiente.
En pocos minutos, nos preparamos para irnos. Antes de subir al auto, damos un último paseo.