—¿Qué? Entonces tendrás que darme una lista con todos los nombres de las novias que has tenido y de tus secretarias torpes, porque han sido muchas. Quizás después no encuentre un nombre de niña para mi hija y tenga que llamarla...
—Leah es un nombre lindo. ¿Por qué no la llamas así?
—¡Oye! No, no haré eso. Yo voy a decidir un nombre lindo para mi hija y tú harás lo mismo para tu bebé.
Entonces pienso en Anastasia. Es cierto. Ella y yo tendremos un hijo.
...
P.O.V Anastasia.
La mañana ha vuelto a llegar, me despierto sin necesidad de estar pendiente de la alarma o de la hora para no quedarme rezagada. Antes, cuando tenía que levantarme temprano para ir a trabajar, siempre evitaba el retraso. Ahora ya no tengo que seguir esa rutina, pero a veces desearía poder hacerlo para no aburrirme. Mi madre es tan exagerada que incluso cuando le pido hacer los quehaceres del hogar, no me lo permite. Asegura que ella se hará cargo de todo.
No he logrado hacer que cambie de opinión. Seguro ahora cree que soy frágil y que me romperé si hago algo. Si le menciono eso, sólo dirá que se está cuidando de mí para no poner en riesgo la vida del bebé.
Pero estoy segura de que no admitirá que realmente se está excediendo con sus cuidados y limitaciones. No soy una inválida, y ahora más que nunca necesito sentirme útil. En poco tiempo termino de arreglarme.
En ese momento, alguien toca la puerta. Es extraño tener visitas a esta hora. Tal vez sea para mamá. Lo averiguaré.
Cuando abro la puerta, veo a un muchacho uniformado que sostiene un enorme paquete en su mano. Me quedo mirándolo confundida, pensando que probablemente sea algo que él ha enviado. Estoy casi segura de ello.
—Buenos días. ¿Es usted la señorita Anastasia? -pregunta, y confirmo de inmediato.
—Sí, soy yo.
El muchacho me muestra un papel.
—Este paquete ha sido enviado a su dirección, solo tiene que firmar aquí, donde estoy señalando, y nada más —me indica, y asiento.
—Muchas gracias.
—De nada.
El muchacho se retira rápidamente y me quedo con el paquete en la mano. No pesa demasiado, por lo que no tengo problemas en llevarlo hasta el sofá y descubrir qué contiene. ¿Será realmente otra vez algo de Zared? Ahora no hay motivo para ello. Antes era para pedir disculpas, pero ahora no estoy segura del motivo. Sin embargo, siento curiosidad por descubrirlo.
Poco a poco voy abriendo el paquete y me doy cuenta de que se trata de un vestido. Lo saco y me quedo absorta en el blanco perfecto y suave de la seda. En realidad, no es un vestido, es un camisón hermoso. Mis mejillas se ponen rojas por alguna razón, presumo que es un bonito detalle.
¡Corregiré el siguiente texto y lo mejoraré, manteniendo los guiones largos en los diálogos y sin utilizar comillas! También mejoraré la cohesión gramatical y estructura.
-¡Aquí están tus zapatos! -exclamó Laura, entregando el par a Julia.
-Gracias, Laura -respondió Julia, sonriendo y tomando los zapatos. Se los puso rápidamente y se preparó para salir.
-Asegúrate de llegar a tiempo a la cita -advirtió Laura, preocupada.
-No te preocupes, estaré allí puntualmente -respondió Julia, asintiendo.
Julia salió apresuradamente de la casa y subió a su automóvil. Condujo rápidamente hacia el lugar de la cita, rezando para que el tráfico no le jugará en contra. Estaba emocionada por encontrarse con Juan, su novio.
Mientras tanto, en la sala de espera del restaurante, Juan revisaba nerviosamente su reloj. Julia siempre era puntual, pero esta vez estaba tardando más de lo normal. Comenzó a preocuparse y a preguntarse si algo le había sucedido.
Finalmente, después de unos minutos que parecieron eternos, Julia entró corriendo al restaurante. Su rostro estaba radiante y se disculpó por su retraso.
-Lo siento, Juan, tuve algunos problemas para encontrar mis zapatos -explicó Julia, jadeando por la carrera.
Juan sonrió aliviado y la abrazó.
-No importa, lo importante es que estás aquí. Ahora podemos disfrutar de nuestra cita -dijo, acariciando el rostro de Julia.
Julia sonrió y asintió. Tomaron asiento en una mesa cerca de la ventana y comenzaron a disfrutar de su cena juntos. A pesar del retraso, se sentían felices de estar el uno con el otro y sabían que siempre podían contar el uno con el otro.
Tomo la nota que está debajo y leo "Un detalle para tu bienestar". ¿Es todo? Reviso el reverso de ese pequeño papel para asegurarme de que realmente sea lo único que dice, pero descubro que no hay nada por el otro lado, solo la blancura intacta. Aunque parece una frase corta y bonita, no es nada romántico. De nuevo, quisiera darme una bofetada al darme cuenta de lo que estoy pensando. No debería preocuparme el hecho de que no tenga un tinte romántico lo que me dio.
Suspiro.
¿En cambio, debería dejarle un mensaje para agradecerle el paquete?
Así que, sin más, se lo envío. Algo corto y breve.
«Muchas gracias por todo, es muy lindo de tu parte».
Espero su respuesta.
«Buenos dias, espero te encuentres bien, y no te preocupes».
No me dice nada más que eso y quedo aturdida. ¿De verdad sabe a lo que me refería o solo me dijo eso por decirlo nada más? No estoy segura de nada. Podría ser una cosa y la otra también.
No le respondo más. Mamá aparece medio adormilada y se queda viendo lo que tengo en las manos. Su curiosa mirada vuela sobre la pieza blanca y quiere saber de qué se trata. Cerca de mí, averigua lo que es, descubriendo que se trata de un camisón.
—Dios mío, pero qué bonito camisón. ¿Puedo saber quién te lo ha entregado?
—Zaredlo envió, ya le agradecí por esto, y no era necesario.
Mi madre abre los ojos de par en par y luego me mira fijamente.
—¿No te das cuenta de que este regalo de su parte podría ser una indirecta? Siento que te ha enviado un camisón porque significas mucho más para él de lo que crees.
—Ay mamá, en serio, no es eso. No creo que sea cierto, así que no voy a pensar en eso —sacudo la cabeza y me siento en el sofá.
—¿Por qué tienes que ser tan negativa cuando hablo del amor? Anímate un poco más y piensa que en realidad tengo razón. Porque es así, eh —señala y toma la nota para leerla en voz alta.
—¿Lo ves mamá? ese mensaje en la nota se lo pudo dar hasta a su hermana.
—Bueno, tus palabras me dejan saber que realmente estás interesada en Zared, y a mí no me lo vas a negar, eh.
—Pues sigo confundida, ya lo sabes.
—Míralo ahora como un nudo que poco a poco se va a desenredar. Solo entonces, cuando las cosas estén más claras, te darás cuenta de lo que estás sintiendo y cómo puedes averiguar si Zared también siente lo mismo. Sé que es una simple idea, pero cuando uno quiere conseguir algo, lo logra a toda costa. Dicen que se vale todo en el amor... —me guiña un ojo.
—Mamá, ¿y si yo soy quien da la iniciativa? No quiero que lo nuestro sea el mismo cliché. No tiene que ser él quien se anime a dar el primer paso —reflexiono.
—¿Por qué de pronto estás tan decidida?