Me quedo en mi habitación, todavía pensando en las palabras de Zared. Él parece estar realmente interesado en mi embarazo y me pregunto qué podría suceder teniendo su cercanía tan frecuente. Ya no se trata de un encuentro esporádico y repentino, ahora puedo enviarle un mensaje o llamarle cuando quiera, incluso puedo ir personalmente a verlo. Todo es completamente diferente a como era antes y la forma en que la vida nos ha vuelto a juntar también ha cambiado. Ahora le voy a dar un hijo, definitivamente nada es igual.
Pero, ¿cómo podríamos llamar a nuestra relación? Quizás podríamos ser amigos, aunque esa palabra no parece describirnos realmente. Supongo que podría llamarlo una relación de dos desconocidos que solo estarán juntos por una razón y nada más, sin cruzar la línea que separa una cosa de la otra. Es increíblemente difícil encontrar una palabra que defina lo que buscamos. Mientras tanto, me volteo boca arriba y sonrío al mirar mi abdomen.
De repente, recibo una llamada y ya no es un número desconocido, es Rebeca. La última vez que hablamos, le pedí su número para saber si volvía a llamar, así no dudaría si era un número desconocido o no.
—¡Hola! Estaba pensando en lo que dijimos el otro día y podemos encontrarnos hoy, si quieres. Aunque puede ser un poco temprano para tomar un café o algo...
Oh, supongo que todavía no sabe nada de mi embarazo y mucho menos que está relacionado con su hermano, lo que me recuerda que ella será la tía de mi bebé.
—Está bien, ¿quieres que nos veamos hoy en un rato o...?
—No, bueno, sí. En unas dos horas. No te imaginas lo aburrida que me siento aquí, ya no quiero ver televisión o estar en Internet, además de que he comido demasiado. Así que en realidad quiero hacer algo diferente y sería agradable si puedo ir con alguien —confiesa.
La entiendo. Al final, también me siento atrapada aquí, aunque solo sea a partir de hoy que ya no volveré a trabajar en el hotel.
Así es como me siento.
—Está bien. Podemos encontrarnos. Dame unos minutos y te confirmo.
—Perfecto, esperaré tu llamada.
Me quedo con el teléfono en la mano pensando qué debería decirle a Zared sobre esta situación. No quiero tener que continuar mintiendo. Me gustaría hablar con Rebeca y ser sincera con ella, después de todo, de alguna manera le concierne al asunto.
Espero que Zared no esté muy ocupado para tomar mi llamada.
—Anastasia, ¿pasa algo?
—Primero, permíteme disculparme por llamarte, sé que estás ocupado... es solo que necesito hablar sobre algo, seré breve.
—Adelante.
—Pues hace algunos días, tu hermana se puso en contacto conmigo para agradecerme lo que había hecho por ella ese día, y me dijo que podíamos salir a tomar un café o algo. Justo me acaba de llamar para saber si ese día podría ser hoy —emito y él suspira.
—Sí, conociendo a Rebeca sé lo insistente que puede llegar a ser, pero ha estado tan sola en el piso que probablemente se encuentre aburrida y está buscando la manera de escapar de lo cotidiano. Es una chica buena y de seguro le agradas más de lo que ya le caes bien. Todavía no he podido hablar con ella sobre la situación de tu embarazo, pero no tengo ningún problema en que se lo digas. Supongo que no quieres seguir guardando el secreto y sintiendo que engañas.
—Bien, eso es lo que quiero hablar cuando la vea. Seré sincera y le explicaré todo para que no se sienta engañada. Además, después de todo, es tu hermana y necesita estar enterada.
—Imagino que ya te puso al tanto sobre su embarazo. Cómo podrás darte cuenta, estoy rodeado —añade con diversión—. Papá y tío a la vez, es increíble.
—Sí, y me pone muy feliz que seas una buena persona y te preocupes por ella. Solamente necesitamos apoyo. Es tan joven, pero podrá hacerlo bien —declaro.
—Sí, podemos conversar después. Incluso puedes llamarme en la noche, que estaré desocupada y podré hablar contigo tranquilamente. Ahora debo continuar trabajando, lo siento —me dice.
—Descuida, así será. Gracias por atender pese a todo.
Cuelgo la llamada.
En lugar de llamar otra vez a Rebeca, le dejo mi respuesta por texto junto con el lugar y la hora en la que podemos vernos. Como no falta mucho para que sean las once, me doy prisa. Tomo una ducha y me visto con premura.
Últimamente tengo que hacer malabares para vestirme, puesto que la ropa me empieza a quedar más pequeña de mi talla normal. Y como estaba haciendo todo lo posible para ocultar mi embarazo, no tenía otra opción que comprar ropa holgada. Ahora que no tengo necesidad de hacer eso, no deseo llevar algo demasiado suelto. Mis ojos brillan al ver ese bonito vestido que me regaló mamá hace dos semanas atrás. Se suponía que lo usaría cuando le diera la noticia a Zared, pero todo se dio de forma diferente y no pude hacerlo así.
Es muy lindo, rosado y perfecto para una embarazada. La primera vez que me lo puse para asegurarme si me quedaba, quedé encantada y me puse sentimental. Porque mi figura había cambiado, ahora crecía de forma linda mi abdomen, y saber la razón solo lo hacía más especial. La emoción sigue creciendo, incluso seguiría siendo así sin el apoyo de Zared, porque la vida que llevo dentro de mí me importa demasiado y creo que se encuentra bien. El momento de dar a luz quiero que llegue con todo mi corazón.
Lo importante es que él lo sabe.
—¿Será que me dejo el cabello suelto o lo recojo? —expreso con duda.