A la salida, Sandra y María acordamos ir a comer. No me quiero negar porque no quiero quedar como una arruina planes. Porque habría preferido irme directamente a casa y poder descansar. Sin embargo ahora estoy en un restaurante local, debo admitir que tienen una selección de platillos que me apetecen mucho. Pero debo ser muy rigurosa con lo que elijo para comer y más cuando estoy embarazada. No debo comer demasiado. Solo lo justo.
Mientras ella charlan, yo escucho. No sé cómo participar en la plática.
—¿De verdad aprovechaste la oferta de fin de semana? Porque yo no tengo idea de cómo es, bueno, tampoco soy muy asidua a las comprar. Bien por ti —le dice Sandra.
María sonríe y me mira.
—¿Por qué tan callada? Deberías participar también en la conversación. No pasa nada. ¿A ti sí te gusta comprarla o eres como Sandra?
Ahora las dos tienen los ojos clavados en mí, a la espera de una respuesta.
Sonrío un poco.
—No, no soy amante de salir a comprar pero es algo que disfruto cuando lo hago. Puede ser que el problema sea más el dinero, que otra cosa, sin embargo creo que no me parece algo malo, pero en cuanto a las ofertas... Yo creo que no me agradaría demasiado al saber que se trata de muchas mujeres corriendo de un lado al otro para ver si logran atrapar alguna prenda de vestir a buen precio. Eso no suena como una actividad divertida —admito y María niega.
—De hecho es lo mejor que puede existir. En serio, pero no lo podrías saber si nunca lo has vivido, algún día si te apetece podremos ir juntas y podrás ver con tus propios ojos cómo es que funciona todo.
—Lo tendré en cuenta.
La comida llega a nuestra mesa cuando menos lo esperamos.
...
P.O.V Zared
Camila me está conversando sobre un tema importante de la compañía, pero no le estoy prestando atención en realidad porque toda mi cabeza está centrada en ella, no puedo dejar de pensar en ella, mucho menos al saber lo que está pasando debería enfrentarla y decirle que lo sé todo, pero una parte de mí me convence de que debería de darle la oportunidad para que sea sincera conmigo. Todavía no se qué hacer. La verdad no lo sé...
—Oye estoy hablando contigo y espero que hayas tomado atención, porque no quiero volver a repetir todo desde el principio —me dice y muevo la cabeza rápidamente.
—En realidad no te estaba escuchando, lo siento. Aguarda. Tengo que hacer algo —le digo al recordar las cámaras que he colocado con la intención de confirmar lo que presiento.
—No, si tienes que hacer algo más importante de lo que yo te tengo que contar, muy bien, pero si ese no es el caso, deberías quedarte a escucharme y dejar lo que tienes que hacer para después —me habla en serio y yo asiento. Tiene razón.
Debería de prestarle atención.
—Bueno, tienes razón, deberías escucharte primero en lugar de irme.
Camilo suspira profundo y se llevaron una mano a la cabeza.
—¿Has logrado confirmar lo que te tiene así?
—¿Crees que el doctor me pueda decir algo incluso si resultó ser un asunto confidencial entre él y su paciente? —inquiero.
Se queda pensando por un momento en el asunto, pero ya puedo saber cuál será su respuesta.
—No, por supuesto que no tienes que averiguar de esa manera lo que está pasando, obviamente lo más lógico sería que encontrarás lo que estás buscando, pero no debes hacerlo. No está bien —declara y sé que tiene toda la razón del mundo.
No tengo ningún derecho de averiguar sobre la vida de ella. Es que ni siquiera estoy seguro si me concierne en realidad el asunto.
—¿Sabes que ese bebé podría ser mío? Estuve con ella, fue la primera vez que ella estuvo con alguien, no tendría que darte este detalle si nada de esto estuviera pasando. Pero es clave...
—¿Ella no tiene pareja? Como ya te dije, si ella de verdad estuviera embarazada ya te hubiera comentado. ¿No lo crees? Pero aún nada está claro.
—Necesito conseguir la forma de saber la verdad. ¿Crees que alguna de sus compañeras de trabajo sepa sobre su estado de embarazo? Necesito saberlo porque es algo importante, podría ser peligroso para ella estar trabajando así. Es algo que no debería de estar haciendo.
—Y esperemos que no sea así. ¿Has colocado la cámara de seguridad?
—Sí, siento que podría conseguir algo. Pronto la revisaré.
—Bien, sea lo que sea que encuentres allí recuerda pensarlo muy bien antes de proceder para hacer algo. No siempre es intencional ocultar algo, a veces hay motivos, y ella podría tener una razón para no decirte. Incluso pudiera tener miedo y por eso no te pone al tanto.
Asiento. Puede ser verdad lo que dice.
Una vez que Camilo se ha ido de la habitación, decido que es hora de revisar las cámaras de seguridad. No sé qué es lo que me voy a encontrar, pero necesito ver esa cinta de seguridad de todas maneras. Hay una urgencia increíble dentro de mí por saber qué está pasando. Si resulta ser que ella espera un hijo mío y sigue sin decírmelo, tendré que tomar medidas. Pero no puedo permitir que me siga mintiendo, necesito saber la verdad y, además, podría ser peligroso para ella estar aquí, haciendo tantas cosas a la vez. Afortunadamente, coloqué micrófonos, solo así podría tener acceso a lo que ella pudo haber dicho.
Al parecer, solo se pasó recorriendo el lugar donde está la otra persona y luego la vi hablando por teléfono. Es allí cuando decido prestar un poco más de atención y darme cuenta de que está hablando con alguien cercano.
Y sí, entre tantas cosas, menciona ese tema. Me quedo helado al saber que ahora mismo estoy confirmando algo de lo que tenía sospechas. Me llevo las manos a la cara sin poder creer que de verdad ella todavía no es capaz de decirme lo que está pasando. ¿Y si no me lo dice porque no tengo nada que ver? Pero no creo que ella sea el tipo de persona que se acuesta con cualquiera. Pensar en eso una y otra vez me convence de que podría ser el padre de ese bebé que está esperando.
¡Dios mío! ¿Cómo pude ser tan descuidado? Ella tampoco fue cuidadosa. Ahora este es el resultado. ¿Voy a ser papá? Me doy cuenta de que ella tiene miedo de contarme. Así que dejaré que pasen algunas semanas y, si todavía no se anima a decírmelo, le diré que estoy al corriente de todo, que no tiene que preocuparse, porque la apoyaré.
Todo se complica más cuando ella es mi empleada y sé que la historia no tardará en llegar a los medios, se venderá como pan caliente. Eso es lo que pasará cuando la prensa se entere de que una de mis empleadas está embarazada y el bebé es mío. Es como una película, pero ahora es una realidad en la que estoy viviendo. Definitivamente debí ser más cuidadoso. Pero ella fue tan atrevida ese día, me tomó desprevenido.
El alcohol en su sistema la hizo convertirse en otra persona, atrevida y capaz de hacer algo de lo que yo pensé que no era capaz. Ahora estamos esperando un hijo. Busco el número de teléfono de Camilo y lo contacto. Necesito algunos favores suyos, incluso si todavía no puedo hacer que ella me diga la verdad, entonces me veré en la obligación de protegerla, para que le asignaré algunas tareas sencillas, para que no se agote.
Así eso no le hará daño.
***
P.O.V Anastasia
Las lágrimas siguen saliendo sin parar y mi madre me mira preocupada, sabiendo que ando muy sensible estos días. No puedo evitar sentirme así. Nunca antes había llorado por cualquier cosa, pero ahora hasta mirar un video tonto me saca lágrimas. Mamá sonríe y me entrega una taza de chocolate que tomo entre mis manos. Le agradezco por ello.
—Toma, te hará bien. Dime una cosa, ¿te gusta Zared? Esa es una pregunta que nunca antes te había hecho, seguro que tampoco te lo has preguntado. Pero deberías pensar en eso, hija —me dice y suspiro.
—Yo solo sé que cada vez que lo tengo cerca, mi corazón late de forma diferente y me pongo nerviosa. Me afecta tanto que me molesta a mí misma sentirme así —susurro.
—Oye, mira que no tiene nada de malo sentir algo por una persona. Así que no te preocupes, tampoco deberías sentirte culpable... ¿Él tiene pareja? —quiere saber.
—No, bueno, no que yo sepa. Aún así, no estoy segura mamá.
—Vale. Porque las cosas fueran realmente malas si él fuera un hombre casado. Pero si todavía está soltero... —me mira pícara y niego con la cabeza, no puedo creer que esté preguntando eso en este momento.
Me quedo callada.
—Voy a ver qué cocino. Tengo hambre.
—De ninguna manera te vas a levantar de allí, mejor que te quedes —emite y no estoy de acuerdo con que me trate como si estuviera lisiada.
—Mamá, créeme que puedo hacerlo. Además, me vendrá bien para distraerme un poco, ¿no crees? —señalo, segura de que eso de alguna manera será como un escape de la realidad.
Pero mi madre insiste demasiado en hacerme la comida que finalmente, la dejo. Espero en mi cama hasta que ella sube y me deja la comida allí. Creo que ahora me está consintiendo demasiado.
—Mamá, solo era necesario que me avisaras y habría bajado a comer —le menciono al recibir la comida y posteriormente le doy las gracias.
Huele muy bien.
—No te preocupes. Espero que la disfrutes, yo saldré. Mi amigo, de quien te hablé el otro día, se va pronto del país. ¿No te lo había dicho? —informa y la verdad es que eso me toma por sorpresa.
—¿Se va a vivir a otro país para siempre o solo será algunas vacaciones? En serio pensé que ustedes podrían...
—Por ahora no lo sé, pero voy a echarlo mucho de menos. Al menos podremos estar en constante comunicación a través de llamadas —añade. Por lo menos no la veo tan apagada como pensé que estaría.
—Vale. ¿Tardarás mucho? —averiguo, y ella asiente.
—Sí, pero estaré antes de las cuatro, porque almorzaremos juntos. Quiero aprovechar al máximo el tiempo antes de que se vaya, así que...
—No te preocupes. Que te vaya bien y nunca lo trajiste a casa, ¿eh? Queda pendiente la visita, mamá —le digo.
—Lo sé, cariño. Nos vemos, que ya se me hace tarde.
—De acuerdo.