Al rato, me quedo satisfecha en el sofá. Pareciera que soy más una huésped que una mucama. Debería estar limpiando habitaciones y haciendo el agotador trabajo, pero todo es tan extraño que estoy aquí, en uno de los mejores cuartos, solo porque al jefe se le ocurrió que me quede hasta que regrese.
Empiezo a sentir fatiga, y no es para menos, no tengo con quién hablar. Al menos, cuando trabajo con Sandra o María en una habitación, podemos conversar un rato y hacer el trabajo menos agotador.
Es entonces cuando recuerdo mi estado. Sonrío un poco y miro mi abdomen, que aún no es demasiado grande, pero falta muy poco para que se note el embarazo. Me gustaría saber si es niña o niño, pero lo más importante es que sea un pequeño sano y fuerte. También pienso en la posibilidad de que se parezca a Zared. ¡Dios! Son demasiadas emociones y en cualquier momento podría ponerme sentimental y empezar a llorar.
Sería lindo que estuviera a mi lado durante todo este proceso.
Pero eso no es seguro.
Cuando me siento más aburrida, recibo la llamada de Sol. Siempre es gratificante hablar con ella y escuchar cómo me anima. Ahora soy yo quien necesita su apoyo y es bonito saber que no estoy sola, que ella siempre está ahí para recordarme que cuenta conmigo. Es realmente un sol.
—... ¿Estás en la suite presidencial de verdad?
—Sí, y ya no sé qué pensar de toda esta situación. Es muy rara. ¿No crees? —le pregunto y ella suspira profundamente.
—Sí, la verdad es que es muy extraño que te permita quedarte en la suite sin hacer nada y te ordene que no salgas de ahí hasta que regrese.
—Sí, lo sé. Pero no tengo otra opción que obedecerle. Necesito conservar este trabajo, especialmente ahora que sé que pronto tendré que renunciar. Así que mientras tanto, debo aprovechar las semanas en las que pueda trabajar aquí y ahorrar un poco de dinero.
—Tienes razón. ¿Por qué no te animas a decirle la verdad? Me dijiste que debía decirle a Alexander en su momento sobre mi embarazo y lo hice, a pesar del miedo y las peores suposiciones que me hice. Él me ama y nunca debí dudar de lo que haría por mí al enterarse.
—Debes entender que no son las mismas circunstancias. Tú eres su prometida y eso no ha cambiado, pero nosotros no somos nada en absoluto. Me temo que Alexander no querrá involucrarse en algo como esto...
—Detente, estás sacando conclusiones sin estar segura. Deberías hablar con él primero en lugar de pensar en lo que podría suceder. No te digo que lo hagas hoy o mañana, podría ser dentro de dos meses, antes de que renuncies. Pero debes hacerlo, sí o sí. ¿Está bien? —me dice y sonrío.
—Pero no tienes idea de lo difícil que es, o bueno, tal vez sí un poco... Te prometo que lo haré en algún momento. Hasta mi madre me dijo que debo informarle, ya que podría meterme en problemas si le oculto algo así. Así que lo haré en algún momento.
—Bien, ¿has pensado en qué harás si renuncias?
—Sí, podré invertir y hacer postres con el dinero que tenga. Podré venderlos en mi casa mientras no esté trabajando. No puedo quedarme de brazos cruzados.
—¿Ves? El dinero no debería ser un problema para ti, considerando que el padre de tu bebé es millonario. Por cierto, hay algo que debo decirte.
—Dime.
—Resulta que Alex trabaja con ZaredJones. De hecho, Jones es su jefe y fue su mentor. ¡Dios! Me acabo de dar cuenta de que el mundo es muy pequeño. Nunca imaginé que fueran la misma persona y nunca te lo mencioné porque en ese momento no me pareció importante. Ni siquiera sabía que habías tenido algo con él.
Me quedo estupefacta por sus palabras y solo entonces recuerdo una ocasión en la que Alexander cambió de dirección y nos encontramos con alguien. Me acerqué para averiguar qué estaba pasando y vi que era ZaredJones. Ahora todo tiene sentido, aunque no puedo creer que sean la misma persona.
—¿En serio?
—Sí, también me parece extraño saber que Zared no solo es el jefe de Alexander, sino también el padre de tu bebé. Tú, que eres mi amiga... Es todo tan extraño. Aún estoy procesándolo.
—¿Sabes qué me detiene? Me refiero a que todavía no le he dicho nada a Zared. Su hermana Rebeca, la chica de la que te hablé el otro día, se puso en contacto conmigo anoche y estuvimos hablando un poco. Me comentó que estuvo buscando la manera de conseguir mi número para poder agradecerme por lo que hice por ella. Y fue muy dulce. Lo que más me sorprendió es saber que ahora ella está embarazada, producto de aquella relación tóxica, ya sabes, pero decidió seguir con el embarazo. Su hermano Zaredla está apoyando en el proceso, incluso me dijo que está viviendo en su casa y le brinda todo su apoyo. Todo es muy lindo... Pero me puse a reflexionar en algo muy importante, que Zared ya está bastante ocupado con su hermana y su trabajo...
—Ya no sigas hablando por favor, sé lo que vas a decir y no tiene ningún sentido. El bebé que estás esperando es su hijo y no deja de ser menos importante. Por eso, no hay nada que te detenga de decirle la verdad. Como te dije, no tiene que ser ahora, pero en el momento que veas adecuado, entonces sucederá sí o sí. ¿De acuerdo? —suelta con decisión, madura.
Es cierto lo que dice.
Tal vez esté equivocada o no, pero tomo la decisión de terminar con esa llamada. Al sentir que alguien se acerca y poco tiempo después de finalizar la llamada y dejar el teléfono en mi regazo, la puerta se abre. Es él, al fin ha llegado y me vuelvo a sentir abrumada por un millar de sensaciones indescriptibles que resulta en tenerlo tan cerca.
—Señor Jones —me pongo de pie.
Él me examina. ¿Por qué tiene que ser tan guapo? Sí, realmente se ve muy bien con ese traje costoso, que lo hace ver glorioso.
Él suspira. Yo no sé qué hacer.