Capítulo 8
1616palabras
2024-02-17 03:16
El qué dirán... La reacción de Zaredcuando se entere... Mi futuro... Todo tipo de inquietudes se dispersan en mi mente a la hora de dormir, lo que me impide descansar como siempre. En lugar de eso, solo me atrapa el insomnio, convirtiéndome en su prisionera y haciéndome sentir desesperada.
Antes de acostarme, me siento en la cama y miro mi abdomen. ¿Cómo es posible que una personita tan pequeña esté viviendo allí dentro? Lo más increíble de todo es que viene de mí y de él... Nunca habría imaginado quedarme embarazada, y mucho menos de Zared. ¿Quién lo diría?
Aunque tengo razones para seguir adelante y no preocuparme por lo que los demás puedan decir de mí, decidí ocultar mi embarazo por mi propio bien. De esa manera, no correré el riesgo de perder mi empleo. Decirle a Zaredsobre esto sería arriesgarme demasiado, y como no sé qué va a suceder con certeza, prefiero guardar silencio y mantener el secreto hasta que pueda decidir si es posible revelarlo.

Recibo una llamada telefónica en un momento inusualmente tarde, lo cual me pone en alerta. Dudo antes de mirar la pantalla para saber quién está llamándome. Podría ser una urgencia, un número equivocado, o cualquier otra cosa. No soy adivina.
- ¿Sí? - contesto un tanto confundida, y rápidamente responden desde el otro lado de la línea. - ¿Quién habla?
- Anastasia, soy Rebeca. Tu número de teléfono está en los contactos de mi hermano, y te estoy llamando para agradecerte por lo que hiciste por mí. Recién ahora logré conseguir tu número. Por eso no te había llamado antes - me dice en voz baja.
No podría olvidarla, es la joven a la que le permití pasar la noche en mi casa, luego de que estuviera en una situación complicada. La misma que mencionó el nombre de Leah y me dejó pensativa... pero ese era otro asunto.
¿Hay algo malo, por eso habla tan bajo?
¿Zaredtiene mi número? No es necesario pensar demasiado para saber que el número de teléfono...

- Rebeca, te recuerdo. Me alegra mucho saber de ti... Es bueno saber que estás bien.
- Sí, aunque tengo una noticia que darte. Estoy esperando un bebé - dice suspirando, y yo me quedo desconcertada.
Sol, ella y yo. Embarazos por todas partes.
- ¿En serio?

- Sí, ha sido difícil enterarme de que voy a ser mamá a mi edad. Pero ya lo estoy esperando con ansias. Será un niño.
Suspiro.
- Vaya, felicidades.
- Muchas gracias. Ahora estoy viviendo con mi hermano en su piso. A pesar de tener muchas cosas que hacer en la compañía y estar al pendiente de la cadena hotelera, él me brinda su atención y apoyo. Es un verdadero alivio poder contar con él.
Todo lo que me cuenta me hace darme cuenta de que Zaredes un hombre muy ocupado, que aún así encuentra tiempo para su hermana. Y yo, que apenas lo he visto dos veces, solo seré una carga más. Esta es otra razón de peso para no contarle sobre la situación. Sigo creyendo que es mejor mantener el secreto y no decirle nada.
- Entiendo, entonces eres afortunada de contar con el apoyo de tu hermano.
- Sí, muchísimo. No ha dejado de pensar en mí ni un solo segundo, y siempre busca lo mejor para mí. Ha sido bonito poder hablar contigo, y perdona por llamar a esta hora. Es que recién ahora logré conseguir tu número, y Zaredha llegado borracho a casa, cosa que rara vez hace. No entiendo qué le pasa.
- ¿Borracho?
- Sí, creo que, debido a todas las responsabilidades que tiene a su edad, el exceso de trabajo lo está agotando. Eso es lo que pienso. En fin, no quiero quitarte más tiempo. Espero poder vernos algún día.
- Espera. Quiero decirte que actualmente trabajo en el hotel que tu hermano posee. Casualmente, trabajo allí.
- ¿En serio? No lo sabía. Jamás lo hubiese imaginado. Entonces podemos vernos pronto, o puedes venir a casa. Debo preguntarle a mi hermano.
- No, no es necesario que lo hagas. No quiero poner incómodo a tu hermano. Sería mejor encontrarnos en algún otro lugar, como una cafetería. ¿Te parece?
- Está bien. Haré eso. Ahora que tengo tu número de teléfono, puedo llamarte en cualquier momento y podemos quedar en encontrarnos - me dice antes de terminar la llamada.
- Descansa.
Dejo salir el aire sonoramente y pienso en lo diferentes pero a la vez similares que son nuestras situaciones. Rebeca está embarazada, después de enfrentar una situación difícil en la que su embarazo es producto de una violación. Yo tuve un desliz, y aquí estoy, esperando un bebé. Luego está Sol, que a diferencia de nosotras dos, tiene una pareja que la apoya y la quiere mucho. Ella está en una mejor posición que las demás, y pronto se casará.
Pero todas compartimos ese creciente sentimiento maternal. A pesar de no conocerlo, siento un amor profundo por este bebé que llevo en mi vientre, y ese sentimiento no cambiará por nada.
No, sigue siendo el mismo.
Finalmente logro dormir. Mañana será un nuevo día.
***
Sandra niega con la cabeza, no está de acuerdo con que me esfuerce tanto limpiando el baño. Pero me siento un poco apenada porque ella se quiere hacer cargo de todo, al punto de que solo hago lo más fácil en la habitación. A pesar de eso, insisto en que puedo hacerlo.
—No, deja que yo me encargue de eso y tú puedes acomodar las camas. Podrías caerte en el baño y eso puede ser peligroso —advierte. No sigo insistiendo, sé que no estará de acuerdo.
Decido aceptar lo que me ha dicho y no decir nada más al respecto.
...
Mi apetito ha crecido considerablemente, ahora tengo mucha más hambre que antes. Sin embargo, sé que es completamente normal, ya que ahora tengo que comer no solo por mí, sino también por mi bebé. Él es como una semilla por ahora, pero pronto crecerá lo suficiente y estará listo para venir al mundo.
Es bueno que la hora del almuerzo haya llegado. Y agradezco que sea así, pues no soportaría aguantar el hambre. Sandra y María ya conocen mi situación. María comparte su comida conmigo al ver que no quedé satisfecha con lo que comí.
—Gracias, pero no era necesario.
—De ninguna manera. Descuida. Solo come, debes alimentarte bien ahora que estás comiendo por ti y por el bebé.
—Así es —coincide Sandra, regalándome una sonrisa.
Definitivamente, siempre hay sol en el trabajo y ellas dos brillan para los demás. Son tan buenas. Merecen lo mejor.
—Se dijo que el jefe vendrá cada cierto tiempo, no saber el día exacto me pone un poco nerviosa, pero eso me impulsa a dar lo mejor de mí cada día y espero que a ustedes también. Y tú, Ana, no te preocupes, intentaremos que cada vez no nos toques con ambas, para poder ayudarte con tus tareas, así no tendrás que esforzarte demasiado.
—Si tanto quieren ayudarme, entonces deberían aceptar que les dé parte de mi salario, porque no es justo que hagan más trabajo que yo y no tengan algo extra por ello —les menciono y ellas sonríen.
—Solo vayamos un día de estos al cine, a comer, a hacer algo y pagas por nosotras. Así no te sentirás mal y nosotras estaremos encantadas con esa compensación, a pesar de que no estamos pidiendo nada. Pero no aceptaremos que nos des ni un solo centavo de tu salario. También trabajas duro y necesitas el dinero como todos aquí. Más ahora, piénsalo.
Era increíble que todavía hubiera personas en el mundo consideradas, y ellas eran las más hermosas, además de Sol.
—Sí, María tiene razón, estoy de acuerdo con ella.
Braxton aparece por ahí y me mira. No entiendo qué quiere ahora.
—Anastasia Strousman. ¿Has terminado de comer? —me pregunta y niego —. En cuanto termines, ven a mi oficina, por favor.
—¿Qué querrá?
María y Sandra murmuran entre sí.
—Chicas, está bien. Puede ser que se necesite algún servicio en otra habitación y me vaya a pedir el favor. Podré hacerlo.
—Pero si es demasiado, no tardes en decírnoslo, encontraremos la forma de hacerlo. ¿De acuerdo?
—Bien, se los prometo.
No voy a mentir, estoy nerviosa y siento que Braxton, de alguna forma (aunque eso es imposible), se ha enterado de mi embarazo. Pero solo es un temor que está flotando en el aire, como una conjetura.
Entro a su oficina y me quedo de pie, porque nunca me dice que puedo sentarme y no lo haré sin su permiso.
—Anastasia. Vaya, debes ser muy buena para que te haya llamado a ti. En fin, toma. Son las llaves de la suite presidencial, debes verificar que todo esté en perfecto estado después de la limpieza profunda. Quédate ahí a la espera de que aparezca... —no termina de completar la frase porque se distrae mirando su teléfono, que no deja de sonar. A pesar de que está hablando conmigo, decide ocuparse de las notificaciones en este preciso momento. Respiro paciencia—. En conclusión, ve a esa suite presidencial que te estoy indicando y haz lo que se te pida. Puedes salir.
Ni siquiera me mira a la cara y solo resoplo al salir de su despacho. No me gusta tomar el elevador, pero es imposible no hacerlo trabajando en un hotel de muchos pisos. Una vez dentro de la caja metálica, marco el último piso. Es la primera vez que voy a subir hasta ese piso y, aunque al principio estaba bien con no tener que hacerlo, ahora de repente me asigna una de las habitaciones más importantes y lujosas.