Capítulo 73
1796palabras
2022-11-03 00:00
Selena sonrió mientras se ponía de pie y se estiró hacia la mesa de centro, donde había una lujosa bolsa de regalo roja. Tenía el llamativo cartel dorado de Hamleys en toda la superficie.
“¡Buenas noches!”. Selena cogió el regalo y sonrió más, mirando a Nate. Había estado esperando unos cuarenta minutos aquí a que llegaran. Cuando por fin aparecieron, ¡era hora del espectáculo!
“Buenas noches, Selena”, Nate le devolvió el saludo con una sonrisa. No estaba feliz de verla, pero no pudo dejar pasar esta oportunidad para poner celosa a Leila.

“Srta. Samuel”, dijo Leila en voz baja, observando la escena con completo asombro.
Quinta estaba sosteniendo la mano de su madre, confundida sobre quién era la rubia en su sala. Se preguntaba qué quería y por qué su padre había actuado tan respetuoso con otra mujer.
Leila sabía que Selena había venido para demostrarle que Nate todavía le pertenecía solo a ella, pero no esperaba que también intentara conquistar a su hija. Todo el mundo sabía que Hamleys era la mejor juguetería y la más cara de todo Londres.
La esbelta figura de Selena resaltaba con el vestido corto y ceñido que llevaba puesto. Era dorado, sin mangas y estaba cubierto en su totalidad de lentejuelas. Sus piernas parecían más largas con los tacones tan altos que estaba usando.
Además, sus pechos sobresalían de las copas, como si estuvieran saludando al mundo.
“Traje la cena, pero primero…”. Leila tragó saliva al notar que la mirada de Selena se dirigió a su hija. Entonces sacó la Peppa Pig más grande que Leila hubiera visto en su vida y le sonrió a Quinta con una expresión astuta. “Es para ti. Eres una niña muy linda, ¡también podrías ser bailarina!”, añadió, pellizcando la mejilla de la pequeña.

“Se llama Quinta”, dijo Leila, mirando a Nate con seriedad.
Si hubiera podido, la habría echado de la casa, pero no era suya, sino de Nate y no tenía ni idea de en qué términos estaba con él.
 
Leila quería ver qué haría. “Después de todo, soy la madre de su hija. Me quedará claro si lo que hicimos anoche y esta mañana no significó nada para él”, pensó.

No tenía duda alguna de que Selena había plantado ese collar en su bolso el día anterior.
“¡Ve, tómalo!”. Leila dirigió la mirada a Nate con el ceño fruncido cuando él animó a su hija a aceptar el regalo de esta mujer. La decepción la abrumó, no lo había visto venir. Su corazón dio un vuelco cuando la pequeña mano soltó la suya.
Todo lo que podía hacer era tragarse su ira en silencio.
Quinta se acercó a la malvada bailarina y tomó el juguete de sus manos.
“¡Gracias! ¡Es muy suave!”, susurró con timidez, pero con cortesía. Después, le sonrió al juguete.
El corazón de Leila se hundió mucho más.
Como si esto no hubiera sido suficiente, Selena rodeó el brazo de Nate con sus dedos de uñas rojas y le indicó que la siguiera al comedor. Quinta abrazó el enorme peluche de Peppa mientras los seguía. Leila no tuvo más remedio que hacer lo mismo.
“¡Preparé tu plato favorito, Nate, lo hice yo sola!”. Selena brillaba con un aire de victoria. Leila notó que la rubia lanzó una mirada desdeñosa en su dirección.
“Me miró como si no fuera nada, como si no perteneciera aquí”. Leila sintió la malicia de la mujer en sus fríos ojos azules.
“¿Ahora cocinas?”, preguntó Nate con una gran sonrisa.
“Solo para ti”, respondió Selena en voz alta a propósito para que Leila pudiera escucharla. Estaba muy feliz de poder avergonzarla. 
Cinco años atrás, asesinaron al padre de Nate y su madre fue ingresada en el hospital. Un día, Selena se encontró con Karen en ese lugar por casualidad. Creyó que había sido el destino.
“Pastel de carne inglés, tiene auténtica carne de res inglesa y orgánica”, agregó Selena con orgullo porque sabía que la carne de res era la favorita de Nate.
Karen siempre se había interpuesto entre ellos, así que Selena la odiaba y sabía que el sentimiento era mutuo. Aprovechó la oportunidad y quiso empujarla por las escaleras.
“¿Hiciste un pastel de carne inglés?”, preguntó Nate. Lucía como si no pudiera esperar para probarlo, lo que la hizo sentir muy esperanzada. “No se comportaría así si estuviera enamorado de la horrible Leila. Mi plan está funcionando”, pensó Selena mientras seguía recordando.
En el momento en que posó su mano sobre Karen en ese hospital, Nate apareció de manera inesperada y ella actuó con mucha astucia.
“¡Sí! Lo preparé para ti”. Se rio Selena.
En lugar de empujar a Karen, fingió que la estaba salvando. La sujetó de la blusa azul marino en el último momento y actuó como si estuviera tirando de ella de las escaleras. No solo eso, sino que Selena se arrojó hacia abajo después.
Su pierna se rompió, lo que significó el final de su carrera de bailarina de ballet. Ya no podía presentarse en los escenarios, sus sueños de bailar habían terminado para siempre. Sin embargo, había valido la pena porque Nate pensó que había salvado la vida de su madre.
Tras eso, ¡su actitud hacia ella cambió de manera drástica para mejor!
Incluso había movido sus influencias en la industria cinematográfica para ayudarla a convertirse en actriz.
“¡Comamos!”. Selena los invitó a sentarse alrededor en la mesa de la cocina, actuando como la dueña del lugar. Su paciencia se estaba agotando poco a poco. Aunque su relación con Nate había mejorado después de su accidente, todavía no eran pareja.
Faltaba este último detalle. Nate la trataba solo como una amiga.
Además, ¡ahora había aparecido esta p*rra con su mocosa y había arruinado sus planes! Selena frunció el ceño para sí misma. No podía decidir a quién odiaba más, si a la madre o a su hija.
“Es uno de los mejores pasteles que he comido”. Nate la felicitó y Selena sonrió. Al menos disfrutó lo que ella le había preparado. Aunque claro, había mentido al respecto.
“No estoy tan loca como para manchas mis dedos bien cuidados con esa apestosa carne de res y masa grasosa. ¡Selena Samuel vale mucho más que eso! Para eso tenemos sirvientas”, pensó mientras miraba a Leila y se le ocurría cómo humillarla más.
“Querida”. Leila escuchó a la rubia y la miró a la cara. Selena le estaba hablando a ella mientras le mostraba las uñas. “Tengo que cuidarlas para un papel que estoy filmando. ¿Te molestaría lavar los platos? ¡Por favor! Tus manos parecen estar acostumbrados al agua…”, agregó la antigua bailarina y ahora actriz con demasiada dulzura para el gusto de Leila.
Sabía muy bien lo que Selena estaba tratando de hacer. Nate no dijo nada, lo que le hizo recordar que él quería que trabajara como su sirvienta en esta casa.
“Lo haré por Quinta, no armaré una escena ahora. Ella ama a su padre”. Leila se recompuso, asintió hacia Selena y se conformó de nuevo con actuar como la sirvienta.
Luego se levantó y llevó los platos al fregadero. Cuando apenas había colocado el primer plato en el lavavajillas, escucho la voz de Quinta de repente.
“¡Mami!”.
“¿Sí, bebé?”.
“Quiero un poco de chocolate”, le pidió su hija y se dispuso a darle un pequeño trozo.
Le había prometido que se lo daría después de comer porque este día había comido una manzana y una pera. Aunque no le gustaban mucho los dulces, adoraba en particular el chocolate amargo sin azúcar añadida.
“¡No! ¡Mejor comamos algo con vitaminas, Quinta! Hagamos una ensalada de frutas. Tienes que comer mucha fruta. ¡Tan solo mírame! ¿No luzco bien? ¡Todo por comer comida sana! Además, ¡el chocolate no es bueno para tus dientes!”. Leila escuchó cómo Selena le hablaba a su hija.
La madre de la niña se dio la vuelta, y sacudió la cabeza un poco al notar que la rubia estaba señalando su propio cuerpo delgado y perfecto.
“Vale”. La pequeña asintió. Leila miró a Selena y a Nate enojada. Él seguía sin reaccionar, lo que la hizo enloquecer.
Sabía que este mujer solo deseaba que Nate admirara su físico. Además de que quería avergonzarla y llamarla mala madre. Nadie le había pedido ningún consejo. Leila cuidaba bien a su hija y comía cosas saludables desde que había nacido.
No obstante, Leila tuvo que tragarse su orgullo.
“Hazlo por Quinta”, se repetía para sus adentros para tranquilizarse.
“¡Ay!”, gritó Selena de pronto. “¡Me corté! ¡Nate, ven deprisa!”. Leila se dio la vuelta de nuevo. No era más que un pequeño corte, su dedo estaba sangrando, pero no tanto.
“¡Me duele! ¡Ay! ¡Ayúdame a detener el sangrado, Nate!”. A pesar de todo, la mujer dramática actuaba como una moribunda y exageraba cada vez más. Leila miró a Nate con los ojos entrecerrados. Estaba buscando tiritas y vendajes de un lado a otro. Sus acciones la estaban enfureciendo.
“¿Está tan ciego como para permitir la farsa de esta mujer frente a mí y su hija?”.
Nate vio a su esposa con el ceño fruncido mientras los observaba a él y a Selena. “Creo que incluso me está mirando más a mí que a la rubia”, pensó. ¡Estaba celosa! ¡Leila estaba celosa de Selena! El hombre estaba más que feliz dentro de su corazón.
Selena gemía como una loca. Era obvio que estaba fingiendo tener más dolor del que sentía en realidad. Leila ahora había comenzado a sospechar que se había cortado a propósito. A decir verdad, no la sorprendería.
“Señorita, mi papá no sabe cómo vendar un dedo, pero ¡yo sí!”. Leila sonrió al escuchar a su hija. La voz de Quinta sonaba muy convincente, casi autoritaria. Ella tampoco podía soportar que su padre tocara a otra mujer.
“Él ya tiene a mi mami, ¡esta mujer debería regresar a su casa! Es demasiado tarde para tener invitados”, pensó la niña.
“¡Mi mamá me enseñó a hacerlo! Soy tan buena como cualquier enfermera”, agregó Quinta mientras sostenía la mano de Selena.
“No. ¡Lo haré yo misma!”, exclamó la rubia, rechazando la oferta de la pequeña. Luego vendó ella misma la herida en cuestión de segundos.
Selena por fin se había callado.
La antigua bailarina pensaba que esta niña era muy astuta.
“¡Una niña de cinco años te venció!”. Leila no podía dejar de sonreír por dentro. Sabía que su hija lo había hecho por ella.
Solo le faltaban unos cuantos platos y ollas, ¡y listo! Leila se sintió esperanzada por el resto de la noche. Esperaba que Selena se fuera pronto de la casa de Nate, pero la rubia no estaba dispuesta a darse por vencida con tanta facilidad.
En cambio, Leila se quedó boquiabierta al escuchar a Selena hacerle una pregunta descarada a Nate.
“¿Puedo quedarme a dormir esta noche?”.