Capítulo 62
1558palabras
2022-10-24 00:01
Dos semanas después de la fiesta de Kentaro, Bob y Lily regresaron a Londres; Leila los esperó afuera del aeropuerto, sin saber si estar feliz o no.
No dijeron por qué habían regresado ni cuánto tiempo se quedarían.
Sin importar cómo la tratara Bob, él seguía siendo su padre y Lily era su madrastra desde hacía mucho tiempo.

Cuando finalmente los vio, la chica agitó su mano, saludándolos y haciéndoles señales para que vieran dónde estaba; en realidad, no estaba emocionada de verlos, sino que había un sentimiento ominoso en su corazón.
Lily le devolvió el saludo, pero Bob ni se molestó, su padre solo la ignoró como de costumbre.
Al ver que Carl no estaba, Leila le preguntó a su padre: "¡Bienvenidos!, ¿dónde está mi hermano?, ¿dónde está Carl?, ¿por qué no ha venido?", ella esperaba que él también regresara a Londres, pero al parecer lo habían dejado en los Estados Unidos.
No tenía ni idea de por qué hicieron algo así.
Bob se limitó a mirarla y luego se alejó sin decir nada, entonces Leila miró a Lily, pero ella solo se encogió de hombros y siguió los pasos de su esposo; la chica se sentía como un pedazo de m*erda mientras miraba sus espaldas.
Esta era la forma habitual en la que manejaban las cosas con ella, siempre la excluían y la ignoraban, nada había cambiado.

Durante el trayecto hasta su casa, Bob habló en todo momento por teléfono, una llamada tras otra, y ni siquiera le preguntó a su hija cómo estaba o qué había de nuevo. Leila lo miró con tristeza.
Se volvió a sentir mareada y con náuseas, el viaje en coche solo aumentó sus ganas de vomitar, y a pesar de hacer todo lo posible para evitarlo, al final terminó vomitando un poco.
Lily miró a Leila con suspicacia y curiosidad antes de inclinarse hacia ella.
"¿Estás embarazada?", le susurró a sabiendas.

Leila se estremeció al escuchar la pregunta de su madrastra, no esperaba que alguien lo adivinara tan pronto, pero Lily obviamente ya lo había hecho.
"Sí", lo admitió con una súplica: "¡Pero por favor no le digas nada a Nate! Quiero ser quien se lo diga".
Lily sonrió, fingiendo alegría: "¡No lo haré, no te preocupes! ¡Qué buena noticia! ¡Excelente!", pero su supuesta alegría no era sincera.
¿Cómo iba a estar feliz?, que Leila estuviera embarazada no era parte de sus planes.
¡Lily no tenía planeado que la chica diera a luz a un hijo de Nate!
Ya habían pasado dos días desde que el vuelo de Bob y Lilly aterrizó, pero Leila no los había vuelto a ver ni una vez después de que los recogió en el aeropuerto, ni siquiera la habían llamado.
Y hoy era el cumpleaños de Nate.
Estaba cumpliendo treinta y un años, una edad perfecta para ser padre, por lo que Leila sonrió para sus adentros mientras se imaginaba la cara de felicidad de Nate cuando se lo dijera.
Por supuesto, el hombre había pensado en todo, e invitó a Bob y Lily a su cena de cumpleaños, todos los años lo solía celebrar con sus padres y la única diferencia era que esta vez se había casado, así que también invitó a sus suegros.
Pero no porque se lo merecieran, sino por Leila.
Karen había reservado una mesa para esta noche en el 34 Mayfair, un restaurante exclusivo ubicado justo detrás de Grosvenor Square, era considerado la joya de Mayfair, famoso por su lujoso menú y su decoración inspirada en el art déco.
Quería solo lo mejor para su hijo, le parecía que Nate y su esposa se lo merecían.
Al ver que aún no llegaban, llamó a Nate, porque Bob y Lily ya estaban allí, junto con Phil y ella, esperando pacientemente.
"¿Dónde estás? Te estamos esperando", gorjeó Karen.
"Llegaremos un poco tarde, Leila no ha podido encontrar un collar que quiera usar", explicó Nate. Sin embargo, Leila le había mentido, en realidad estaba mareada otra vez, pero inventó la historia del collar porque todavía no era el momento para decirle a Nate que estaba embarazada.
Se había prometido que se lo diría esta noche, cuando por fin estuvieran solos, quizá en la cama.
Nate tomó la mano de Leila y caminó con ella adentro del restaurante.
Entonces le preguntó con mucha cortesía a la recepcionista del restaurante, que estaba de pie junto al mostrador de la entrada: "Soy Nate Hill, ¿podría indicarme dónde está mi mesa, señorita?" 
"Sr. Hill, Sra. Hill, bienvenidos. ¡Vengan por aquí, por favor!", pero justo cuando la recepcionista dejó de hablar, un grito aterrador resonó en el aire, lo cual extendió el miedo y la conmoción por todo el lugar. Leila vio los ojos de la mujer abiertos de par en par y llenos de pánico, luego observó a Nate, y  vio que se puso alerta.
Los comensales comenzaron a agitarse, algunos se habían levantado de sus asientos y se movían de un lado a otro mientras se preguntaban qué diablos había pasado.
De repente, la mente de Leila reconoció esa voz y supo quién era la persona que había gritado.
"Lily, esa fue Lily", le gritó a Nate.
La chica corrió tras él y se acercó a la habitación de donde había salido el grito, la puerta de vidrio opaco de la entrada estaba cerrada, pero Nate la abrió con un rápido tirón de su mano derecha.
Sin embargo, ninguno de los dos estaba preparado para lo que vieron.
Phil yacía en el suelo de madera sobre una charco de sangre y había un cuchillo enterrado en su pecho.
No se movía y tampoco parecía estar respirando, Lily, que estaba junto a él, temblaba de forma incontrolable, miró con los ojos oscurecidos a Leila y Nate, y las lágrimas corrían por su rostro; Karen también estaba en el suelo, pero la chica no vio que tuviera sangre o alguna herida.
"Bob lo hizo", exclamó Lily con voz temblorosa: "¡Él...!", luego señaló una de las ventanas que estaba abierta y daba a una calle detrás del restaurante.
Leila dejó escapar un grito y se alejó de todos, Lily había acusado a su padre de asesinar al de Nate.
Nate estaba seguro de que su madre estaba viva pero se había desmayado, y después se acercó a su padre; en ese momento escuchó las sirenas de la policía y de una ambulancia, pero no podía sentir el pulso en la muñeca ni en el cuello de Phil.
El hombre estaba muerto.
Sintió que un fuerte dolor lo golpeaba, pero no había tiempo para llorar, lo haría después, primero tenía que averiguar quién lo había asesinado; a juzgar por lo que había dicho Lily, Bob era el culpable, y luego escapó por la ventana, pero no entendía por qué lo había hecho.
¿Qué razón tenía Bob para matar a su padre?
Lily parecía que se desmayaría en cualquier segundo, y Leila..., en realidad, estaba más preocupado por ella; Nate sabía que la chica no podía creer que su padre hubiera hecho algo así, y a él también le parecía difícil de creer.
"¿Por qué?, ¿por qué lo hizo?", cuestionó Leila a Lily con la voz temblorosa, su rostro estaba pálido, y estaba tan sorprendida que ni siquiera era capaz de llorar.
"¡No lo sé! ¡No lo sé! Yo estaba en el baño cuando todo sucedió", respondió Lily. "¡Encontré a Phil así y vi a Bob saliendo por ahí!", añadió volviendo a estirar su mano y señalando hacia la ventana.
Pronto llegó la policía y la ambulancia, el restaurante se había convertido en la escena de un crimen; pusieron el cuerpo de Phil en una camilla y se lo llevaron, y luego los paramédicos levantaron a Karen y también la llevaron al hospital.
Nate se apresuró y corrió tras ellos, no podía dejar sola a su madre.
Menos ahora que acababa de perder a su marido.
Leila ya había dejado atrás el impacto inicial y ahora estaba llorando a mares, quería ir con su esposo, pero Lily la detuvo agarrándola de la mano.
"¡Leila, no vayas!", exclamó tirando de ella para que la mirara: "¿Estás loca? En este momento Nate no quiere verte. ¡Por el amor de Dios, tu padre acaba de matar al suyo!" Lily gritaba sin ninguna empatía y la chica la miró mientras se preguntaba si tenía razón o no.
Quizá Nate realmente no quería verla.
"Pero estoy esperando un hijo suyo, eso debe significar algo para él", respondió Leila: "Estoy segura de que eso le ayudará a aliviar su dolor, ¡pero aún no lo sabe!"
"¡No seas tonta! ¡Claro que lo sabe, yo se lo dije! Aun así no quiere verte", añadió Lily. Leila no pudo evitar percibir que una expresión cruel, e incluso malvada, se dibujó en el rostro de su madrastra cuando dijo esas palabras.
Parecía como si estuviera disfrutando de lo sucedido.
Leila le dio la espalda a la mujer y siguió su corazonada, no iba a escucharla a ella.
"¡Si es así, entonces que él mismo me lo diga!", añadió la chica antes de salir del restaurante. Lily sonrió con mucha malicia mientras la veía alejarse.
Todo estaba saliendo de acuerdo a su plan.
Leila llamó a un taxi, y aunque le pareció extraño que llegara tan rápido, estaba muy preocupada para prestarle atención a esto, así que subió de inmediato.