El interior de la iglesia estaba adornado con peonías rosas, pompones de dalias y rosas rojas que impregnaban el aire con su deliciosa fragancia, y el coro cantaba desde el altar mayor con alegría.
Leila estaba sentada en el banco de madera de la primera fila junto a su esposo, admirando la iglesia de San Bartolomé el Grande.
Había muchas celebridades y gente de negocios, y cada uno de ellos saludó a Nate al entrar.
Cuando la marcha nupcial comenzó a sonar en los órganos de la iglesia, anunciando la llegada de la novia, los ojos de la chica se volvieron hacia la entrada; todos los invitados se levantaron al tiempo y Alice entró con su largo vestido blanco, que se arrastraba por el suelo mientras caminaba.
Ben la esperaba en el altar al lado del sacerdote y le extendió la mano mientras ella se acercaba.
La ceremonia transcurrió y el sacerdote de aspecto serio le preguntó al radiante novio: "Ben Jones, ¿aceptas a Alice Finn como tu legítima esposa?"
"Sí, acepto", respondió él con una enorme sonrisa, pero su dichoso rostro contrastaba con la mirada de la novia.
"No puedo ver esto", Nate escuchó susurrar a Leila mientras observaba la cara de su mejor amiga, y él solo sonrió, esperando pacientemente la sorpresa que sabía que vendría pronto.
La segunda pregunta vino luego: "Alice Finn, ¿aceptas a Ben Jones como tu legítimo esposo?", pero Alice solo se quedó allí con la boca cerrada y las pupilas dilatadas; quizá a los ojos de los demás solo parecía nerviosa e incluso un poco confundida por un gran miedo a la felicidad.
Sin embargo, Leila la conocía como a la palma de su mano y sabía que la chica estaba terriblemente triste.
Ben había escogido la iglesia más reconocida de Londres para celebración de bodas; Alice había sido bautizada y confirmada aquí, y por esta razón, también se le permitió casarse, como siempre lo había soñado, aunque ahora odiaba todo esto.
La boda era perfecta, tal como la había imaginado, su madre se encargó de la decoración, y conocía muy bien los gustos de su hija, pero hubo algo que no supo escoger bien, ¡el novio!
Alice miró al sacerdote en silencio y con los ojos llenos de lágrimas; Leila, por su parte, vio cómo la familia Finn presionaba a su amiga para que le respondiera al sacerdote.
Entonces la chica abrió la boca de mala gana, su débil voz apenas se podía escuchar salir de sus labios temblorosos: "Yo...", mientras que por dentro le rogaba a Dios para que la ayudara a escapar.
De repente, se escuchó un ruido fuerte y sonoro, era un rugido de un motor que rasgó el aire.
Todos se dieron la vuelta y vieron una motocicleta irrumpiendo en la iglesia, lo cual los dejó atónitos y con los ojos abiertos de par en par; de inmediato comenzaron los murmullos, se preguntaban quién era ese loco y qué estaba haciendo aquí.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Alice cuando el hombre de la motocicleta chopper se detuvo frente a ella acelerando el motor con fuerza.
Iván estiró su mano hacia la radiante novia, y a la chica le pareció que el futuro con él se veía mucho mejor que con los millones de libras que tenía Ben.
"Alice", exclamó Iván despacio, con voz suave y los ojos fijos en ella.
La sonrisa de Alice se hizo más brillante y tomó su mano sin dudarlo; el hombre la ayudó a subir a su Harley detrás de él mientras ella sostenía su larga falda blanca entre las manos.
Cuando Ben se recuperó de la sorpresa inicial, gritó: "¿Qué demonios estáis haciendo?", pero ya era tarde, Iván había acelerado su motocicleta a toda velocidad, llevándose a Alice con él.
Los padres de Alice, Ben y varios de sus hombres corrieron tras ellos, pero los hombres de Nate ya habían formado una barrera frente a la puerta de la iglesia para bloquearles el camino.
Ben rugió con la cara roja y los puños apretados: "¡Fuera de mi camino!", los gritos fueron tan fuertes que hasta las personas de la primera fila lograron escucharlo. Leila siguió a Nate mientras caminaba hacia ellos tranquilamente y con las manos en los bolsillos, lo que le recordaba a su esposa lo arrogante que podía ser.
Pero esta vez estaba encantada de ver su actitud.
Nate se detuvo frente a sus hombres y miró a Ben.
De inmediato, Ben dijo: "Sr. Hill, por favor dígales a sus hombres que se hagan a un lado", sin siquiera entender por qué estaban haciendo esto; y cuando vio a Nate sonriendo, se sintió más confundido todavía. Entonces el hombre empezó a hablar y todas las dudas se disiparon.
"Sr. Jones, si no cancela esta boda ahora, me temo que tendré que terminar la alianza con B & G Inc.", exclamó Nate con voz clara y sombría.
Ben se sintió acorralado por un breve momento, al parecer, había tratado de abarcar más de lo que podía manejar, y al instante, trató de recuperar la compostura.
Sin pensarlo dos veces, cedió de inmediato ante la amenaza de Nate, no tenía muchas opciones si se trataba de casarse con Alice o continuar con las alianzas comerciales con el Grupo Hill, así que solo asintió sin decir nada, estaba completamente atónito ante esta sorpresa; la empresa B & G Inc. tenía varios proyectos con la empresa de Nate.
Simplemente no podía darse el lujo de hacer enojar a este hombre y perder todo ese dinero.
Finalmente Ben habló: "Está bien, no me casaré con Alice", esto sorprendió a los padres de la chica, que protestaron y lo insultaron, porque necesitaban su dinero. Después, Nate se volvió hacia ellos y les hizo una propuesta.
"Sr. Finn, el Grupo Hill invertirá en su empresa, pero con la condición de que Iván Johnson sea nombrado director general", exclamó con voz tajante, mirando al hombre de mediana edad y exigiéndole una respuesta inmediata.
Los padres de Alice se miraron, sabían que esa era la solución a sus problemas y preocupaciones.
"¡Muy bien! A partir de ahora Iván será el nuevo director general de la empresa", dijo el Sr. Finn.
Estaba feliz, no solo por Alice, sino también por él mismo, Nate invertiría en su negocio y su hija se casaría con el hombre que amaba; Iván ya no sería un don nadie, sino que se convertiría en el esposo de su hija y su sucesor, el nuevo director del Grupo Finn.
Esta era la condición de Nate para poder invertir en su empresa.
"Bien", asintió Nate.
Leila escuchó todo y se quedó sorprendida ante la generosidad de este hombre, estaba dispuesto a hacer esto por su amigo y su amiga; sabía muy bien que esta transacción no le traería ningún beneficio a él. Luego observó que uno de los hombres de Nate le entregó el contrato al Sr. Finn, quien lo firmó de inmediato.
Este hombre lo tenía todo planeado.
Leila todavía estaba asombrada cuando Nate la tomó de la mano, la condujo hacia la salida de la iglesia y luego hacia el coche.
No tenía ni idea de a dónde la estaba llevando.
Pero sabía que no tenía sentido preguntar, este hombre siempre hacía lo que quería, pero también sabía que sus intenciones eran buenas, así que se dejó llevar con una sonrisa a donde él quisiera; estaba dispuesta a aceptar que hiciera con ella todo lo que deseara, y esto trajo a su mente pensamientos traviesos que la hicieron sonreír todavía más.
Iván conducía su moto sintiéndose más orgulloso y sereno que nunca, mientras Alice iba detrás de él, aferrándose con fuerza a su cintura; de repente, el hombre se detuvo frente a una iglesia.
"Lamento que no sea San Bartolomé el Grande", se disculpó, al tiempo que la ayudaba a bajar de la motocicleta.
"Iván, lo único que importa es que tú estás aquí", respondió Alice, provocando una sensación cálida en su corazón.
Después, la llevó al interior de la iglesia, donde un sacerdote los estaba esperando; Alice le sonrió a Iván, quien le pidió al sacerdote que esperara un momento, luego tomó las manos de la chica entre las suyas y le confesó sus sentimientos.
"Crecí sin familia, sin saber cómo se siente amar y ser amado. Siempre sentí que algo faltaba en mi vida hasta que te conocí, Alice".
Ella trató de detenerlo mientras se limpiaba las lágrimas que corrían por su rostro, se sentía muy feliz, pero también lamentaba todo lo que había sufrido Iván en la vida.
Sin embargo, Iván insistió: "Alice, déjame seguir", sus ojos también estaban llenos de lágrimas, luego continuó: "Trajiste alegría a mi corazón. Alice, eres todo lo que quiero, todo lo que necesito y haré todo lo posible para hacerte feliz, para darte la vida que te mereces"; después, se arrodilló y sacó un anillo.
Alice suspiró con el rostro resplandeciente y el corazón acelerado; ambos sonreían, e incluso al sacerdote se le humedecieron un poco los ojos.
"¿Alice, quieres casarte conmigo?"
"Sí, claro que sí. Iván, sí quiero casarme contigo", repitió la chica varias veces sin saber cuáles eran las palabras más adecuadas.
Entonces intercambiaron los anillos y el sacerdote los declaró marido y mujer, luego se besaron y abrazaron, permaneciendo así por un momento.
Nate y Leila estaban justo detrás de los recién casados, presenciando todo el precioso momento.
Leila espió a Nate, quien notó su mirada y se la devolvió, primero con un destello radiante, pero luego, cuando descubrió que estaba llorando, frunció el ceño; no podía entender a las mujeres, siempre tenía que llorar, sin importar si estaban felices o tristes, ¡qué criaturas tan extrañas!
La chica sintió que Nate le apretaba la mano con más fuerza, y tiró de ella, obligándola a mirarlo de frente, para luego limpiar con un besó cada una de las lágrimas en su rostro.
Leila se quedó congelada y sus ojos se abrieron llenos de sorpresa ante el comportamiento de este hombre, pero no lo empujó ni respondió. Cuando Nate terminó de limpiar sus lágrimas saladas, la levantó como si ellos fueran los recién casados y caminó con ella hacia su coche.
"¿A dónde vamos?", preguntó Leila.
"A Venecia", dijo Nate con una sonrisa, su avión los esperaba en el aeropuerto privado.
"¿Qué?, pero tengo que ir a trabajar mañana", se opuso Leila a su idea, estaba un poco impactada.
"Ya le avisé a Jack que no irás", respondió él con esa tranquilidad característica.
"¿Qué?", ella no podía dejar de hacer preguntas: "Pero no he traído mi equipaje, no tengo ropa, ni cosméticos, ni...", pero Nate la detuvo al instante.
"Ya me he encargado de todo, ¡no te preocupes!", pero ella ya lo estaba, y lo miró con un puchero, se sentía impotente ante este carácter tan dominante. Cuando salieron del coche, Nate volvió a levantar a Leila y la llevó cargada hasta el avión.
Él siempre hacía lo que quería, y aún así lograba sorprenderla con algo fuera de sus expectativas; la chica finalmente tuvo que admitir que en realidad le gustaba tal y como era.