Capítulo 51
1340palabras
2022-10-13 00:01
Leila volvió a mirar a la chica pelirroja, y luego al número de la puerta que había tocado unos segundos antes. Era el correcto. La habitación de Mark era la 421, y ella se encontraba en el cuarto piso.
Pensó que tal vez se había equivocado de número o de piso. Tal vez Mark había sido trasladado a otra habitación o a un piso diferente. Pero estaba segura de que él se alojaba en este hotel, ya que estaba muy cerca del edificio Fashion Muse.
Por lo tanto, decidió preguntar al respecto en la recepción.

Quiso disculparse con la chica por perturbar su privacidad. Ya era tarde, pero afortunadamente ella no parecía haberse despertado recién.
Al menos no había perturbado sus sueño.
"¡Hola! ¿Estás buscando a mi tío Mark?", preguntó la chica con una sonrisa al notar su mirada confundida. Leila abrió mucho los ojos. '¡Vaya, Mark tiene una sobrina! Y se ve muy inocente y amistosa', pensó con emoción. ¡Qué agradable sorpresa!
"Sí, soy Leila, una colega de Mark. ¿Está él aquí?", preguntó. Suponía que la chica tenía alrededor de dieciocho años, un par más o menos.
"No, estoy sola. Mi nombre es Sophia", respondió ella con un suave acento francés. A juzgar por su voz, Leila supuso que era un poco tímida.
"Encantada de conocerte, Sophia", dijo sonriendo y le ofreció su mano para que la estrechara.

"También estoy encantada de conocerte", contestó Sophia mientras aceptaba su mano.
"Entonces, ¿eres la sobrina de Mark Bernard?", preguntó Leila sin poder evitarlo. Mark nunca había mencionado a su sobrina, pero no le parecía extraño. Tal vez Sophia lo había sorprendido o solo estaba ahí por una breve visita.
"Algo así...En realidad, Mark era amigo de mi papá", respondió ella. "Mi tío salió a comprarme el desayuno, pero volverá pronto. Puedes esperarlo adentro". Luego, abrió más la puerta para que Leila entrara.
Al principio, ella se negó porque no quería molestarla.

Pero Sophia insistió diciendo que Mark siempre hablaba de ella, por lo que sabía que era buena amiga de su tío.
Era una chica tan dulce, amable y educada que Leila no pudo volver a rechazar su invitación, así que terminó aceptando y entró. Sophia siguió hablando mientras ella miraba alrededor.
La habitación era realmente una suite. No era tan grande, pero seguía siendo lujosa, ya que Mark era el diseñador jefe. Además, estaba obligado a vivir en un hotel durante su estadía en Londres, por lo que se esperaba que la empresa pagara más que una simple habitación para él.
"Mi avión de París aterrizó esta mañana. Como la escuela me mandó hacer un proyecto en Londres, me quedaré en la ciudad estos días", explicó Sophia dándole un vaso de agua. También le hizo señas para que se sentara.
"¿Es tu primera vez en Londres?" preguntó Leila mientras agitaba la mano, pues no quería tomar asiento. No pudo evitar ahogar una risa. Su trasero aún estaba muy sensible por todas las nalgadas que Nate le había dado anoche, y ese sofá no se veía demasiado blando. Sin embargo, aceptó con mucho gusto el vaso de agua que le daba Sophia y bebió de inmediato. Estaba demasiado sedienta.
¿Por qué no lo estaría? Nate la había dejado agotada.
"Sí", respondió Sophia, mirándola intensamente.
"Espero que puedas pasear por la ciudad. ¿En qué tipo de proyecto estás trabajando?". De repente, Leila comenzó a sentirse rara bajo la extraña mirada de la chica.
Además, había un problema con su cuerpo. Sus piernas comenzaron a temblar y su cabeza daba vueltas.
"No me siento bien", susurró débilmente. Leila avanzó un paso, sintiéndose terriblemente mareada, y se aferró al asiento trasero del sofá.
Pero Sophia ni siquiera se inmutó.
"Oh...algo de química", comentó entre risas mientras la veía caer al suelo.
Cuando Leila volvió a abrir los ojos, aún tenía náuseas, le dolía la cabeza, estaba terriblemente hambrienta y, una vez más, sedienta.
No podía ver nada a su alrededor, por lo que asumió que se encontraba en una caja o un armario. Dondequiera que fuera, estaba oscuro y el ambiente era sofocante. Tenía las manos y las piernas atadas, así como la boca tapada con cinta adhesiva.
Un cordón áspero raspaba la piel de sus muñecas y tobillos. Cda vez que intentaba moverse un poco, terminaba lastimada.
Leila recordó que Sophia le había dado agua. Había sido ella quien la drogó. Pero no entendía por qué lo había hecho. No veía ninguna explicación razonable para ese comportamiento.
De repente, escuchó la voz de un hombre. Era Mark.
"Sophia, mañana regresarás a París. Ahora mismo te reservaré un vuelo para las ocho de la mañana", anunció. Leila intentó emitir un sonido, pero la cinta sobre su boca no dejaba escapar nada.
"¡No! Quiero quedarme contigo. ¡Por favor, tío! Regresaré a París cuando termines tu trabajo en Londres. Podremos volver juntos", replicó Sophia.
A juzgar por sus palabras, todavía estaban todos en la suite del hotel. Leila supuso que era algo bueno.
Si Mark tan solo pudiera verla...
"Sophia, tienes que regresar a la escuela. No puedes arriesgarte a que te expulsen. ¡No seas tan obstinada!", la regañó él alzando la voz. '¡Me mintió sobre ese proyecto que tenía en Londres!', pensó Leila.
"¡Te extraño, Mark!", murmuró Sophia. '¿Qué?', se preguntó Leila con confusión. No había pasado por alto el cambio en la voz de la chica. Era como si estuviera utilizando su atractivo sexual con Mark. 'Debo haberlo imaginado', se dijo a sí misma.
"¡Sophia, tenemos que terminar esto! ¡En serio! ¡No podemos seguir así!". Mark sonaba fuera de sus cabales, pero su voz mostraba un extraño entusiasmo. Sintiendo curiosidad, Leila se asomó por la rendija del armario.
'¡M*ldición!'. Sophia estaba encima de Mark, abrazándolo y besándolo.
No besaba sus mejillas, sino sus labios.
"¡No me dejes, Mark!", se quejó ella mientras desabotonaba su camisa. Luego, buscó a tientas su cinturón. Leila vio que él no ponía resistencia a los avances de la chica, sino que le quitaba la ropa prenda por prenda.
Leila se quedó boquiabierta al verlos tumbarse en la cama. '¡Mi*rda! ¡Mi*rda! ¿Qué está pasando? ¿Qué clase de persona es Mark?', se preguntó con disgusto. Había pensado que lo conocía, pero no tenía ni la más mínima idea de esto.
Leila recordó que Nate le había pedido que lo investigara antes de creer en sus palabras. No obstante, su amargura hacia él se lo impidió y no tomó en serio su advertencia.
Leila desvió la mirada de Mark y Sophia porque se sentía asqueada.
No quería presenciar la escena, pero podía escuchar sus gritos y gemidos resonando por toda la habitación.
Cuando finalmente terminaron, Leila escuchó a Mark irse al trabajo. Poco después, Sophia abrió el armario.
Leila se encontró con la chica. Ahora sus ojos azules carecían de toda dulzura y bondad. La estaba fulminando con la mirada, rezumando una maldad indescriptible. Leila sintió que su cuero cabelludo se adormecía y su cuerpo se congelaba.
¿Qué estaba tramando? Tenía miedo incluso de imaginar.
La chica agarró su mano y la arrastró fuera del armario. En ese momento, sonó el celular de Leila. Sophia lo arrojó al suelo y lo golpeó con fuerza por unos segundos. Literalmente saltó sobre él como si estuviera loca.
La pantalla se agrietó y el celular se rompió en varios pedazos hasta que dejó de sonar.
"¡Tú!". Mientras la arrastraba, Sophia miró a Leila con los ojos entrecerrados. 'Esta chica está loca y es peligrosa', pensó.
"¡Tú alejaste a Mark de mí!", agregó Sophia. Con cada palabra, se volvía más enojada y menos serena.
"¡Usaste a mi Mark y lo lastimaste al tratar de mantener tu est*pido matrimonio en secreto!", gritó ella mientras echaba humo. Lucía tan rabiosa como una bestia salvaje. Leila intentó decir algo, pensando que podría calmarla si tenía la oportunidad.
Sin embargo, no pudo dejar escapar ni un solo suspiro. Recordó la cinta que cubría su boca.
"¡Las mujeres como tú no merecéis vivir! ¡No debería haber espacio ni aire para ti! ¡No en este mundo!", espetó Sophia.
Entonces, sacó un arma.