Selena sorbió lentamente su bebida mientras observaba a Nate. Estaba esperando a que la dr*ga comenzara a funcionar. En menos de tres minutos, debería tener la mente confusa y el cuerpo caliente.
Al menos eso había afirmado el traficante de dr*gas. Selena le había hecho una buena y larga m*mada dos días atrás a cambio de esa sustancia.
Las luces de su habitación de hotel eran muy tenues, por lo que no podía claramente el rostro de Nate. Él se aflojó la corbata alrededor de su cuello y se quitó la chaqueta. 'La dr*ga está funcionando', pensó ella.
Nate apagó las luces, y la habitación se sumió en una total oscuridad.
"Nate, ¿qué estás haciendo?", preguntó Selena, ahogando una risa. ¡Listo! Había llegado el momento en que recuperaría a Nate Hill.
"Me gusta hacerlo en la oscuridad", respondió él seductoramente. Selena esbozó una sonrisa. Entendiendo sus intenciones, lo buscó a tientas. Sus labios se encontraron con los de Nate, y empezó a desabrochar su camisa.
Una fuerte mano le desabrochó el vestido, y ella se apresuró a quitárselo.
Selena deslizó la blanca camisa por sus hombros y fuera de su torso. Luego, acarició su pecho y sus abdominales, y bajó la cremallera de sus pantalones. En poco tiempo, estuvieron completamente desnudos.
Selena lo empujó hacia la cama y se apresuró a sentarse a horcajadas sobre él.
Lo montó por un rato antes de que él le diera la vuelta para f*llarla duro en todas las posiciones imaginables. Selena no podía dejar de gritar su nombre.
Ya estaba ansiando a que Leila llegara y los sorprendiera.
Entretanto, Leila volvió a leer el mensaje de Mary mientras ingresaba al vestíbulo del hotel.
"Habitación 306, tercer piso", susurró tratando de no olvidar el número. Finalmente llegó al ascensor que estaba al final de un pasillo terriblemente largo en la planta baja.
El ascensor sonó y ella entró.
Si Mary necesitaba ayuda, Leila la ayudaría de cualquier forma posible.
Mientras tanto, Selena vio a Nate durmiendo a su lado, dándole la espalda. No pudo evitar sonreír dulcemente ante esa imagen. Como siempre, se sentía bastante satisfecha con su rendimiento.
Estaba impaciente e insatisfecha con el progreso de su plan. Eran casi las nueve y media de la noche, por lo que Mary debía haber traído a Leila hacía una hora para que los viera en acción. Aun así, los encontraría juntos en la cama.
Selena pensaba que debía ser suficiente.
Después de un rato, escuchó unos golpes en la puerta. "¡Al fin!", murmuró con molestia. Luego, encendió la lámpara del velador, se levantó de la cama y se dirigió a la puerta. Sin embargo, cuando la abrió, se sorprendió al encontrarse con más de una persona frente a su habitación.
Una mujer la estaba fulminando con la mirada, y había dos hombres que parecían ser reporteros. Pero esa mujer no era Leila.
Selena quería preguntarles quiénes eran. Sin embargo, antes de que pudiera hablar, la mujer reaccionó primero.
"¡P*rra! ¿Dónde está el c*brón de mi esposo?", gritó justo después de abofetearla. El rostro de Selena se puso rojo y sintió un fuerte ardor. Se tocó la mejilla adolorida con la mano. Ambos hombres la apuntaron con sus cámaras y tomaron fotos.
Las luces cegaron sus ojos.
"¿Tu esposo? ¿De qué estás hablando, p*rra? ¡Estás loca!". Selena empezó a parpadear y quiso ordenarles que se fueran. 'Deben haber tocado la habitación equivocada', pensó mientras intentaba cerrar la puerta.
"¡Ahí tienes a mi esposo, p*ta! ¡Tú lo sedujiste!", exclamó la mujer señalando la cama. Y metió un pie entre la puerta para no dejar que Selena la cerrara.
Los hombres tomaron varias fotos de Selena usando solo una toalla.
Los tres la empujaron adentro e irrumpieron en la habitación. Selena los siguió con confianza. Estaba segura de que se irían al ver que ese no era el esposo de la mujer.
No podía esperar para regodearse cuando empezaran a disculparse.
Pero entonces Nate se dio la vuelta y ella vio su rostro. Estaba tan horrorizada que sus ojos se abrieron como platos.
¡No era Nate!
"¿Quién eres? ¿Qué haces en mi cama?", espetó mientras se acercaba corriendo. Su mente aún no lo procesaba. '¿Qué di*blos acaba de pasar?', pensó Selena. El pánico la estaba abrumando.
Las cámaras siguieron parpadeando.
¿Quién era ese hombre que estaba en su cama? No lo conocía. Nunca antes lo había visto.
'¡Pero me lo f*llé más de una vez!', pensó Selena mientras se daba cuenta de lo que acababa de pasar. Tenía que haber sido Nate. Pero, en cambio, un desconocido la había estado f*llando durante dos largas horas.
Otra bofetada cayó con fuerza en su mejilla. La mujer jaló su cabello y la arrastró por la habitación mientras la insultaba a gritos.
Los dos reporteros sonrieron y lo filmaron todo. No podían esperar para transmitir las noticias sobre la famosa bailarina.
Selena Samuel había seducido a un hombre casado y padre de cinco pequeños. ¡Qué historia tan interesante sería!
Mientras tanto, Leila pensó que todo el hotel parecía estar patas arriba.
Caminó por el pasillo del tercer piso mientras buscaba la habitación 306. Odiaba los hoteles y sus largos pasillos que parecían laberintos. La habitación debía estar cerca del ascensor, pero no era estaba ahí.
De repente, alguien la jaló y ella se dio la vuelta.
"¿Nate?". Leila no pudo evitar sonreír. Al verlo, su corazón empezó a latir más fuerte. '¿Qué está haciendo él aquí?', se preguntó.
"Leila", murmuró Nate con emoción y la acercó más. Luego, agarró su diminuto rostro y la besó. Tenía tantas ganas de estar dentro de ella que sentía todo su cuerpo en llamas. Todo por culpa de la dr*ga que Selena había puesto en su bebida.
"¡Espera, Nate! Mary...", gimió Leila contra su boca. Ahora recordaba por qué había venido aquí.
"¡Shh, cariño!". Nate la hizo callar y siguió besándola. Luego, agarró sus curvas con más fuerza.
"Nate, vine para reunirme con Mary", protestó ella.
"¡No te preocupes! ¡Ya me encargué de ella!", respondió él dominantemente. '¡Y también me encargaré de ti!', pensó mientras entraban a su habitación. Abrió la puerta sin romper el beso en ningún momento. Luego, encendió las luces y cerró la puerta de una patada.
No podía soportarlo más, así que la inmovilizó contra la puerta cerrada.
Leila sintió que él la levantaba y envolvía sus piernas alrededor de su cintura, mientras sus manos se deslizaban debajo de su vestido para agarrar sus s*nos. De repente, su sostén cayó al suelo. No tenía ni idea de cómo él se lo había desabrochado.
Nate le arrancó las bragas y la penetró con fuerza. No pudo evitar embestirla salvajemente. Esa mujer lo estaba volviendo loco.
Luego, la arrastró hacia la cama, la posicionó debajo de su cuerpo, y se meció con ferocidad dentro de ella. Leila siguió su ritmo a la perfección, recibiéndolo con valentía mientras gemía. Sus sonidos eran música para los oídos de Nate. Después de un rato, la volteó para que se posicionara a horcajadas sobre él. Amasó sus pechos y pellizcó sus p*zones mientras ella lo montaba.
Al final, Nate la tomó en la ducha.
"¡Mmm, Nate! ¡Nate!". Leila repetía a gritos su nombre mientras él se deleitaba enterrándose profundamente en su interior. El agua fría apenas podía aliviar la lujuria que estaba sintiendo.
Era capaz de hacer eso con Leila hasta el día siguiente, con o sin esa dr*ga en su sistema.
Solo con ella.
Nate empezó a reflexionar mientras yacía en la cama junto a Leila.
Había contratado a un actor para que se hiciera pasar por él y a una actriz para que interpretara a su esposa enfadada. Además, sus subordinados invitaron a dos reporteros. Su plan había funcionado.
Ese actor se f*lló a Selena mientras ella pensaba que era él.
Nate solo esperaba que mañana las noticias llegaran a los titulares. Selena Samuel era una p*rra, y se merecía esa desgracia.
Después de vengarse, todo lo que deseó fue liberar su deseo por Leila. Y ahora que lo había hecho, podía descansar felizmente en esa habitación, completamente satisfecho con ella a su lado.
Cuando Leila se despertó, Nate ya se había ido a trabajar.
Fue entonces cuando recordó que Mark Bernard también se hospedaba en ese mismo hotel. Su empresa había reservado dos habitaciones para ellos cuando llegaron a Londres desde París. Tal vez debía invitarlo a desayunar y explicarle su complicada situación con Nate.
Después de vestirse, caminó hacia la habitación de Mark y tocó su puerta.
Sin embargo, en lugar de su jefe, una joven desconocida le abrió. Era pelirroja, esbelta y alta. Estaba completamente vestida y tenía una sonrisa dulce. Sus labios eran carnosos, como gelatina. Incluso una mujer heterosexual podría imaginarse besándolos.
Leila pensó que era una chica más bonita que el promedio.
La desconocida le dirigió una mirada interrogativa con sus ojos azules.