Capítulo 49
1332palabras
2022-10-11 00:01
Nate no estaba en el dormitorio cuando Leila se despertó.
Al ver que ya serían las ocho de la mañana, se apresuró a vestirse. Estaba un poco enojada porque él no la había despertado antes de irse, aun sabiendo que debía estar en su trabajo a las nueve.
Leila se dio una rápida ducha de cinco minutos, se cepilló los dientes y se ató el cabello en un moño prolijo. Luego, sacó una blusa del armario, junto con un pantalón de traje.

Nate había llevado algunas de sus prendas a la casa de sus padres, y eso la sorprendió. Ya estaba lista para salir de la habitación, así que bajó corriendo las escaleras cuando, de repente, sonó su celular. Eran las ocho de la mañana con siete minutos, y Nate la estaba llamando.
"¡Buenos días! Solo quería saber si ya te levantaste", anunció.
"Sí, ¿estás en el trabajo?", preguntó Leila. No tenía sentido regañarlo por no haberla despertado a tiempo. Estaba convencida de que inventaría una excusa. 'Pero la verdad es que a él no le importa', pensó.
"No, estoy abajo. Ven a desayunar. Te llevaré al trabajo", respondió Nate antes de colgarle.
Estaba equivocada. Nate no estaba en el trabajo. Leila había planeado pedir un taxi, ya que Tim no estaba presente. La idea de que Nate la llevara al trabajo la conmovió. Casi se sentía como un verdadero matrimonio.
Cuando entró a la cocina, encontró la mesa llena de todo tipo de comida. Karen también estaba ahí. Había preparado panqueques, rollos de canela y huevos. Además, había una jarra de café, todavía humeante.

"Nate, debiste haber despertado antes a Lucinda. Ahora no tiene tiempo para sentarse y comer como es debido", lo reprendió Karen. Su hijo ya había empezado a ponerse la chaqueta, ya que estaba apurado por irse.
"Puedo comer en el auto. No te preocupes, Karen", intervino Leila mientras observaba a Nate, quien buscaba a tientas las llaves del auto.
Leila agarró un panecillo y se sirvió una taza de café. Después de tomar unos largos pero rápidos sorbos, se apresuró a salir detrás de él con un rollo de canela en la mano. Ambos se subieron al coche, y Nate empezó a manejar.
Ninguno de ellos habló durante los treinta minutos de viaje, hasta que él se detuvo frente al edificio de Muse Fashion.

"No podré recogerte del trabajo, así que deberás llamar a Tim para que te lleve a casa. Más tarde tengo una reunión", explicó. Leila asintió y salió del vehículo.
Primero caminó hacia la cafetería que estaba frente al edificio. No debía olvidarse de comprar una taza de café para el señor Brown. Él le había dicho que era su primera tarea de las mañanas como rutina de trabajo.
Por lo tanto, obedeció porque no quería causar ningún problema.
"¡Buenos días, señora Hill!", saludó una señora cuando entró al edificio. Leila le respondió cortésmente, aunque no conocía a esa mujer. Sin embargo, otras personas que jamás había visto siguieron llamándola señora Hill, por lo que ella empezó a sospechar.
Al llegar al piso de su oficina, todo se puso más incómodo. Robert Brown le dio la bienvenida abriéndole la puerta.
"Gracias, señor Brown", respondió Leila. Estaba sorprendida por su atención.
"¡Es un placer, señora Hill!", dijo Robert con una enorme sonrisa.
"Solo llámeme Leila, señor Brown", agregó ella. La incomodidad de la situación era agobiante.
"Lo haré, señora Hill", dijo Robert con una postura extrañamente humilde para un hombre. Había pasado de mostrarse arrogante y grosero con ella a ser una persona bastante amable.
'¿Qué demonios está pasando?', se preguntó. Pero sospechaba quién estaba detrás de todo.
Leila sacudió la cabeza con incredulidad, y fue entonces cuando notó otro detalle.
Ahora las pertenencias del señor Brown estaban sobre su pequeño escritorio, y las de ella se encontraban en el enorme escritorio que le había pertenecido a él. Había una caja de comida al lado de su libro de diseño.
Leila se acercó al escritorio y miró el interior de la caja. Adentro había al menos media docena de donas.
"Señor Brown, ¿dónde está el señor Bernard?", preguntó Leila. Debía hablar con Mark sobre esta estupidez, pero Robert le informó que su jefe no estaba en la oficina, y una vez más se dirigió a ella como señora Hill.
No le gustaba en lo más mínimo la nueva actitud de sus compañeros de trabajo.
Leila salió de su oficina exactamente a las seis de la tarde.
No había necesidad de que se quedara horas extra como en días anteriores.
En realidad, hoy no había hecho nada, ya que todos la habían tratado como una m*ldita reina. Dianne no le permitió utilizar la fotocopiadora, simplemente agarró los papeles de sus manos e hizo todo por ella.
Sally temió que los alfileres pudieran perforar los dedos de Leila, así que se ofreció a juntar la tela del maniquí.
Y por supuesto, todos insistían en llamarla señora Hill.
No podía esperar para regresar a casa y atacar a ese idi*ta arrogante. ¡M*ldita sea Nate y su fama!
Necesitaba terminar con esa situación. Estaba segura de que él era el culpable de su repentino trato especial.
Su celular sonó mientras esperaba que el ascensor la llevara a la planta baja.
Cuando miró la pantalla, vio que era un mensaje de un número desconocido. Era Mary, la antiguada criada de Nate. No la había visto desde que regresó a la villa de Nate, pero las demás criadas le dijeron que había renunciado a su trabajo.
'Tal vez necesita ayuda', pensó Leila y aceptó reunirse con ella en el hotel.
Nate accedió a encontrarse con la señora Rose Luke en un pequeño hotel y llegó justo a tiempo, ya que habían programado su cena para las seis y media de la tarde. Por eso esa mañana le había dicho a Leila que no podría recogerla del trabajo.
"Sígame, señor Hill", anunció la recepcionista. Nate la siguió hacia la mesa asignada dentro del restaurante del hotel.
Quería cancelar la cena y regresar rápidamente a casa con Leila, pero no podía hacerlo. Era un importante contrato para su empresa y esperaba discutirlo con la señora Luke.
"¡Buenas noches, Nate!", saludó una voz familiar cuando se acercó a la mesa.
"¡Buenas noches!". Selena estaba sentada junto a la señora Luke. Nate la ignoró tras devolverle el saludo y se puso manos a la obra durante la cena.
Selena no podía dejar de mirarlo. Cuando Rose mencionó que cenaría con él, no pudo evitar invitarse a sí misma. Estaba segura de que su amiga no la rechazaría, así que se unió a ellos. Nunca renunciaría a intentar recuperar a Nate Hill.
Cuando Rose se excusó después del postre para dirigirse al baño, Selena aprovechó la oportunidad.
"¿Cómo has estado, Nate?", preguntó.
"Bien, ¿y tú?", respondió él con demasiada frialdad. Selena no estaba satisfecha, por lo que era momento de que intentara algo más.
"Bien, supongo. Me gustaría hablarte de un asunto, pero es demasiado delicado para hacerlo en un lugar tan lleno de gente. ¿Qué tal si vamos a mi habitación?", propuso con el ceño fruncido. Luego, se puso su mejor máscara para verse considerada y mortalmente seria.
Nate no respondió de inmediato y meditó su invitación por unos segundos. Tenía la extraña sensación de que Selena estaba tramando algo, pero tenía curiosidad sobre lo que ella quería decirle. Parecía estar muy preocupada.
"Está bien, podemos hablar", contestó Nate.
Selena estaba más que feliz. Esa noche tendrían s*xo por primera vez. Había esperado esto durante mucho tiempo.
De inmediato, le envió un mensaje a Mary para pedirle que llevara a Leila a su habitación. Quería que ella fuera testigo de todo y los atrapara in fraganti.
En su habitación, Selena sirvió dos bebidas para Nate y ella misma. Luego, cuidando que él no lo notara, vertió una pequeña bolsa de polvo en el vaso de Nate y esperó a que se disolviera.
Cuando él bebió el contenido, Selena se rio a carcajadas para sus adentros.