Capítulo 28
1378palabras
2022-09-29 22:44
"El bistec tártaro sabe tan bien como siempre. Ya veo que sigue siendo tu favorito", comentó Selena con una dulce sonrisa después de rechazar la oferta del mesero sobre el postre de la casa. No recordaba la última vez que había comido algo dulce. El mesero se limitó a llevarse los platos de comida.
Nate solía llevarla a cenar ahí cuando salían en aquel entonces. Por eso ella eligió ese lugar, con la esperanza de que le trajera recuerdos y sentimientos.
"Ajá", murmuró Nate.

Selena nunca había estado en un lugar tan elegante y costoso, no antes de conocer a Nate. Al principió, él la llevó a un pequeño restaurante en el centro de Soho, sugiriendo que debía probar un platillo de carne molida.
"Finalmente lo logré. Me convertí en una bailarina profesional de ballet, tal y como me sugeriste hacerlo", anunció con entusiasmo. Sin embargo, era consciente de que él ya lo sabía. Su nombre aparecía frecuentemente en los periódicos, portales de noticia e incluso en la televisión. Todos alababan los concursos internacionales que había ganado en los últimos años.
"Ajá, bien por ti", murmuró Nate.
"¿Cómo has estado?", preguntó Selena mientras se inclinaba sobre la mesa, intentando mirarlo a los ojos.
"Nada mal", respondió él, fingiendo estar concentrado en su comida. Selena notó que, como siempre, prefería un horneado queso Camembert que algún postre.
Sus piernas empezaron a temblar. Había notado que Nate exudaba un aura amenazadora. No podía leer sus emociones, por lo que debía elegir cada palabra con cuidado.

No obstante, su frialdad también la excitaba porque no había podido dejar de imaginarlo en su cama.
"Mi casa está a la vuelta de la esquina. ¿Qué tal si tomamos una copa ahí?", propuso Selena, haciendo todo lo posible por sonar casual y amigable.
"Está bien", respondió Nate. El corazón de Selena se detuvo.
Cuando llegaron a su apartamento, ella le entregó una botella de vino, dos copas y un sacacorchos. Nate procedió a servir el vino mientras Selena disfrutaba de esa escena.

¡Era tan sexy! No podía esperar para sentir sus caricias, y supo que estaba a punto de cumplir su objetivo cuando notó que los ojos de Nate recorrían las suaves curvas de su delgado cuerpo.
Con una sonrisa coqueta, ella se apoyó contra su pecho mientras acariciaba sus duros abdominales.
"Te extrañé, Nate", susurró frotando sus labios contra los de él.
Nate se sintió extraño porque sus caricias no lo excitaban como las de Leila.
Leila.
LEILA.
L E I L A.
Su nombre resonaba en su cabeza.
¿Por qué diablos seguía pensando en esa mujer? ¡Solo debía pensar en Selena, quien lo estaba besando en ese momento!
Pero Leila había vuelto a surgir en su mente, y las escenas de su noche de bodas lo inundaron como una marea imparable.
Sintiendo molestia ante esos recuerdos, agarró la cintura de Selena para acercarla más y empezó besarla vigorosamente. Casi se obligó a sí mismo a concentrarse en sus labios, en su aroma y en su cuerpo.
Pero sus labios no eran tan suaves, su aroma no era dulce y su cuerpo no tenía la forma correcta. ¡Todo esto estaba mal, completamente mal!
Selena no le daba esa magia. No sentía nada.
Por su parte, Selena estaba encantada ante la reacción de Nate, pensando que ya había obtenido lo que deseaba. Lo tendría de vuelta. Nate Hill era suyo. Después de esa noche, ya no habría marcha atrás. Mientras veía su futuro juntos, comenzó a desabotonar lentamente su camisa.
Su brillante y espléndido futuro como esposa de Nate.
Los señores Hill, la perfecta pareja que siempre debieron ser. Nate se divorciaría pronto de su esposa. De todos modos, ¿quién di*blos era esa mujer? 'Nate Hill haría cualquier cosa por mí', pensó Selena.
Pero se encontró con una desagradable sorpresa cuando él rompió su beso.
"Disculpa, ya debo irme", murmuró Nate, empujándola suavemente. Selena no podía creerlo. ¿Qué estaba diciendo? ¿Quería irse? ¿Ahora? No tenía palabras. Mientras lo veía caminar hacia la puerta para después desaparecer, ella se quedó ahí, asombrada y confundida.
Le tomó un rato recuperar el sentido. '¿Todavía está molesto por lo que pasó hace años?', se preguntó con arrepentimiento.
Selena recordó el dolor en los ojos de Nate cuando la sorprendió besándose con Carter Herbert.
Aquello sucedió en el estudio de danza de su escuela, y Carter era su instructor de ballet.
A ella nunca le gustó ese horrible anciano, pero le prometió inscribirla en la más reconocida academia rusa de baile si tenía sexo con él.
No había lugar más difícil de ingresar en todo el m*ldito mundo que en la Academia Vaganova de Ballet, tanto antes como ahora. Selena no podía negarse, así que aceptó perder su virginidad con Carter.
Nate Rush era un chico maravilloso, el novio que cualquier chica soñaría, además de que era lo suficientemente rico para darle una vida decente. Pero eso no le bastaba.
Selena apuntaba al cielo porque solo deseaba lo mejor.
Primero, necesitaba abandonar a su papá y su hogar, por lo que estudiar en esa academia haría realidad todos sus sueños. Después de convertirse en una bailarina de talla mundial, se casaría con el multimillonario más importante, así que Nate Rush no era el indicado.
Un día, cuando cursaba su último año en la Academia Vaganova, leyó los titulares en Internet.
La Corporación Hill tenía un nuevo director ejecutivo, Nate Hill, el único heredero de su familia. Era joven, guapo, sexy y asquerosamente rico. Selena pensó que era una increíble oportunidad para ella.
Quería conocerlo.
Pero cuando vio su foto, se enteró de la amarga verdad. Nate Hill era nada más y nada menos que Nate Rush. ¡Su exnovio!
Tras descubrir el secreto que él le había estado ocultando, Selena ideó un plan.
No regresaría a Londres inmediatamente, ya que sería demasiado obvio.
Primero se haría famosa. De esa manera, su fama igualaría la riqueza de él, y recuperaría su corazón cuando llegara el momento.
Hasta ahora, su plan había funcionado, pero lo único que le faltaba era convertirse en la esposa de Nate Hill.
"Todavía debe sentirse herido, por eso se marchó. ¡Pero lo resolveremos!", afirmó Selena. Tenía una absoluta confianza en su plan.
Nate hizo una señal y entró al ascensor. Durante años, había soñado con vengarse de Selena en más de una ocasión.
Habría sido capaz de torturarla hasta matarla por lo que le hizo.
Ese día, siendo un adolescente, Nate había planeado revelarle su verdadera identidad. Él mismo les había pedido a sus padres que lo inscribieran en una escuela pública porque estaba cansado del trato especial que recibía en su escuela privada.
Y le preocupaba que Selena se enfadara con él por ocultarle la verdad.
Pero su corazón se rompió en pedazos cuando entró al estudio de baile de su escuela. Selena se encontraba desnuda contra el espejo de la pared, y Carter Herbert se la estaba f*llando. Nate los atrapó en el medio del acto y lo vio todo.
Empezó a reflexionar mientras salía del ascensor. Su reacción ante Selena fue reveladora. Todo había cambiado porque fue una experiencia rara, extraña y asombrosa. Había pensado que se enfurecería si volvía a verla.
Pero cuando Selena apareció en su boda, no sintió nada. Leila estaba en sus brazos y tenía la mente tranquila.
'Leila, ¿por qué me haces sentir de esta manera?', se preguntó.
¡Era una mujer indomable! No se molestaba en contestar sus mensajes ni se había dignado a regresar a su casa durante días. Nate no podía dejar de pensar en cómo la haría arrepentirse de sus decisiones.
¡Le daría una lección!
Mientras tanto, Leila acaba de terminar de ducharse. Estaba muy emocionada con el progreso de su trabajo. Ya era casi medianoche, por lo que se sentía muy cansada. Esa colección era una obra maestra, y pronto la terminaría. Estaba segura de que ganaría ese concurso.
Pero cuando salió del baño de su oficina, envuelta en solo una toalla, sus ojos se encontraron con los del mismo demonio.
'A pesar de ser diabólico, tiene unos ojos muy bonitos', pensó. Aquellos ojos de color verde esmeralda la miraba con diversión y un rastro de amenaza.
"¿Qué dem*nios estás haciendo aquí?", preguntó Leila.
No lo llamaría imb*cil esta vez, por más que quisiera hacerlo.