Al notar a Selena, Nate se quedó atónito por un segundo, pero pronto recuperó la compostura; no le prestó mucha atención, sino que solo la miró una vez, y se preparó para alejarse con Leila de la mano.
Sin embargo, Selena lo detuvo y halagó su apariencia: "Estoy de paso, no esperaba verte aquí hoy, y menos en tu boda. Nate, te ves tan guapo como siempre con ese traje".
"Gracias", respondió él con tono cortante.
Selena continuó coqueteando con él como si Leila fuera invisible, por lo que la chica se sintió avergonzada, pero aprovechó para darle un vistazo rápido a la ex de Nate; era una verdadera belleza, muy delgada, lo que le daba una apariencia de mucha fragilidad, que contrastaba con su actitud.
Tenía el cabello rubio recogido en un moño, dándole el elegante aspecto de una bailarina.
Selena parpadeó mirando a Nate, sus ojos eran de un color azul claro, y su sonrisa dejaba ver unos dientes perfectamente blancos: "Bueno, ¡felicidades! Aquí tienes mi número, estaré en Londres por un tiempo, así que podemos vernos otro día".
Todas sus poses eran muy sensuales, obviamente sabía que tenía un efecto muy seductor en los hombres.
Leila vio a Nate dudar por un momento, pero luego tomó la tarjeta de la mano de la mujer y dijo con una sonrisa de cortesía: "Vale". Entonces Selena miró a Leila con una sonrisa triunfal, lo que hizo que el corazón de la chica se contrajera de dolor, pero luego trató de consolarse al recordar que solo era su esposa por un contrato de un año y nada más.
Además, ella había firmado un acuerdo que decía que no podía interferir en sus aventuras extramatrimoniales.
Sin embargo, Leila casi se desmaya cuando escuchó a Selena preguntar con descaro: "¿Podría asistir a tu boda?"; si no estaba segura hasta ahora, esta solicitud era la mejor prueba.
¡La ex de Nate era una p*rra de primera clase!
"¡No, claro que no!", Karen interrumpió la conversación, acompañando a Nate y Leila hacia la iglesia, la boda estaba a punto de comenzar. Leila alcanzó a ver cómo la madre de Nate le lanzaba una mirada de enojo a Selena, y luego, mientras se alejaban, dijo lo suficientemente alto como para asegurarse de que ella pudiera escucharla: "¡Pícaras como tú no son bienvenidas en este lugar!"
Leila miró a Nate, tratando de deducir lo que él sentía o pensaba, pero su expresión seguía siendo la misma.
Cuando se alejaron, Selena mantuvo una cálida sonrisa y se coló en la boda a propósito, con la esperanza de que Nate la cancelara. Aunque la belleza de Leila fue una desagradable sorpresa, su confianza se mantuvo intacta, porque sabía que Nate nunca se molestó en presentar a la que sería su esposa.
Selena estaba segura de que Nate todavía tenía sentimientos por ella, no podía amar a otra chica, los recuerdos de cuando estaban enamorados permanecían en su mente y su corazón.
Selena asintió complacida antes de abandonar el sitio, estaba segura de que él volvería a ella.
El padre de Leila todavía seguía en el hospital, así que la chica se sintió agradecida cuando supo que el padre de Nate sería quien la acompañaría hasta el altar; las únicas personas de su familia eran su madrastra y Alice.
Definitivamente consideraba a Alice como un miembro de su familia, era su mejor amiga, casi como una hermana, y ahora también su dama de honor; las dos se sonrieron cuando se encontraron de frente.
El cura empezó la ceremonia mientras Leila miraba a su alrededor y se fijaba por primera vez en el interior de la iglesia.
El lugar era pequeño y hermoso, pero no podía concentrarse en el bello decorado de mármol.
Nate, cuyo brazo estaba rozando el de ella, tenía toda su atención; Leila se sentía confundida e incluso triste.
Nada de esto era como se había imaginado su boda.
¡Solo era la m*ldita esposa por contrato de Nate!, se había terminado vendiendo a él.
Iván estaba de pie y erguido junto a Nate, se veía muy orgulloso con su papel de padrino, y procuró no mirar a Alice para nada, actuando como si fueran dos extraños; esto provocó que el corazón de la chica se hundiera en un profundo abismo.
No podía entenderlo, él había sido su primer hombre, y en verdad creyó que había algo especial entre ellos, pero parecía que a él no podía importarle menos.
Leila escuchó a Nate decir sus votos matrimoniales: "Yo, Nate, te recibo a ti, Lucinda, como mi esposa, me entrego a ti y prometo serte fiel desde este día para bien y para mal, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, para amarte y cuidarte hasta que la muerte nos separe, según la santa ley de Dios", y luego dijo su parte, repitiendo las mismas palabras.
Selena había dejado un agujero en su alma, que se llenó de preocupación y dudas; Leila solo estaba segura de una cosa: Nate todavía tenía sentimientos por su ex.
Pensaba que este hombre no la amaba, y solo la obligó a casarse por el contrato; además, estaba jugando con ella con la única intención de tener s*xo y explotarla para su placer.
Este pensamiento la hizo sentir profundamente triste, y comprendió que debía hacer todo lo posible para evitar enamorarse de él.
"Ahora puede besar a la novia", esas palabras resonaron por toda la iglesia hasta alcanzar a Leila, mientras todos los invitados de la boda gritaban emocionados, animando a la supuesta pareja amorosa. Después, las manos de Nate la agarraron.
El hombre la atrajo hacia él, sus labios conquistaron los de ella con ese característico sabor dulce y fresco y Leila se derritió entre sus brazos; este beso la hizo olvidar su pesimismo y finalmente puso una sonrisa en su rostro.
Sin embargo, seguía preguntándose si estaría fingiendo.
"¡Por supuesto, es solo una actuación, niña estúpida!", le advirtió su mente.
"¡Ven, es hora de las fotografías!", le dijo Nate con una pequeña sonrisa y un beso mientras la llevaba frente al fotógrafo, y luego posaron como dos enamorados ante todos los invitados que los observaban.
Leila decidió que también haría su mejor actuación, y comenzó a sonreír mientras se imaginaba que se había casado con Nate por un amor verdadero.
Entonces Alice la sacó a un lado y la sesión de fotos continuó, le tomaron fotografías con su mejor amiga y su dama de honor en el que debería ser el momento más feliz de su vida, el día de su boda.
Mientras seguían grabando todos esos momentos felices con Alice, la voz de Sam la sorprendió: "¡Leila!"
"¿Qué diablos está haciendo él aquí?", le preguntó a Alice en voz baja.
Pero con solo mirarla, supo que había sido ella quien le avisó a Sam de la boda.
"Lo siento mucho, fui yo quien se lo dijo. No dejaba de preguntar por ti, así que le dije que te ibas a casar; tenía la esperanza de que eso lo hiciera olvidarte", confesó Alice, y después Leila le indicó que la dejara a solas con él.
Entonces se volvió hacia Sam, obviamente el plan de Alice no había funcionado, porque él todavía la miraba con ese destello de amor en sus ojos azules.
"Sam, me casé. ¡Felicítame!", hizo todo lo posible para parecer feliz.
Sam estiró su mano y señaló su vestido de novia blanco: "No, Leila, ¡nunca voy a felicitarte por eso!", el chico no creía en toda esa actuación de que ella estuviera tan feliz.
"Ese hombre no te ama y no te hará feliz, pero yo puedo hacerlo. ¡Dame una oportunidad!, huyamos del país", Leila se sorprendió al escuchar esta propuesta.
"¡No, Sam! ¡Tienes una prometida! Además, ya te dije que estoy casada!", gritó ella, visiblemente alterada.
"No amo a Cecilia y nunca lo haré. Solo puedo amarte a ti. Además, sé que no amas a Nate, sé que te casaste con él solo por dinero". Este razonamiento de Sam la hizo enojar.
Quizá no amaba a Nate, pero tampoco amaba a Sam.
"¡Sí, me casé con él por dinero! No amo a Nate, pero ese no es asunto tuyo, deja de entrometerte!", le gritó Leila; Nate le había dado el dinero cuando más lo necesitó y le salvó la vida, a diferencia de Sam.
¿Dónde había estado él estos últimos días? Seguro que con Cecilia u obedeciendo las órdenes de su madre como un niño pequeño; Sam sabía que ella estaba en problemas, y a los ojos de Leila, su comportamiento no reflejaba el supuesto amor que él decía sentir.
Si en verdad la amara, la habría ayudado.
De repente, Sam la agarró de la muñeca, tirando de ella para llevársela lejos de aquí, y aún más lejos de Nate, pero en ese momento otra persona la agarró de la otra muñeca.
Leila se dio la vuelta y vio a Nate, quien tenía la mirada oscura y los labios apretados, era obvio que estaba furioso.
"Sr. Binley, Sra. Hill, ¿a dónde creéis que vais?", aunque la voz de Nate sonaba tranquila, Leila ya conocía muy bien ese tono amenazador que había detrás.
Además, la había llamado Sra. Hill por primera vez, como si fuera de su propiedad, ¡quería abofetearlo por eso!
Los ojos de Nate se clavaron en Sam, él se centró en el que ahora era el esposo de su amada, y a juzgar por sus posturas, Leila supo que estaban a punto de golpearse; nadie esperaría que los herederos de las dos empresas más grandes de Londres se terminaran peleando por una chica.
Se suponía que debían comportarse como caballeros, no como dos gallos de pelea cachondos, listos para golpearse por una chica.
Leila sabía que ella era esa chica, y se quedó allí congelada, como una estatua de mármol.