Karen observó a Lucinda y sintió pena por ella, la chica había tenido que sufrir demasiado y estaba fuera de sí, seguramente por la preocupación de su padre y su hermano.
"¡No te preocupes, cariño! Tu padre está sano y salvo, se encuentra en el hospital, y Nate ya pidió una cita para Carl con ese cirujano de EE.UU., en cualquier momento se programará su cirugía. Nate también está preparando su traslado a ese país", dijo Karen, pensando en lo tonta que había sido, porque lo primero que mencionó al entrar en la habitación de su hijo fue la boda.
"¡Vaya!", respondió Leila, sentía que ahora no se podría negar a ese matrimonio, no después de todo lo que había hecho Nate. No tenía otra opción más que casarse; además, sería solo por un año, y también sería por el bien de su familia.
Karen, por su parte, creía que Nate y Lucinda en verdad estaban enamorados, ella misma lo había visto, por lo que supuso que la boda haría sentir mejor a Lucinda.
Su hijo finalmente había olvidado a Selena, y nada podía hacerla más feliz que eso.
"¡Ven aquí, Lucinda! Mira tu vestido de novia. ¿Qué te parece?", le dijo Karen con entusiasmo a Leila mientras una de las criadas le entregaba una bolsa con la ropa de la boda. Pensó que todas las novias se volvían locas con su vestido de novia, así que verlo seguramente pondría una sonrisa en el rostro de Leila.
Karen le informó que, por supuesto, la ceremonia sería privada y secreta, la familia Hill no quería que esto se hiciera público todavía, solo habían pasado unos días desde que se esparció el rumor de que su anterior prometida había abandonado a Nate, así que querían evitar más chismes.
Sin embargo, Leila no le dio mucha importancia a ese asunto, después de todo, solo se casaría con él por un contrato.
"¡Sí, me gusta mucho! Gracias", exclamó ella después de probárselo, y de inmediato pudo reconocer que el vestido había sido elaborado por una famosa diseñadora, Yumi Katsura.
Era impresionante, y estaba segura de que debió costar una fortuna. El corpiño era ajustado, hecho todo de encaje floral y tul ilusión, dejando ver gran parte de su piel; la falda tenía flores en 3D que se esparcían por toda la prenda, y el corte decadente con capas de enaguas de organza se arrastraba por el piso mientras Leila caminaba.
"Nate lo eligió para ti", añadió Karen sonriendo, y se dio cuenta de que los ojos de Leila se agrandaron; su hijo tenía buen gusto y quería hacer feliz a su prometida.
Aunque Leila tenía que admitir que el vestido era hermoso, estaba sorprendida por algo más.
Si Nate había conseguido este vestido para ella, ¡eso quería decir que ese idiota arrogante había planeado todo esto tiempo atrás!, ¿pero cómo estaba tan seguro de que se casaría con él?
"¡Mi chica! ¡Wow! ¡Mírate!", Leila se dio la vuelta y vio a Alice entrando y silbando, lo cual le alegró el día.
Nate le había escrito a Alice anoche, pidiéndole que viniera a su casa hoy en la mañana para ser la dama de honor.
Leila no pudo evitar fruncir el ceño al darse cuenta de que había sido la última persona en enterarse de que se casaría, luego dejó que Karen y Alice la ayudaran con el maquillaje y el peinado. Ahora que tenía la compañía de su amiga y podía charlar con ella, la chica se sentía un poco menos tensa, esto le ayudó a aliviar la ansiedad por la ceremonia.
"¡Mamá, señorita Finn!, ¿podría tener un momento a solas con mi futura esposa?", se escuchó la voz de Nate resonando, y Leila lo vio de pie, apoyado contra el marco de la puerta, con su aire sexy y engreído de siempre.
Cuando Alice y Karen salieron de la habitación, pudo sentir lo ojos de ese hombre fijos en ella.
Leila se aclaró la voz, se sentía un poco nerviosa y tímida bajo la mirada de Nate, prefería que dijera algo y no que se quedara devorándola con los ojos.
Nate no podía dejar de admirar su belleza, tenía una cara hermosa y un cuerpo perfecto, cualquier mujer moriría por su belleza y daría todo lo que tuviera por parecerse a ella; Leila tenía un aire dulce y salvaje al mismo tiempo.
"¿Dormiste bien, cariño?", le preguntó en tono de broma, enfatizando en la última palabra.
Leila solo asintió y bajó la mirada, se preguntaba qué más debía decir después de haber tenido s*xo.
"¡Ven, ayúdame a vestirme!", le dijo Nate al verla sonrojarse, y no pudo evitar sonreír por dentro mientras pensaba en lo j*didamente adorable que se veía ella cuando se ponía así.
Leila puso los ojos en blanco ante su orden: "¿Qué?, ¿no puedes hacerlo tú mismo?"
La escena de ellos teniendo s*xo anoche volvió a la mente de Leila, su imaginación se desbocó y se mojó al imaginar que repetían todo ahora mismo en este lugar. Sin embargo, ella no era tonta, ¡y no iba a permitir que este hombre la tuviera cada vez que quisiera!, de repente, un sentimiento feroz reemplazó su timidez.
"¡Te salvé la vida y quiero mi recompensa!", el hombre se mantuvo firme, aunque parecía casi como un chantaje; si bien Leila quería agradecerle, su actitud arrogante la hizo cambiar de opinión al instante.
"¡Ya lo hice contigo!", replicó la chica enojada, pero justo después de decir esas palabras, se arrepintió.
"¿Hiciste qué?", preguntó Nate con el mismo tono burlón, le parecía muy divertido jugar con ella.
El rostro de Leila se puso aún más rojo, esa había sido su primera relación s*xual, pero seguramente no la de él, ¡era todo un mujeriego! Se sentía molesta, así que no le respondió, no quería seguir hablando del tema, pero fue con él hasta su vestidor y lo ayudó a ponerse la camisa.
Al sentir sus abdominales firmes bajo las yemas de sus dedos, Leila se excitó un poco, y se preguntó si él estaría haciendo todo esto a propósito.
Nate disfrutó el momento mientras la observaba con mucha intensidad.
La chica volvió a aclararse la voz, tratando de romper el tenso silencio, realmente quería que él dejara de mirarla así, ¡m*ldita sea!
Entonces le preguntó: "¿Cómo te enteraste de que mi papá había sido secuestrado?", mantuvo sus ojos fijos en sus dedos, que ahora estaban luchando por anudar esa corbata que combinaba perfectamente con su camisa.
Nate le acercó su rostro: "¿Realmente quieres saberlo?
Leila se sorprendió por su cercanía, si este b*stardo no podía vestirse solo, ¿entonces también le pedía a las otras mujeres que lo vistieran? ¡A la m*erda!, estaba muy enojada con él, pero aún más consigo misma por seguir sus juegos.
"Si me besas, te lo diré", añadió el hombre, y una sonrisa se esbozó en su rostro cuando vio que las pupilas de la chica se dilataban; sabía que ella lo deseaba tanto como él, y aunque era virgen, anoche la hizo correrse, incluso en dos ocasiones, recordó Nate con orgullo.
Entonces cerró los ojos, pero los volvió a abrir cuando no sintió nada, luego vio que Leila estaba poniendo los ojos en blanco y apretó su corbata alrededor de su cuello con fuerza, haciendo que se ahogara un poco.
"¡Ni te molestes!", exclamó ella dando un paso atrás y cruzando los brazos sobre el pecho con un puchero.
"¡Tengo una idea! Cuando te diga que me beses, ¡hazlo!, ¿vale?", ahora estaba negociando con ella como un niño pequeño, lo que la hizo apretar los brazos y fruncir más el ceño; Nate, mientras tanto, no podía esperar para lanzarse a sus labios rubí y morderlos con lujuria.
"Te escuché cuando estabas hablando por teléfono con Mason en mi yate, lo busqué, y también hice que mis hombres pusieran un GPS en el coche de tu padre. ¡Así fue cómo te encontré!" No iba a esperar su respuesta, si ella no lo besaba, él lo haría.
"¡Gracias!", respondió Leila.
"¡Con gusto! ¡Ahora, bésame!", ordenó Nate, volviendo a cerrar los ojos.
Sin embargo, ella lo empujó y trató de escapar: "¡No!"
Al ver esto, Nate bloqueó su camino con su cuerpo alto y atlético para que no saliera del armario, luego puso sus manos alrededor de su cintura y la acercó a él; después, mientras sus labios se lanzaban a los de ella, su mano rápidamente encontró la cremallera de su vestido de novia y la abrió.
Leila no pudo resistirse y dejó que el vestido de seda se deslizara por su cuerpo; ella no podía negar que también lo deseaba desesperadamente.
La chica gimió contra sus labios, temblando entre sus brazos y deseando sentirlo profundamente dentro de ella una vez más; la cabeza del hombre se acomodó sobre su seno derecho justo después de quitarle el sostén como todo un experto y en solo un segundo.
La sensación de su cálida boca sobre sus p*zones era magnífica, chupaba uno y luego otro, al tiempo que su lengua hacía maravillas jugando con ellos, que ahora estaban endurecidos.
Luego agarró una de sus piernas, la acomodó alrededor de su cintura, y la presionó a ella contra la pared; las manos de Leila recorrieron todo su cuerpo, explorando el pecho, los hombros y la espalda tonificada de Nate.
La chica dejó escapar un gemido cuando sintió que sus dedos se deslizaban por un lado de sus bragas para rozar su cl*toris ya hinchado.
"Estás muy mojada", Leila se estremeció al escuchar su voz ronca, también sentía su boca mordisqueando su cuello y su lengua recorriendo su piel.
"¡Nate!", volvió a gemir cuando la penetró con dos de sus dedos, y se acercó más a su mano mientras él empujaba sus largas falanges dentro y fuera de su v*lva. ¿En serio lo estaban haciendo ahora?, ¿aquí en su armario?
Nate dejó de tocarla y con sus dedos tiró de sus bragas hacia abajo; Leila supo que ya no había marcha atrás, lo harían aquí y ahora.
Entonces cerró los ojos y dejó que él le quitara la última prenda que llevaba puesta, estaba ansiosa por dar otro paso con Nate.
Por desgracia, unos golpes en la puerta de su dormitorio los sobresaltaron, Leila suspiró, y aunque se sintió un poco aliviada, también estaba decepcionada.
"¡Nate, Lucinda! Alice y yo iremos a la iglesia ahora. Tim os llevará a vosotros. No lleguéis tarde", gritó Karen, que estaba detrás de la puerta.
"¡Vale, mamá!", respondió Nate, sonriendo y sin dejar de mirar a Leila, que estaba recogiendo su sostén y vestido del suelo; después, la ayudó a ponérselo y le dio un beso en la nuca antes de terminar de cerrar la cremallera.
Ya estaban listos para irse.
Cuando llegaron a la iglesia, Nate ayudó a Leila a salir de la limusina, tomó su mano con delicadeza y se fijó en que no fuera a pisar la larga cola de su vestido de novia.
Justo cuando Leila le estaba dando unas palmaditas a su vestido por última vez y enderezando su espalda, oyó resonar una voz femenina: "¡Nate, tiempo sin verte!"
La chica levantó la mirada para observar el rostro detrás de esa voz tan exquisita, y se dio cuenta que la mujer era aún más hermosa y tenía los ojos fijos en Nate. Leila sabía exactamente quién era ella, la misma chica de la foto que él escondía dentro de ese libro: Selene Samuel.
Leila notó que Nate aflojó un poco el agarre de su mano, pero su expresión permaneció inmutable.
Sin embargo, había un solo pensamiento en la mente de la chica.
¿Ahora Nate cancelaría la boda?