Esta vez, cuando Leila entró al edificio del Grupo Hill y se acercó a la recepción a decir su nombre, la recepcionista no le preguntó si tenía cita, por lo que supuso que los empleados ya la esperaban.
La chica entró en el ascensor y tardó unos segundos en llegar al último piso; mientras salía, Iván la saludó, pero ella solo puso los ojos en blanco, pensando que él era igual de arrogante que su jefe.
Tenía el corazón acelerado y la respiración agitada.
No podía controlar sus dedos de los nervios mientras llamaba dos veces a la puerta de la oficina de Nate.
"Adelante", escuchó su voz fría y resonante, luego inhaló profundamente y entró; Nate estaba concentrado en su trabajo, con la nariz pegada a la pantalla del ordenador, y ni siquiera la levantó para mirar a Leila.
"Ejem", se aclaró la voz, encontró un poco más de coraje interno, y preguntó: "Sr. Hill, ¿me podría conceder unos minutos de su tiempo para hablar?"
"Habla y ya, estoy ocupado", respondió él sin mirarla.
"Quiero hablar sobre negocios, la alianza comercial de nuestras empresas", dijo Leila, tratando de mantener una voz inexpresiva. "Este trato es solo por negocios, lo hago por mi familia", se repitió a sí misma.
Tanto su padre como su hermano estaban en peligro y ella era la única que podía ayudarlos.
"Hmm", el b*stardo engreído finalmente la miró, solo para desviar sus ojos de nuevo a la m*ldita pantalla de su ordenador, no le estaba poniendo las cosas fáciles.
Leila respiró profunda y lentamente.
"Podría casarme contigo", dijo con un solo golpe de aire.
Nuevamente, sin apartar los ojos de la pantalla, él solo comentó con frialdad: "Sí, deberías, está en el contrato que firmaste".
"Pero tengo una condición", la actitud prepotente y arrogante de este hombre estaba poniendo a Leila cada vez más nerviosa, ¿por qué se comportaba como un idiota?
Los ojos de Nate abandonaron la pantalla del todo y ahora la examinaban a ella con gran intensidad: "¿Y cuál sería esa condición?"
No tenía tiempo para rodeos, así que simplemente preguntó: "¿Podrías darme el dinero que figura en el contrato ahora mismo?", necesitaba ese dinero cuanto antes.
Nate alzó la voz con sorpresa: "¿Ni siquiera nos hemos casado y ya me estás pidiendo dinero?", y luego se rio con amargura, burlándose de ella, ¡no había duda de que era una cazafortunas!
"Por favor, necesito el dinero ahora", Leila bajó la cabeza, se sentía avergonzada e impotente, pero las desafortunadas circunstancias la tenían contra la espada y la pared; después, trató de recuperar la compostura, no quería llorar frente a él. "No es digno de ver mis lágrimas ni saber mis problemas", se dijo a sí misma.
"Está bien, no hay problema, pero entonces yo también tengo una condición", dijo Nate mientras se preguntaba por qué ahora fingía tanta timidez. Le pareció que ya entendía quién era esta chica que le estaba pidiendo dinero de esa manera tan descarada, no solo era una cazafortunas sino una fenomenal actriz, ¡eso es lo que era!
"¿Qué condición?", preguntó Leila, percibiendo un tono amenazante en la voz de Nate; y cuando lo vio ponerse de pie, supo que no sería nada bueno ni decente.
El hombre se acercó a ella, luego con sus dedos le levantó la barbilla muy delicadamente, inclinó la cabeza y sus labios rozaron la oreja de Leila.
"Que tú y yo tengamos s*xo todas las noches a partir de hoy", a pesar de lo ofensivas que eran estas palabras, su voz seguía siendo dulce, grave y muy sexy. Leila se estremeció, sentía al mismo tiempo excitación y asco, y a pesar de estar tan perpleja, se dio cuenta de que si le gritaba ahora a este idiota, ¡no le daría el dinero!
"Entonces préstamelo, te lo pagaré todo dentro de un año, y con intereses", sugirió Leila, intentando una nueva alternativa, y se quedó mirándolo, con la esperanza de que lo reconsiderara.
De inmediato, y mucho antes de escuchar su respuesta, observó que la expresión de Nate se mantuvo igual de fría e implacable: "¿Acaso tengo cara de banco? No, no lo creo"; no había nada que ella pudiera hacer para ablandar a este hombre.
"Por favor, haré lo que sea", le dijo ella, luego bajó la mirada una vez más y susurró: "Excepto tener s*xo"; no podía creer que hubiese tenido que llegar al extremo de rogarle y suplicarle.
"No se me ocurre qué otra cosa podrías hacer por mí aparte de dejarme f*llarte", el b*stardo se había vuelto aún más directo, ya ni siquiera utilizaba la palabra s*xo. Esta actitud hizo enojar a Leila, que no creía que hiciera alguna diferencia decirle que todavía era virgen, y tampoco quería que él lo supiera, ¡qué se j*da ese c*brón!
¡Si tenía que hacerlo, lo haría!, quizá ella podría lograrlo y él nunca se enteraría de que era virgen, al menos eso esperaba. Los segundos pasaron y Nate seguía aguardando una respuesta mientras que Leila contemplaba sus opciones.
Sin embargo, el hombre perdió la paciencia, le dio la espalda a Leila y señaló la puerta: "Estoy muy ocupado, ¡así que por favor vete!"; no entendía por qué ella continuaba fingiendo, no es como si nunca hubiera tenido s*xo con un hombre antes. Además, le pidió dinero, lo necesitaba, ¿entonces por qué seguía rechazando su oferta?, ¡no tenía sentido!
Al final, la chica tomó su decisión: "Está bien, lo haré".
Nate, todavía de espaldas, sonrió cuando la escuchó.
"¿Hacer qué?", preguntó él queriendo escuchar esas palabras de su boca.
"Tener s*xo contigo", respondió Leila con los puños apretados de ira.
"Tenemos un trato", finalmente estaba complacido con su respuesta, y no podía esperar a que llegara la noche; su mente enloqueció imaginando todas las cosas que le haría a Leila, aunque seguía sin entender por qué le interesaba tanto esta chica.
Lo único en lo que podía pensar era en tenerla, sin importar lo que tuviera que hacer para lograrlo.
"¿Cuándo puedes darme el dinero?", preguntó ella, y como Nate nunca antes había pagado para tener s*xo, esta pregunta golpeó un poco su arrogancia.
"Depende de tu desempeño esta noche, cariño", respondió socarronamente mientras la chica se sonrojaba, luego se puso de pie, agarró su móvil y su chaqueta, y añadió: "Tengo una reunión ahora, ¡espérame aquí!"
Leila esperó sentada pacientemente en la oficina de Nate, pero después de casi tres horas, estaba a punto de levantarse para irse; sin embargo, en ese instante sonó su móvil, era el idiota, diciéndole que bajara, y Leila no tuvo más opción que obedecer.
Pronto tendría s*xo con Nate, esta sería su primera vez, y no había forma de evitarlo.
El hombre la esperó dentro de su coche, pero esta vez él estaba conduciendo, por lo que ella se sentó a su lado.
"¿A dónde vamos?", preguntó Leila, al ver que el coche comenzaba a salir de Londres, y observó a Nate en silencio mientras se concentraba en la carretera, pero él no se molestó en decir nada, así que ella no hizo más preguntas.
A juzgar por el paisaje, supuso que iban a Brighton.
Dos horas más tarde, Nate llevó a Leila a su yate privado, ella tenía razón, estaban en Brighton; al subir al bote, la chica observó el mar y se quedó contemplando la puesta de sol desde la cubierta.
De repente, escuchó la voz del hombre: "Date la vuelta", y cuando lo hizo, se encontró con él muy de cerca, y sus miradas se cruzaron, haciendo que las rodillas de Leila temblaran.
Nate dio un paso atrás, se sentó en el sofá y luego le indicó que se sentara junto a él; ella lo siguió, preguntándose qué haría a continuación.
"¡Ahora, compláceme!", dijo el hombre.
Ella lo miró boquiabierta, sin entender qué era lo que quería: "¿Qué?"
Sin embargo, lo que dijo este b*stardo fue lo último que se le hubiera pasado por la mente: "Quiero mi p*ne dentro de tu boca, ¡ahora!"
"¿Qué dijiste?", exclamó Leila.
Lo había visto en algunas películas, también había leído al respecto e incluso había escuchado a otras chicas hablar sobre eso, pero hacerlo era otra cosa completamente diferente, nunca había hecho algo así. A pesar de que Leila se prometió a sí misma no dejar que él se enterara de lo inexperta que era, se dio cuenta de que no podría ocultarlo.
"¡Baja el cierre de mis pantalones y métetelo en la boca, por el amor de Dios!", gritó Nate señalando su entrepierna, pero Leila simplemente se quedó congelada. El único pensamiento que cruzó por su mente fue que él la consideraba una p*ta, se sentía abrumada por la desesperación.
"No sé cómo hacerlo", susurró, pero Nate la miró y sonrió, estaba seguro de que no era más que una actuación; sin embargo, si ella quería las cosas de esta manera, estaba dispuesto a seguirle el juego y haría que se sintiera un poco menos p*ta.
Aun cuando en su mente eso era Leila, después de todo, ella le había pedido dinero a cambio de s*xo.
"Puedo enseñarte, cariño", dijo Nate, todavía con una sonrisa pícara, curioso por saber hasta dónde llegaría ella a cambio de dinero, pero Leila solo se quedó inmóvil, tratando de no sentirse como una p*ta, ¿acaso debía confesarle la verdad?
"¡Suficiente! No puedo seguir aquí perdiendo mi tiempo, es obvio que no necesitas ese dinero", exclamó Nate de repente mientras se ponía de pie.
Entonces Leila dio un paso adelante, se tragó su orgullo y contuvo las lágrimas que estaba a punto de brotar de sus ojos: "¡Espera, lo haré!"
Nate se volvió a recostar en el sofá y la observó, reclinándose cómodamente hacia atrás mientras ella se arrodillaba y comenzaba a aflojarle los pantalones; inclinó la cabeza hacia atrás cuando su mano agarró la de ella y la envolvió con fuerza alrededor de su miembro.
"¡Hazlo!", le ordenó, guiando la mano de Leila por encima de su enorme p*lla.
La chica curvó sus dedos alrededor de la v*rga de Nate, cerrando sus ojos llenos de lágrimas, seguía empeñada en ocultarle cómo se sentía.
Simplemente tenía que hacerlo, debía olvidarse de sus sentimientos de orgullo, disgusto y vergüenza.
Se convenció de que podía hacerlo, y le dio una sentida y larga caricia desde la base hasta la parte superior; podía sentir la forma en que se expandía rápidamente cada milímetro de su suave piel a medida que ella lo rozaba, luego lo escuchó gemir.
Un solo toque de los dedos de Leila fue suficiente para ponerlo muy duro y Nate se impacientó de inmediato por probar todo lo que ella podía darle.
De repente, cambió de opinión, ¡a la m*erda la m*mada!, ahora la quería a ella, quería estar dentro de esta chica cuanto antes.