Capítulo 13
1504palabras
2022-09-30 17:37
La oficina de Nate Hill ocupaba el último piso de su edificio en el centro de Londres.
Ivan estaba revisando el sistema de videovigilancia de la empresa, por lo que ocasionalmente miraba por la ventana. Tenía una buena vista del edificio que los londinenses llamaban 'Rallador de Queso', debido a su inusual forma que se parecía a ese utensilio de cocina.
Ivan asumía toda la monitorización de la oficina, incluyendo la recepción principal en la planta baja, además de trabajar como secretario de su jefe.

Nate había llegado una hora atrás, y tuvo una reunión temprana con algunos clientes. Sus oficinas estaban juntas.
La única mujer en ese piso era la anciana señora Gibson del departamento de Contabilidad, y estos días tenía licencia por enfermedad. A Nate solo le gustaba que las mujeres lo entretuvieran en la cama, no que lo molestaran cuando trabajaba.
De repente, Ivan vio una figura en el monitor que se parecía mucho a Leila, la chica con la que Nate quería casarse, pero no creía que fuera ella. Tal vez era un repartidor que se dirigía a la recepción.
La futura esposa de Nate se parecía mucho a un chico, todo lo contrario a su mejor amiga Alice. Ivan sonrió al recordar esta joven que ya era una mujer de verdad, pero tenía que dejar de pensar en ella.
"No necesito una cita con Nate Hill. ¡Yo soy su esposa!", j*der, sí era Leila. Ivan se quedó boquiabierto y sus ojos se abrieron como platos al oír las palabras, viendo que toda la gente empezó a mirarla burlonamente.
Todos en Londres sabían quién era Nate Hill. Estaban acostumbrados a que hermosas mujeres dijeran ser su esposa, pero era la primera vez que lo escuchaban de una chica tan poco femenina.

Ivan tocó la puerta de la oficina de Nate para informarle la situación.
Leila era bastante valiente. Ivan tenía ganas de preparar palomitas de maíz y observar la pelea que tendrían ella y Nate. Sonaba como una idea muy divertida. Nate se había equivocado, al pensar que esa chica no le daría ningún dolor de cabeza.
Después de obedecer a su jefe, Ivan le informó a la recepcionista que dejara entrar a Leila y esperó a que sonara el timbre del ascensor.
Cuando este finalmente se abrió, para su sorpresa, Leila salió con furia y empezó a atacarlo. Ivan tuvo que luchar contra ella, intentando no lastimarla, así que se agachó para esquivar sus patadas y puñetazos.

"¡B*stardo! ¿Cómo pudiste hacerle eso? ¿Cómo pudiste lastimar a Alice?", gritó mientras lo golpeaba. Ivan saltó para alejarse más de ella.
"¡Oye, basta! ¿Alice está bien? ¿Qué pasó?", preguntó él con una voz fría pero también preocupada. No podía mostrar sus emociones frente a la mejor amiga de Alice.
"¿Preguntas qué pasó? ¿No sería mejor preguntar sobre lo que le hiciste? ¡Deja de fingir!". Ivan se quedó quieto y Leila volvió a arremeter contra él. Sin embargo, esta vez no esquivó sus golpes. Se merecía esas palizas. Se las merecía porque solo él tenía la culpa.
El recuerdo de esa noche con Alice inundó su mente.
Unos días atrás, Nate le ordenó que reservara todos los asientos y mesas del restaurante donde Alice y Leila estaban cenando. La Corporación Hill poseía la mayoría de las acciones de esta restaurante, así que no fue difícil cumplir con la solicitud de su jefe, a pesar de que ese lugar siempre estaba lleno durante la cena. El personal canceló todas las reservas.
Cuando se llevó a Leila, Nate le pidió a Ivan que cuidara a Alice y la detuviera por un momento.
Alice era una chica hermosa, así que a él no le importó la tarea porque disfrutó mucho su cena con ella. Sin embargo, al final, llegó un mensaje de texto de Nate. Ahora tenía que retenerla durante toda la noche.
Ivan llevó a Alice a un bar familiar; y después de unas copas, empezaron a bailar.
"¡Baila conmigo!", dijo ella mientras lo llevaba a la pista de baile. Él la siguió y bebieron más.
Alice bailaba con mucho entusiasmo, balanceando sus caderas seductoramente. El alcohol le había afectado muy rápido, e Ivan no podía quitarle los ojos de encima. No había podido hacerlo desde que la vio por primera vez.
Su largo y rizado cabello negro enmarcaba su rostro perfectamente ovalado, dándole un aspecto un poco travieso. Sus gruesos labios lo seducían para que la besara, y sus almendrados ojos grises lo miraban hasta derretirlo por dentro.
Todo lo que deseaba era agarrarla, arrastrarla hacia el primer hotel y empujarla a la cama. No sería la primera vez que se llevara a una chica borracha. Sin embargo, en lugar de eso, llevó a Alice a su propia casa, a su dormitorio. Ni siquiera sabía por qué lo hizo.
Ninguna chica había tocado su cama. Sin embargo, ella permaneció toda la noche en su habitación.
La condujo al interior sujetándola por la cintura. Las piernas de Alice temblaban y no dejaba de reírse, pero en ningún momento se negó.
Ivan presionó su cuerpo contra ella y empezó a besarla con locura justo después de cerrar la puerta de la entrada. Alice lanzó un gemido y lo abrazó para acercarlo aún más.
"Te deseo tanto", susurró él.
"Yo también te deseo", murmuró ella. Y eso fue todo.
Ivan los desvistió a ambos antes de llegar a su habitación. La ropa de Alice terminó esparcida por toda la casa. Las luces estaban encendidas, así que él aprovechó para que contemplar su cuerpo. Quería ver todo lo que obtendría.
Alice lo agarró y le devolvió el beso con fervor.
Ivan no tenía ninguna duda de que ella ya había hecho esto antes. Parecía tener la experiencia de cualquier otra chica que se hubiera f*llado.
Ansiaba meterse en su interior lo antes posible, así que evitó la mayor parte de los juegos previos. Solo besó sus s*nos y la acarició un poco mientras bajaban las escaleras. Alice ya estaba muy mojada por él, así que sería suficiente incluso para ella.
Si tan solo hubiera sabido...Si Alice tan solo se lo hubiera dicho...
Pero ella mantuvo la boca cerrada y sucumbió a sus deseos, permitiéndole que le hiciera todo. Ivan se apresuró a acostarla en su cama debajo de él, con las piernas abiertas. Quería dominarla y f*llarla como era debido.
Cuando finalmente entró en ella, Ivan lo vio y lo escuchó. Alice hizo una mueca y lanzó la cabeza hacia atrás mientras un grito escapaba de sus labios.
"¿Qué?", preguntó él, estremeciéndose al ver su sufrimiento. De repente, sintió que sus paredes se apretaban con fuerza a su alrededor. 'Una m*ldita virgen', pensó.
"No te detengas, Ivan. Estoy bien", susurró Alice mirándolo y rogándole que continuara. Ivan no pudo controlarlo. Ella realmente lo deseaba.
Y eso lo excitaba aún más.
A pesar de ser virgen, Alice era genial en la cama y seguía su ritmo de manera brillante. 'Y muy valiente', pensó él. Alice era diferente, así que le hizo el amor. Era la primera mujer a la que le hacía el amor, ya que todas las demás solo habían sido una f*llada.
Él era el primero en su vida, y eso lo hizo sentirse especial.
A la mañana siguiente, Ivan se despertó abrazándola con fuerza.
Todo lo que necesitaba era una ducha fría y un poco de ejercicio serio, así que se duchó y luego fue a su gimnasio.
Pero cuando Alice lo interrumpió, no pudo evitar sucumbir una vez más a su calor. Volvieron a hacer el amor, y él sujetó su cuerpo contra la pared más cercana. Ivan deseaba estar con ella para siempre y decirle lo que sentía, pero no lo hizo porque no tenía nada que ofrecerle.
No podía darle amor, porque era un hombre de desgracia. Su vida había sido un desastre antes de conocer a Nate. Si las cosas hubieran sido diferentes, habría tenido la misma vida de su amigo, pero no fue así.
Aquel accidente automovilístico le arrebató a su familia, así como su felicidad. Ivan iba a ser el heredero de la compañía de sus padres, sin embargo su fortuna se había ido en esa misma tragedia.
Nate era su amigo cercano, por lo que tuvo buenos ingresos trabajando para él, pero nunca sintió una verdadera felicidad. Y cuando eres una persona infeliz, no puedes darle felicidad a alguien más.
'Nunca podré hacer feliz a Alice', pensó.
Por lo tanto, decidió dejarla ir y nunca más contactarla. Aún así, había aceptado su número porque no quería que ella se sintiera mal. Ivan deseaba verla feliz hasta el último segundo que estuvieran juntos.
Ahora Leila lo estaba golpeando frente a ese ascensor, y él dejó que lo hiciera. Se merecía cada una de sus bofetadas, patadas y puñetazos.
"¡¿Qué di*blos estás haciendo, Leila Swift?!", preguntó Nate. Luego, arrastró a la furiosa chica lejos de Ivan y cerró la puerta detrás de ellos.
'Habría sido interesante ver eso', pensó Ivan. Casi sintió pena por Leila, pues conocía el carácter de Nate.