Capítulo 8
1255palabras
2022-09-29 11:30
Leila agitó las pestañas varias veces. Al principio, no tenía ni idea de qué hora era ni dónde estaba.
Los cegadores rayos de sol quemaban sus ojos, indicándole que era mediodía. Cuando recordó los eventos de la noche anterior, comprendió que estaba en otra habitación de hotel a la que ese imb*cil la había traído. Pero ese hotel no se parecía en nada al Rosewood, sino que era un basurero inmundo.
'Sí, es mediodía', pensó mientras veía su celular. Estaba sobre el velador, al lado de su dolorida cabeza. Al menos no le había quitado el celular.

Se encontraba acostada en una enorme cama. Su cuerpo estaba medio cubierto con una colcha vieja y sucia. Al menos estaba completamente vestida, por lo que suspiró de alivio.
La puerta del baño se abrió con una fría ráfaga de viento y Nate caminó hacia ella. Leila agarró la colcha y la envolvió alrededor de su cuerpo, como si intentara protegerse de su secuestrador.
"¿Tuviste un sueño reparador, princesa?", preguntó Nate. No había nada principesco en su apariencia actual, por lo que era obvio que se estaba burlando de ella.
"Perfectamente. ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué me hiciste? ¡Podrías haberme matado!". Leila no podía perder la oportunidad de gritarle, sin dejar que sus bromas la afectaran. Todo lo que deseaba era librarse de ese loco.
"Pero no lo hice porque quiero a mi esposa vivita y coleando. ¡Levántate y firma antes de que cambie de opinión!", exclamó Nate poniendo un bolígrafo y un papel en el velador. Luego, se sentó en el sofá para esperarla.
Sin saber qué más hacer, Leila se levantó y se acercó a él.

Lo agarró y fingió leer lo que había escrito en ese est*pido contrato. Tenía que estar bromeando al pensar que ella pondría su firma ahí.
"¡Emm, no!", respondió. Leila dejó que el contrato se le escapara de las manos y lo observó mientras él veía el documento caer al suelo. Sin duda alguna, Nate se enfureció.
"Mira lo que tengo aquí". Con una sonrisa fría, él le mostró la pantalla de su celular. Tenía un as bajo la manga. Alice estaba en el celular del b*stardo.
"¡Alice! ¿Qué le hiciste? ¡No la lastimes, por favor!", gritó Leila. Su amiga parecía estar borracha, y a su lado estaba Ivan, el guardaespaldas de Nate. Tenía a Alice. Leila se estremeció ante esa idea.

"¡No te preocupes! Ella está bien, pero a menos que firmes...", declaró Nate tranquilamente.
"¡M*ldito lunático! ¡Suéltala! ¡No toques a Alice!", exclamó Leila, dejando que su ira y su miedo hablaran en lugar de su cerebro.
"Fírmalo y la dejaré ir", contestó Nate decisivamente. Una vez más, le ofreció un bolígrafo y el contrato para que lo firmara. Leila solo se quedó en medio de la habitación, con lágrimas en sus iracundos ojos.
Pero no dio ningún paso para quitarle el contrato de las manos.
"¿No? ¡Bien, entonces! ¡Como quieras!", respondió Nate. No dejaría que ella se siguiera negando, la obligaría a firmarlo. Volvió a agarrar su celular y miró amenazadoramente a Leila mientras hacía la llamada.
"¡Está bien! ¡Lo haré! ¡Firmaré el m*ldito contrato!", exclamo Leila saltando. No pensaba jugar con la seguridad de su amiga ni con su vida. Agarrando la pluma y los papeles, se apresuró a escribir su nombre en el contrato matrimonial.
"Eres una buena chica cuando es necesario", dijo Nate con una sonrisa satisfecha. Había resuelto su problema y estaba listo para presentar a su novia a sus padres. "¡A las cinco de la tarde debes estar lista! ¡Te recogeré de aquí para que conozcas a mis padres!", agregó dejando el contrato sobre la mesa, junto con unos papeles con su información básica.
Si quería convencer a sus padres de que ella era su verdadera novia, Leila debía conocer algunas cosas sobre el hombre con quien se casaría. No debía haber sorpresas desagradables. Después de ordenarle que lo leyera, Nate se dirigió a la salida para retirarse del hotel.
Leila simplemente asintió. Mientras tuviera a Alice en su poder, debía obedecerlo, así que por el momento no se opondría a él.
"¿Y qué hay de Alice? ¿Cómo sé que está a salvo?", preguntó Leila, deteniendo a Nate cuando salía de la habitación. Estaba preocupada por su amiga. Ella ya había hecho su parte, así que ahora era turno de él.
"¡Te di mi palabra, amor!", respondió Nate con una sonrisa arrogante. Luego, la dejó sola en la habitación.
'¡Su palabra! ¡Qué idi*ta tan arrogante y pretencioso!'. Leila lo acompañó afuera de la habitación y observó su espalda mientras se alejaba.
Tal vez solo había estado fanfarroneando sobre lastimar a Alice, pero no correría el riesgo. Por eso había firmado, pero ese no sería el final.
Leila se sentó en el sofá y agarró los papeles. Primero, leyó el contrato.
Parte A: Nate Hill
"Un guapo acosador, mujeriego, ¡y engreído! ¡El peor de los imb*ciles!", espetó Leila mientras evaluaba a su oponente. Esto era una guerra, y ahora estaba siguiendo la primera regla de combate: conocer a su enemigo.
Leila siguió leyendo.
Parte B: Leila Swift
La Parte B acepta casarse con la Parte A por su propia voluntad.
"¡Ja, ja! ¡Sí, claro! ¡Ese b*stardo!", comentó ella con una risa amarga. "¡¿Cómo se atreve?!".
La Parte B acepta seguir todas las órdenes emitidas por la Parte A mientras dure el matrimonio.
"¡Vaya, vaya! ¡Qué imb*cil! ¡Piensa que es un general, un amo de esclavos!", continuó Leila con sus comentarios ingeniosos. El humor hacía que le resultara más fácil procesar toda esa mi*rda que Nate había escrito.
La Parte B nunca debe ser vista con otros hombres además de la Parte A, ni interferir con la vida sexual de la Parte A.
"¡Oh, m*ldito Casanova! Tengo mejores cosas que hacer que rastrear todas tus aventuras. ¡Y veré a quién yo quiera ver!".
La Parte B debe llamar 'cariño' a la Parte A frente a los padres de la Parte A.
"¡Puaj!".
Ambas partes acuerdan divorciarse tras un año de matrimonio.
Ambas partes acuerdan entablar una relación confidencial y mantenerla en privado bajo cualquier circunstancia.
La Parte A le pagará ochocientos millones de dólares estadounidenses a la parte B inmediatamente después del divorcio.
Por último, ambas partes acuerdan ser sometidas a un castigo mayor si violan este contrato.
"¡B*stardo!", maldijo Leila. Nate la enfurecía tanto que su rostro enrojeció de rabia y vergüenza. Ese contrato significaba que ella perdería su libertad y se convertiría casi en su títere.
Tras respirar hondo, agarró los demás papeles. Eran guiones sobre su supuesta relación romántica.
Supuestamente se conocieron en un desfile de modas en París, donde también tuvieron su primera cita, en un restaurante japonés. Viajaron por toda Australia para celebrar su primer aniversario.
"¡Qué encantador! ¡Qué romántico de tu parte, Nate Hill! ¡Idi*ta!", gritó Leila para sí misma. No podía creerlo. ¡Qué b*stardo arrogante!
Luego, leyó otros documentos que contenían la información básica de Nate.
Nate Hill
Edad: 30 años
Pasatiempos: Remar y natación
Comida favorita: Carne de res
Alergias: Mariscos
Disgustos: Dulces y comida picante
"Muy bien", dijo Leila con una sonrisa mientras observaba su celular. Era hora de alistarse porque debía cenar con los padres de ese imb*cil. Solo esperaba que no se parecieran en nada a su hijo.
La traviesa mente de Leila daba vueltas mientras se vestía entre risas. Luego, se rio un poco cuando terminó de idear su plan.
Haría que Nate Hill se viera como un completo torpe y tonto frente a su familia.
"¿Quieres jugar conmigo? Bueno, ¡será un juego, amor!".