Capítulo 9
1425palabras
2022-09-29 11:31
Alice se despertó sintiendo un hormigueo por toda su piel. Tenía los labios secos y agrietados.
Para su desconcierto, estaba sola y desnuda en una cama desconocida. Tenía todo el cuerpo entumecido; pero por alguna extraña razón, se sentía feliz y satisfecha.
No podía encontrar su ropa. Solo había una camisa blanca sobre una almohada, así que la agarró.

¡Era una camisa de hombre! ¿Dónde estaba ella? ¿Con quién?
Y lo más importante, ¿qué había hecho?
Alice se puso la camisa y se la abotonó, mirando alrededor del dormitorio mientras se levantaba.
La habitación era acogedora y bien decorada. Las paredes eran blancas y negras, proyectando masculinidad y buen gusto. Las sábanas eran sedosas, los muebles minimalistas pero audaces, y la alfombra de felpa se sentía muy suave bajo los pies de Alice.
Ella entró a la habitación contigua y se encontró en la sala de estar.
Al ver aquel hermoso rostro en un marco de fotos sobre la consola de la televisión, los recuerdos de la última noche inundaron su mente.

Ivan...Había pasado una noche con Ivan, y esa era su casa.
Anoche, cuando salió del baño, se encontró a un hombre en el asiento de Leala.
¡Y, m*ldita sea, qué guapo era!
"Buenas noches. Soy Ivan Johnson, amigo de Leila", se presentó él, mostrando sus dientes perfectamente blancos. Luego, le estrechó la mano con una sonrisa tan brillante como el sol. Su mano envió escalofríos por su espalda, congelándola de inmediato.

Por un momento, el tiempo se detuvo.
Sin embargo, la desaparición de Leila era muy extraña, así que Alice volvió inmediatamente a la realidad.
"¿Dónde está Leila?", preguntó. No permitiría que ese hombre la hechizara, al menos eso era lo que pensaba. Tenía confianza en sí misma y sabía manejar a los hombres. Por eso logró mantener su virginidad tanto tiempo, ya que esperaba al adecuado.
"Tenía algo urgente que hacer", respondió Ivan. Alice lo miró con desconfianza. ¿Cómo era posible que Leila tuviera un amigo tan íntimo en Londres? Pero el hombre siguió hablando. Rezumaba sinceridad y tenía un aspecto responsable. Entonces, Alice decidió seguir cenando con él.
Cuando Ivan le pidió tomar una copa con él, ella simplemente aceptó.
Ivan la llevó a un bar cercano. Hablaron y bebieron. Alice descubrió que sus bromas la hacían reír y derribaba todas sus barreras, por lo que al final bajó la guardia.
Llegaron a la pista de baile, bebieron más y siguieron bailando como si no hubiera un mañana. Alice estaba riendo, bailando, bebiendo, y luego todo se quedó en blanco. No podía recordar nada más.
Ahora se despertaba aquí, desnuda en su cama.
Finalmente sumó los dos sucesos.
"¡Oh, Dios mío! ¡Perdí mi virginidad con Ivan!", susurró Alice cubriendo su boca con ambas manos. ¿Cómo había sido tan imprudente? ¿Cómo había caído tan fácil? ¿Cómo pudo él? Ella había confiado en Ivan, y él se aprovechó de su embriaguez.
Anoche no había sido la misma de siempre. Alice estaba furiosa, tanto con Ivan como con sí misma.
De repente, escuchó un ruido que parecía provenir desde arriba. Tenía que ser él
No podía ser nadie más. ¡Ese b*stardo la utilizó!
Iba a darle una gran reprimenda para desahogar su furia de la mente. Siguiendo el sonido, Alice subió la escalera de caracol hacia el segundo piso mientras se preparaba para una pelea.
Luego, se detuvo frente a la puerta abierta. Era un gimnasio privado en su propia casa; y a juzgar por el sonido en el interior, él estaba golpeando algo con fuerza.
Alice entró y sus ojos grises recibieron una escena asombrosa.
Ivan estaba sin camisa, solo vestía unos pantalones cortos. Alice no podía dejar de mirar sus grandes músculos que ondulaban bajo su suave piel, tan bronceada y tersa.
Su corazón dio un vuelco y su boca empezó a secarse.
El sudor corría por el cabello rubio de Ivan, así como sobre su rostro varonil y su amplio pecho, mientras golpeaba su saco de boxeo. Unos tatuajes negros serpenteaban su antebrazo derecho y adornaban el lado izquierdo de su pecho y su abdomen. Ahora Alice los recordaba perfectamente.
Esas manos habían explorado su cuerpo hasta encontrar sus rincones más ocultos y lugares secretos, tocándola por todas partes. Ese torso musculoso se había sentido tan duro como una piedra bajo sus dedos examinadores.
"¿Quieres intentar?", preguntó Ivan, sacándola de sus inquietantes pensamientos. Alice recordó cuando habían estado en la cama, haciendo el amor. ¿O solo había sido s*xo para él? ¿Qué había sido? Había sido su primera vez, pero estaba segura de que no había sido la de Ivan. ¿Acaso él la consideraba como algo más que una aventura?
Antes de que ella pudiera responderle, él la tomó de la mano y la llevó al interior de su gimnasio.
"No lo sé, no estoy segura", respondió Alice con dificultad. Incluso para ella su voz sonaba tímida, y estaba acostumbrada a su timidez.
"¡Relájate, yo te enseñaré!", dijo Ivan con una sonrisa. Alice pensó que él le había dicho esas palabras antes.
"De acuerdo". No tenía otra opción más que depositar su confianza en él. ¡Y esa m*ldita sonrisa! Él podía obligarla a hacer lo que quisiera. Alice observó cómo le daba los guantes y la ayudaba a ponérselos.
"¡Inténtalo!", la animó Ivan después de mostrarle algunos movimientos estratégicos.
"¡No puedo!", susurró Alice. ¿Por qué la hacía sentirse así? Tan pequeña y tímida en su presencia.
Ivan se situó rápidamente detrás de ella, agarró sus manos y colocó su cuerpo en posición de lucha. Sintiendo sus abdominales y su fuerte pecho contra su espalda, Alice comenzó a derretirse entre sus brazos.
Como si se diera cuenta, él le dio la vuelta para que lo enfrentara.
"¿Tienes hambre?", preguntó Ivan. Un enjambre de diminutas mariposas bombardearon el vientre de Alice, batiendo sus alas cuando sus brumosos ojos plateados se encontraron con los azules de él.
"No", mintió ella. La mirada de Ivan bajó hacia sus labios ya separados mientras apretaba sus manos. La estaba poniendo más húmeda. Alice maldijo internamente al recordar que estaba completamente desnuda bajo su camisa blanca.
Ni siquiera tenía bragas.
"Bueno, yo sí tengo hambre. Y creo que tú estás mintiendo", comentó Ivan, inclinando la cabeza hacia adelante. Alice se quedó callada y solo lo vio acercarse a ella. Para su sorpresa, sus manos se envolvieron involuntariamente en el cuello y los hombros de Ivan.
No estaba segura de quién había besado primero, pero no importaba porque encajaban perfectamente como un rompecabezas.
Ivan la llevó con ligereza en sus brazos a través del gimnasio, como si fuera una pluma, hasta que su espalda golpeó la pared. Luego, la levantó y la sujetó gentilmente contra él.
Alice sintió todo el peso de su cuerpo y su calor sobre ella mientras sus lenguas se enredaban y bailaban juntas febrilmente. Sus besos tenían un sabor tan delicioso que la hacía querer más. Recorrió todo su cuerpo tenso con las manos, agarrando cada uno de sus músculos.
'¿Debería detenerlo? Tal vez sí', pensó Alice. Anoche había estado borracha, pero ya no. Sin embargo, no tenía fuerzas para hacerlo. Deseaba esto tanto como él. Lo deseaba tanto.
Los dedos de Ivan quemaron su piel, viajando arriba y abajo de esa camisa blanca para explorar sus curvas. Alice gimió cuando él pellizcó sus p*zones endurecidos, y se derritió al sentir su boca sobre ellos.
La lengua de Ivan hacía maravillas con sus s*nos. Sus manos y dedos los apretaban y acariciaban como si fuera un experto. Todo lo que ella sentía era su propio deseo que se hacía más grande con cada segundo.
Estaba perdida y fuera de control por ese hombre.
"¿Quieres que me detenga?", preguntó Ivan repentinamente. Alice lo miró a los ojos, y fue como vislumbrar dentro de su alma. Ella ya conocía la respuesta, así que negó con la cabeza.
Con él, no había posibilidad de parar esto para ella.
Ivan se deshizo de sus pantalones cortos y enrolló sus fuertes brazos alrededor de las piernas de Alice, posicionándose justo en medio de sus muslos abiertos. Ella envolvió su cintura con sus muslos para permitirle todo el acceso. Alice sabía que no debería hacer eso, pero con él se sentía tan bien y natural.
Ivan agarró su m*embro y lo introdujo lentamente en ella. Alice dejó escapar un suspiro de alivio y gimió con cada embestida cuando lo sintió moverse, siguiendo su ritmo mientras desbordaba pasión.
Pronto la dulce tensión empezó a crecer en lo más profundo de ella.
'Finalmente encontré al hombre adecuado', pensó Alice justo antes de explotar.