Capítulo 78
1592palabras
2022-08-14 00:00
"¡Está muy bien! ¡Yo espero que para entonces, aún recuerdes lo que me dijiste!", esgrimió.
Siendo honesta, Martha no le daba crédito a las palabras de Laurel.
Aunque Gregary era un tipo dominante y cruel, no dejaba de ser guapo. Y en un época como esta solo importaba la apariencia exterior. Por otra parte, él  tenía dinero y tanta era su riqueza que no se le agotaría en generaciones venideras.

Este tipo de hombre semejaba a la amapola, una flor muy peligrosa pero cargada de un encanto infinito.
Aunque él no era una taza de té dulce, ¡tenía que admitir que a muchas chicas les atraía su tipo!
La expresión de Laurel quedó petrificada al preguntarse: ¿por qué todos quieren pensar que yo estoy enamorada de Gregary?
Su hermano dijo lo mismo, ¡y ahora Martha también lo repetía!
En vista de esto, su expresión se volvió seria. "¡En verdad no me gusta lo que están pensando!", dijo.
"Solo te lo estoy recordando, por lo tanto no tienes porqué ponerte nerviosa, y menos estar dando explicaciones. ¿Cómo decirlo? ¡Hombres como Gregary no son del mismo mundo que nosotros!", expresó.

"¡Vamos! ¡Vamos!", los ojos de Laurel dieron signo de esquivar el asunto, por eso respondió malhumorada: "¡Eres tan molesta que ya pareces una abuela!"
"¡Mira, yo estoy sintiendo que me desprecias! Por eso ahora dejaré de hablar del tema. ¡No vengas después a llorar cuando te pase algo malo!", advirtió la amiga.
En efecto, Martha no tuvo más remedio que darse por vencida al ver que no podía persuadirla.
Las dos estaban ocupadas limpiando la habitación. El lugar finalmente se acercaba más a parecerse a un hogar.

"Martha, si no fuera por ti, estaría cansada haciendo todo esto sola. ¡Te invitaré a cenar esta noche!", propuso Laurel.
Martha sabía que ahora mismo andaba escasa de dinero, así que optó por acostarse en el sofá y relajarse.
"Vamos a comer estofado en casa. ¡Yo estoy tan cansada que no tengo ganas de salir!"
"Entonces, ¿qué tal si descansas aquí mientras yo salgo a comprar algo?" sugirió Laurel.
"¿No necesitas que te acompañe?".
"Yo solo voy a comprar algunas verduras. Puedo hacerlo eso sola. ¡Descansa, no te preocupes!", indicó.
Laurel decidió salir sola de la habitación llevando su bolso colgado en el brazo.
La zona que recorría tenía un aspecto desgastado, además el vecindario contiguo lo estaban demoliendo. Ella siguió caminando, y le tocaba pasar por un callejón oscuro y las luces de la calle no servían. 
Este era su primer día por aquí y no esperaba que le ocurriera nada.
Ahora lamentaba haber rechazado la compañía de Martha. Pero ya no tenía más remedio que armarse de valor. Por eso encendió la linterna de su teléfono y caminó con la luz encendida.
¡De pronto se escuchó un estallido!
Y luego alcanzó a oír el sonido de algo que caía al suelo.
El susto la hizo temblar. Seguidamente, tragó saliva y miró hacia la dirección de donde provino el sonido.
Pero tan pronto como se dio la vuelta, y antes de que pudiera evaluar la situación con claridad, unas manos cubrieron su boca
"Ah..." Laurel comenzó a sudar frío, pues estaba tan asustada que sus manos temblaban, además su teléfono cayó al suelo. Con el "¡clank!" que sonó, los alrededores sucumbieron completamente a la oscuridad.
"¡No grites!", escuchó que le decían. "¡Te mataré si lo haces!", la amenazaba.
La inesperada y dura advertencia que llegó a sus oídos, era la voz de un hombre, y se escuchaba baja y magnética, como si se estuviera reprimiendo algún dolor.
Laurel estaba tan atrapada por el susto que sus piernas se debilitaron, ni siquiera se atrevió a respirar y comenzó a tener dificultad para hacerlo.
¿Se había encontrado con un maleante? ¿Qué debería hacer ahora?
Ella sintió que el amplio pecho del hombre estaba presionado contra su espalda. Por esta razón, podía sentir el cálido aliento del cuerpo y el fuerte latido de su corazón.
Entre otros, detectó un fuerte olor a sangre.
¿Acaso este hombre se encontraba mal herido?
"Hmm..." Sin embargo, Laurel luchaba para escaparse.
"¡No llores!" El hombre estaba perdiendo la paciencia. Ella sintió que un objeto duro le presionaba la cintura. "No hagas ruido. ¡Yo no te haré daño! Por favor, llévame a un lugar seguro, estoy herido. ¡Vamos, date prisa!", ordenó.
Sin duda que era una pistola, cuyo cañón apuntaba directamente a su espalda.
La expresión de Laurel era de alerta, mientras comenzaba a sudar copiosamente. 
Ella pensó en Ansel. Por supuesto, ¡Él era todavía un niño y no podía crecer sin una madre!
"¡Apresúrate!", insistió el hombre. Y esta vez, ella escuchó con mayor claridad. 
Ahora su corazón estaba repentinamente en shock. Esa voz... y el olor del hombre... ¿Qué le evocaba?
¿Podría ser él? ¡Pero era imposible que fuera él!
Laurel se pellizcó la palma de la mano con el propósito de alcanzar la calma. Después condujo al hombre a un lugar más oscuro y apartado.
Él respiraba con agitación, mientras el olor a sangre que emanaba se volvió más denso, por lo que la fuerza utilizada para acallar la mujer se debilitó e, incluso, su boca puesta contra la espalda de ella, se bajó.
Laurel entonces aprovechó la oportunidad que le cedió y levantó el brazo para golpearlo por la cintura.
"Mmm..." Entonces el hombre emitió un gemido ahogado, y su alto cuerpo cayó de bruces hacia atrás.
"¡Ah!" Sin embargo a Laurel no le importaba lo que le sucedió y corrió con desespero a un lugar iluminado.
El viento sopló más allá de sus oídos, pero Laurel no pudo sentirlo, ya que salió corriendo estrepitosamente del callejón y se dirigió a la carretera principal. Finalmente, sintió que se encontraba viva.
"¡Ayuda...!" Pero justo cuando estaba a punto de pedir auxilio, apareció un grupo de hombres vestidos de negro que corrían desde la entrada del callejón.
Todos se veían ferozmente imponentes. Algunos sostenían palos en sus manos, mientras que otros llevaban pistolas...
Al recordar al hombre que yacía herido en el callejón, ella inmediatamente se calló.
Precisamente vino a surgir ese hombre diciendo que estaba herido y pidiéndole que lo llevara a un lugar seguro...
Eso no fue bueno, pensó. Esta gente vino después por ese mismo hombre.
El corazón de Laurel comenzó a latir tan rápido que casi se le salió por la boca.
Cuando uno de los hombres de negro la vio salir del callejón, le gritó con fuerza: "Oye, ¿tú no viste a un hombre herido por aquí?"
"No... ¡Yo no...!" Los ojos húmedos por el pánico de Laurel estaban llenos de timidez, y ella temblaba cuando quería decir algo.
"¿Por qué estás temblando?", le preguntó uno de los tipos. "¡Yo no te hice nada!"
"¡No pierdas el tiempo! Hay cosas más importantes que hacer. No lo dejemos escapar. Esta es una buena oportunidad para atraparlo. ¡Seguro que no volverá a suceder la próxima vez! ¡Él debe estar herido y por eso no ha podido ir muy lejos! ", dijo.
"¡Esta mujer es tan tímida! ¡Yo no creo que se atreva a mentir! ¡Vamos!", concluyó.
Al ver que el hombre de negro que le salió al paso agarró otra dirección, Laurel se palmeó el pecho con miedo y corrió hacia un lugar donde había gente.
Sin embargo, detuvo la marcha luego de avanzar unos pasos.
Ella se maldijo en su interior y se culpó a sí misma por ser una "estúpida", después dio la vuelta y regresó a prisa.
Pero cuando regresó al lugar donde el hombre cayó desmayado, percibió que el olor a sangre era más fuerte.
Ahora su mente estaba hecha un lío. Buscaba el teléfono, pero no dejaba de temblar y tropezar, hasta que halló el aparato que aún se encontraba en el suelo.  
De inmediato presionó el botón de encendido y el teléfono emitió una luz tenue dando ciertas señales.
Aún así apreció sentirse feliz y miró al hombre que seguía tirado.
Laurel casi pegó un gritó al darse cuenta de quien era, y se tapó la boca justo a tiempo para silenciarse.
¡No puede ser! ¡Era realmente él! ¡Era Gregary Stewart!
¿Acaso no había dicho Butler Lee que se encontraba en un viaje de negocios? ¿Por qué razón estaba aquí? ¿Y, además, por qué lo perseguían?
Laurel, presa del pánico, trató de llamar a Butler Lee, pero al intentarlo descubrió que su teléfono estaba roto.
"¡Gregary! ¡Despierta!" Laurel empezó a sudar. ¡Ella ahora no sabía si aquellas personas que lo seguían podían encontrar este lugar!
"Gregary, ¿cómo estás? Despierta rápido. ¡Esa gente puede venir de nuevo!"
"..." El hombre, fuera de sí. no se movió. Y no importó cuánto ella pudo gritarle, él no respondió.
Laurel, presa de los nervios, estaba muy ansiosa y a punto de llorar.
El sitio donde permanecían era un área que evidentemente estaba en construcción. Ella alumbró con la luz de su teléfono y miró a su alrededor, solo encontró un carrito de mano, de los que usaban los obreros, y estaba cerca. 
Al verlo, una idea le vino a la mente.
Entonces, hizo todo lo posible para levantar a Gregary del suelo y ponerlo de una buena vez en el carrito de mano.
Cuando terminó, el sudor frío que emanaba hace un rato, se convirtió en caliente. Hasta sus palmas estaban llenas de sudor.
Era un hombre muy pesado, y debido al esfuerzo que hizo quedó completamente agotada.
Laurel se secó el sudor de la frente y no se atrevió a quedarse allí por más tiempo. Empujó el carro de mano y rápidamente avanzó camino a casa.