Capítulo 52
1735palabras
2022-07-25 14:15
Jamás esperó Laurel que Gregary no la obligara a volver con él al castillo.
Por lo que dedujo que él no dudaba, pues, de la identidad de Ansel. Debido a eso respiró aliviada.
Lo cierto era que el heredero de la familia Stewart no podía ser manipulado y, por lo tanto, no dependería de ninguna mujer.

Empero, su actitud tan inequívoca hizo que se sintiera insegura y confundida.
¿Sería verdad, entonces, que Ansel no tenía nada que ver con la familia Stewart? ¿Existía alguna probabilidad de que esto fuera cierto?
Laurel, alcanzada por el sosiego, se sentó al borde de la cama, y examinó con cuidado los delicados y encantadores rasgos faciales de su hijo.Si alguien mirara bien de cerca sus facciones, quizá podría concluir que tenían un parecido con Gregary.  
De improvisto, la puerta de la habitación se abrió en ese preciso momento, pero Laurel, que se encontraba imbuida en un estado de profunda reflexión, no se dio cuenta.
Quien entró era Martha Brook. Ella sostenía en sus manos un ramo de flores y una canasta de frutas. Miró a la mujer que aturdida había estado mirando a su hijo, y procedió a anunciarse con una palmada en el hombro.
"¡Oye!", dijo, y agregó: "¿Qué es lo que miras? ¿Ni siquiera te has dado cuenta de que estoy aquí desde hace bastante tiempo?"

"¡Eh! ¿Quién es?" Laurel fue asaltada por la sorpresa al oír aquellas palabras, y enseguida se sintió aliviada al descubrir que era Martha. "¡Casi que me provocas un infarto!", dijo.
"Querida, observé que veías a tu hijo de una manera especial y ensimismada. ¿Qué estabas pensando?", preguntó Martha mientras colocaba sobre una mesa la canasta de frutas y ubicaba la flor en un jarrón.
Laurel palmeó la mejilla de la amiga y la miró con evidente desgano, diciendo: "Ya es suficiente que vinieras a visitar a Ansel, no era necesario que tuvieras que traer flores".
"¡En verdad, no las traje para ti!", se adelantó a decir Martha colocando en su lugar las flores, y dándose la vuelta para así tocar la frente de Laurel, con ese gesto le hacía entender que era una broma lo que había dicho. "¿Por qué estás tan distraída?", interrogó y siguió indagando: "Aún no has respondido a mi pregunta", insistió.

"Martha…", tartamudeó Laurel, y tragándose saliva preguntó con cautela: "¿Tú crees que mi Ansel... acaso se parece a alguien que conozcas?"
El corazón de Martha se agitó al escuchar semejante pregunta. Entonces se acercó y se sentó junto a Laurel, y dijo: "¿Ah, es por eso que mirabas a Ansel con tanto detenimiento? ¿Es que hallaste a ese hombre después de tantos años? ¿Y crees que se parece a Ansel?"
Laurel, cambió la expresión de su rostro, el cual cobró una férrea seriedad, y expresó: "Es que se parece...", y se interrumpió. "¡Es que se parece un poco a Gregary Stewart!", dijo en forma rotunda.
"¡Oh, Dios mío! ¿Crees que aquel hombre puede ser Gregary?", se inquietó Martha mostrándose incrédula y, por supuesto, completamente sorprendida.
Laurel rápidamente se tapó la boca. "Dios, ¿podrías bajar un poco la voz? Es que no estoy segura. No sé si en realidad es él o no. ¡Yo solo estoy intrigada por todo esto y tratando de adivinar!"
"¡Adivinar!", saltó Martha, quien de inmediato se animó y se acercó al niño para comprobar si había alguna coincidencia entre ambos: "¡Déjame ver! Ansel, pues, tiene las cejas gruesas, la estructura de su nariz es afilada, y los labios son de forma delgada...", dijo.
"Laurel... Bueno... Sí... Ellos tienen cierto parecido, pero ¿no crees... que Ansel también puede parecerse a Fabian?", exclamó Martha.
"¿Te refieres a Fabian Cooper?" , la cara de Laurel de pronto cambió ligeramente, por lo que no pudo dejar de sonreír. "¡Eso es completamente imposible!", respondió.
Al mencionar a Fabian, Martha suspiró con profunda emoción, y dijo: "Creo que en ese entonces, tú estabas enamorada de él, pero de repente lo pusiste a un lado y te fuiste del país. Después él comenzó a salir con la chica más linda del campus. ¡Fue, en verdad, una lástima! Yo siempre pensé que tú y él terminarían juntos, pero, ¿por qué decidiste que acabara todo así?", dijo con curiosidad.
Sin embargo, al escuchar el nombre de Fabian, Laurel sintió un punzada de dolor en su corazón.
Recordó que él había sido su primer amor, un hermoso sueño de su juventud. Y aunque alguna vez pensó que después de cinco años no sentiría nada extraordinario al escuchar su nombre, resultó que todavía aquel recuerdo tan dulce le hacía doler el corazón.
Tal vez por eso su rostro se mostró un poco pálido: "¡Martha, deja ya de mencionar el pasado! Él seguramente estará ahora viviendo una buena vida...", exclamó.
En un principio quiso preguntar cómo estaría él, pero le pareció que de todos modos no había necesidad de preguntar por algo que se quedó en el pasado.
"Laurel, ¿es que aún no lo has olvidado? Te aconsejo que lo hagas. Fíjate, él todos estos años ha salido con Bella del campus y ellos tienen una buena relación. ¡Recientemente, pude escuchar que se van a comprometer!", dijo Marta con algún signo de preocupación.
Cuando escuchó esto último, el corazón de Laurel se comprimió, pero al entender la situación, sintió un gran alivio.
Mientras él sea feliz con su pareja, para ella sería el mejor de los finales. 
"Martha...", comenzó a decir: "Ya yo soy madre de un niño. ¡Y sé qué hacer!"
"Laurel...", dijo Martha experimentando un dolor en el corazón por todo lo que escuchaba, por ello puso sus brazos alrededor de los hombros de su amiga y suspiró. "No quiero seguir ahondando en el tema. ¡Mi único temor es a que te lastimes a ti misma por todo lo que ha sucedido en tu vida!"
Laurel, buscó apoyo en el hombro de Martha y, al mismo tiempo, miró a Ansel con determinación. "¡No, no lo haré!", manifestó, y continuó diciendo: "¡Yo no me casaré con nadie mientras viva! Lo he decidido: ¡Voy a pasar lo que me queda de vida al lado de Ansel!"
En el pasado no pudieron juntarse, y ahora, era imposible que volvieran a encontrarse. ¡Ella aún creía conservar el sentido de la propiedad!
"¿De qué hablas? ¡Cásate cuando encuentres a la persona adecuada!", aclaró Martha, quien verdaderamente estaba angustiada por ella y ya no podía evitar regañarla.
De pronto algo le vino a la cabeza y preguntó: "¿Pero qué fue lo que pasó la última vez que se vieron? Gregary, acaso, siguió poniéndote las cosas difíciles, ¿o no?"
Recordó que ese día, cuando Atwood se la llevó, ella llamó a Martha y le dijo que se había ido a casa. Entonces le pidió a Martha que llamara a su hermano si no le creía lo que le estaba diciendo.
Pero cuanto más pensaba Martha el asunto, más extraña se sentía. ¿Por cuál razón le estaba pidiendo que hiciera una llamada telefónica a su hermano si, en todo caso, Laurel ya se había marchado a su casa?
¡Parecía que en esta trama subsistía una especie de pista!
En ese momento Martha estaba muy confundida, por eso decidió llamar a Hogan y pudo descubrir entonces que efectivamente Laurel no fue a casa ese día, en absoluto.
Originalmente, quería que fuera con Hogan para recoger a su amiga, ¡pero, simplemente, le tenía mucho miedo a Gregary!
Martha pensó que no quería estar importunando si no pudeiran llevar a Laurel a salvo, por eso desistió de la idea de seguir insistiendo.
Mientras escuchaba todo esto, Laurel se negó moviendo la cabeza, y dijo: "¡No! Es que fue gracias a él que Ansel se pudo salvar..."
Seguidamente, pensó en la promesa que le había hecho a Gregary. Ahora Laurel dudaba si debía o no contárselo a Martha.
"¡Eso ha sido bueno, entonces! Yo solo espero no tener nada que ver con esa criatura infernal en algún futuro. ¡En verdad, me muero de miedo cada vez que veo su rostro!", dijo Martha revelando con sus palabras el temor que sentía.
"..." A todas estas Laurel se tuvo que tragar las palabras que casi se le escapaban. 
Afortunadamente, guardó silencio. Si Martha llegara a saber lo acordado entre ella y Gregary, definitivamente la regañaría con mucha razón.
Ahora sentía un persistente dolor de cabeza cada vez que pensaba en el acuerdo al que había llegado con Gregary.
¿Ella, de verdad, tenía que ir a su casa por la noche? ¡Ahhhh!, exclamó como si fuese una forma de relajarse en medio de semejante torbellino.
Cuando Gregary llegó a la entrada del hospital, Albert se le acercó para ofrecerle un reporte sobre los últimos acontecimientos.
"¡Presidente...!", prorrumpió. "La directora de Alice ha sido degradada a trabajar como una simple maestra!"
Gregary lo escuchó con una gran indiferencia, y le señaló: "La próxima vez, tú mismo te debes ocupar de estos pequeños asuntos. ¡No tienes porqué estar informándome a mí!"
"¡Está bien, presidente!", dijo aceptando la orden como todo un subalterno.
Nelson, quien lo acompañaba, preguntó con curiosidad: "Gregary, ¿realmente necesitas estar dando órdenes personalmente para que rebajen de su cargo a la directora del jardín de infancia? ¿Estás desahogando tu ira por lo que ocurrió con esa niña? ¿hablas en serio?", preguntó.
"Ella reveló el tipo de sangre de Julie y, aunque solo esta vez se lo confió a Laurel, nadie garantiza de que se lo cuente a otros una próxima vez. ¡Por esta razón, debe recibir su castigo!"
Nelson, obviamente, no le creyó lo que le decía. Él arqueó sus cejas como una expesión de incredulidad, y dijo: "¿Crees que en verdad fue por eso? ¿O ha sido Laurel la causa de todo lo sucedido?"
"¡No!", salió al paso Gregary mirándolo y dejando entrever cierta tristeza por lo que acababa de escuchar: "¿Qué es lo que quieres insinuar?", reclamó.
"No habrá nacido en ti un sentimiento especial por la tal Laurel, ¿verdad?"
Gregary respondió rápidamente: "¿Cómo piensas que eso puede ser posible? Si yo tuviera sentimientos por ella, ¿tú no crees que la tendría a mi lado?"
Nelson lo miró, y haciendo un gesto rotundo se tragó todas sus palabras.
"¡Está bien! ¡Olvídate de lo que te he dicho, si acaso no lo quieres admitir! Ahora, si solo te estás aprovechando de ella, ¡ten cuidado, porque es una chica inocente y hasta se puede enamorar de ti! Otra cosa, ¿sabes? Las relaciones amorosas siempre traen complicaciones".