Antes de que Laurel Kelly saliera del baño, Gregary Stewart ya había recibido la información que le solicitó a Albert.
Gregary no podía creer lo que contenía el mensaje. Apretó discretamente sus dedos alrededor de su teléfono móvil con la intención de ocultar lo que estaba leyendo.
En cierta oportunidad sintió curiosidad en buscar si en el mundo había un tipo de sangre idéntico al suyo y al de Julie. En ese entonces, se enteró de que los suyos eran de un tipo especial, por lo que no halló resultados positivos.
Él sabía que entre la familia de los Stewart, solo él y Julie tenían el mismo tipo de sangre.
¡Y ahora estaba sorprendido de que el hijo de Laurel, casualmente, poseyera el mismo tipo de sangre que el suyo y el de su hija!
Si no fuera por el hecho de que no podía acercarse a las mujeres, y a que solo se acostó con Diana Ross hace cinco años, y cinco años después tuvo relaciones con Laurel, ¡habría pensado que, definitivamente, Ansel era su hijo!
"Gregary, listo, ya terminé de lavarme. ¡Vamos!", dijo Laurel, quien se había simplemente peinado y salía dispuesta de la habitación para partir al hospital.
Ella se había atado el cabello en una simple cola de caballo y solo alcanzó a quitarse la suciedad de la cara. Parecía una estudiante universitaria y nadie podría decir que tenía la apariencia de ser madre de un niño de cinco años, no, nunca.
Al mirarla con esa apariencia tan jovial, Gregary entrecerró los ojos gradualmente.
La noche cuando él estaba drogado, ella se le acercó con ánimos de saber si la coincidencia era cierta, quería saber si su hijo tenía el mismo tipo de sangre que él.
Pero, si fuese así: ¿sería entonces una mera coincidencia? Y de ser posible: ¿podría tomarse como una ironía del destino?
Gregary emanaba de sí un aura fría, mientras miraba por la ventana del auto. Sentado en el asiento trasero su aura era tan escalofriante que parecía difícil poder pasar por alto la actitud que mantenía.
Por primera vez, ante Laurel, se revelaba una imagen diferente de Gregary. Parecía que en el fondo de su corazón estaba escondiéndose algo importante, y ella no podía entender lo que pensaba en ese momento.
Sin embargo, ella lo miraba de vez en cuando, pero él le seguía transmitiendo la misma sensación, lo cual la hacía sentir inexplicablemente nerviosa.
¿Acaso sospechaba algo?
Pero, por no tener pruebas sólidas, ella decidió ocultar la identidad de Ansel hasta el final, debido a eso se negó a confesar la verdad, aunque su vida dependiera de ello.
Por supuesto, ¡eso era todo!
"Bueno... Sr. Stewart, ¿dónde está su hija? ¿Vamos entonces al jardín de infancia a recogerla?", dijo Laurel, quien al no poder soportar más la atmósfera tensa en la que estaba involucrada, planteó la pregunta.
"¿Y quién dijo que yo quiero recogerla?", despachó Gregary girando su cabeza hacia otro lado y mirando con las cejas inmaculadas.
¿Qué cree esta mujer? ¿Cómo va él a permitir que su preciosa hija se someta a una transfusión de sangre?
"¿Eh? Entonces... ¿Qué pasa con mi hijo?", las interrogantes que formulaba Laurel comenzaron llenarla de angustia al no obtener respuestas y, por eso, lo miró con los ojos bien abiertos. "¿Vas a romper tan rápido la promesa que acabas de hacer?", volvió a preguntar.
"¡Estúpida! ¿Acaso la cirugía afectó tu inteligencia? ¿Cómo puedes ser tan tonta?", dijo él en un tono exaltado. Entonces la mirada de Gregary se posó en ella, y dijo: "¿Alguna vez escuchaste que faltaría a mi palabra?"
"..." Laurel estaba tan enojada que de la rabia contenida apretó los dientes. Se podía ver claramente las venas azules latiendo en su frente.
¡Tenía que soportarlo! ¡Y por su bien comenzaría a suplicarle ahora!
"¡Bien! ¡Muy bien! ¡todo estaré bien mientras no rompas tu promesa!", dijo Laurel preocupada por no poder contener las ganas de estrangularlo. Así fue como se resignó, giró la cabeza y miró con enojo hacia afuera por la ventana del auto.
Mientras el auto corría con dirección al hospital, la joven se recostó en el asiento trasero y preguntó: "Gregary, ¿dónde está tu hija?"
Gregary frunció el ceño. "¡Bájate ya!"
Tras escuchar lo que se presumía era una orden. Laurel agarró el reposabrazos del asiento y no lo soltó. "¡No, no, no! ¡No me bajaré hasta que vayamos a recoger a tu hija!", dijo convencida en que no estaría de acuerdo con cualquier cosa que dijera el hombre.
Sin embargo, la paciencia de Gregary se había agotado. Él endureció su mandíbula y gritó con la mano en la frente: "Laurel, no me hagas forzarte. ¡Bájate de una vez, por tu cuenta!"
"¡De ninguna manera me voy a bajar de este auto! Tú debes dejar que tu hija venga con nosotros...", exclamó Laurel al tiempo que negaba en forma determinante con la cabeza. Ella no dejaba de persistir en este asunto.
Gregary dirigió su mirada a los guardaespaldas que se encontraban detrás del coche. Quería pedirles que la sacaran de una buena vez, pero pensándolo bien, se contuvo.
Dando grandes zancadas, caminó directamente hacia el auto y agarró a Laurel por la muñeca, diciendo: "¡Eres tú la que estás actuando mal, por eso deja de reclamar que te estoy lastimando!"
Mientras él hablaba, la arrastró afuera con fuerza.
Laurel entró en pánico. Lo que ella deseaba profundamente era que Julie pudiera danarle sangre a Ansel.
Además, pensó que lo que menos quería era molestar a Gregary, en absoluto.
Pero ya que él vino sin Julie, ¿sería porque sospechaba de la identidad de Ansel?
¡Absolutamente, no! Resultaba completamente imposible que fuera así.
"¡No iré! ¡Gregory, suéltame!", decía Laurel mientras luchaba y aferraba con fuerza su otra mano a la parte trasera del auto.
En tanto, los ojos de Gregary se volvieron fríos y al perder toda su paciencia, la sostuvo directamente por la cintura, la levantó sobre su hombro y caminó con ella directamente hacia el hospital.
"¡Gregary, bájame ahora!", pedía a gritos Laurel en medio del hospital, un lugar público donde la gente iba y venía.
Que fuese llevada como un saco de arena sobre el hombro de alguien, la hizo sentir humillada.
Ya Gregary no soportaba tantos gritos, fue así que en forma decidida reaccionó con una cachetada fuerte sobre su rostro: "¡Mujer, escúchame, y deja de estar deciendo tonterías!", dijo en tono alterado.
Entonces le dio una bofetada en su espalda, por lo que Laurel quedó impactada por unos segundos y, de inmediato su carita se puso roja. "¡Gregary Stewart! ¿Cómo te atreves a azotarme...", reclamó.
Pero antes de que pudiera terminar de hablar, el hombre la azotó de nuevo.
"¿Sigues gritando? ¡Pues, te azotaré por cada frase que pronuncies!", exclamó.
"¡Oh, no…!" Laurel se sonrojó de vergüenza y se cubrió la cara. Ella miró a la multitud que se detuvo a ver el espectáculo y de repente cayó sobre el hombro de Gregary, con mucho embarazo.
La chica clavó su rostro profundamente en su espalda y dijo con gran tensión: "¡Gregary, yo no he terminado contigo!"
¿Cómo podía él tratarla así cuando ya ella era una mujer adulta?
El calor que ahora sentía en la palma de su mano se le fue transmitiendo a través de la fina tela de su ropa. Sus orejas se pusieron rojas y su ritmo cardíaco aumentó.
¡Ella se avergonzaba para enfrentarse a cualquier persona!
"¡Habrías estado bien desde un principio si te hubieras comportado así de obediente! ¿Dónde está tu hijo?"
"En la sala de emergencias...", dijo la chica en un tono más reposado.
Gregary la condujo directamente a la sala de emergencias y después de soltarla, le ordenó: "¡Pídele al médico que venga a verme!"
Ahora que ya se encontraban en el hospital y el asunto estaba en esta etapa, Laurel se convenció de que ella no era rival para él. De manera que no tenía más remedio que tomar las cosas paso a paso.
En vista de lo acontecido, Laurel fue directo a llamar al médico.
El doctor preguntó quién era el que quería verlo, así que abandonó por un momento su trabajo. Sin embargo, Laurel, al detenerlo, observó que aquel rostro mostraba una completa falta de voluntad.
Él lo pensó por un momento, mientras miraba la figura del hombre que estaba parado intimidante al fondo del corredor. Sus ojos brillaban bajo sus lentes.
No había necesidad de que Laurel le explicara toda la situación, ya que inmediatamente el médico corrió y halagó a prisa a Gregary. Aunque, antes de llegar hasta donde se encontraba el hombre se limpió las manos y lo vio con una cara complacida, diciendo: "Sr. Stewart, ¡he oído hablar mucho de usted! ¡Es un honor para mí poder ayudarlo!"
"..." Gregary, por su parte, se mostró indiferente y distante, mientras ignoraba la mano que el médico le tendía. "¿Cuál es la situación del niño?", preguntó de inmediato.
El médico, al darse cuenta de la indiferencia de Gregary, retiró torpemente su mano, pero no se atrevió a mostrar ningún descontento y explicó con detalle la situación de Ansel.
El doctor respondió a todo lo que Gregary le preguntó. Al final, incluso, se ocupó personalmente de lo relacionado con la transfusión de sangre que necesitaba Ansel bajo sus ordenes.
Laurel se quedó muda al ver a los dos hombres conversar sobre el caso. Para ella Gregary parecía tener la misma prerrogativa donde quiera que fuera.
Pero... si ella no hubiera escuchado mal hasta solo un momento...
"Gregary, ¿vas tú a someterte a una transfusión de sangre para Ansel?", preguntó incrédula.
"¿Por qué te extraña? ¿Acaso sigues insistiendo en que sea mi hija? Yo prometí salvar a tu hijo y no romperé mi promesa. Para ser honesto, en todo esto solo has puesto a relucir a mi hija, una y otra vez. ¿Tienes algún secreto oculto?", inquirió de manera inquietante.
De inmediato Laurel se puso alerta y sonrió tímidamente, y dijo: "¡No me atrevería! ¡Simplemente no sé qué tipo de sangre tienes! ¡Jaja!"
La mirada de Gregary profundizó en su interior, era como si él pudiera ver lo que sucedía en el fondo de su alma.
"¡Mejor que sea así! ¡Recuerda que mi hija es mi princesita y no acepto que nadie se meta con ella!"
"¡Sí, sí, claro! ¡No me atrevería a comprometerla en ninguna situación! ¡Lo juro! ¡Está bien, el doctor te está esperando allí, así que adelante!" Seguidamente, Laurel lo empujó para que caminara en dirección al laboratorio.
El rostro de Gregary se nubló con una reacción confusa: "¡Cómo te atreves a darme órdenes! ¡Y a mandarme! ¡Humph! ¡Deberás compensarme esta noche!"