Atwood subió detrás de Gregary, observando cuidadosamente cada expresión en su rostro.
Él ya sabía que Laurel tenía un hijo, pero aun así la llevó al castillo para hacerle una broma a Gregary. El incidente claramente causó una gran vergüenza y Atwood se dio cuenta de que podría haberse pasado de la raya con su broma.
"Gregary, qué pena, nunca me imaginaba que las cosas iban a terminar así".
Gregary lo interrumpió con frialdad y le preguntó otra cosa: "¿Dónde está ese hombre?".
"¿Quién?". Cambió tan rápidamente de tema que Atwood apenas tuvo tiempo de reaccionar. Sus ojos se iluminaron y dijo: "¿Te refieres a la persona que te dio la droga?".
"Exactamente, necesito saber dónde está".
Era obvio que Gregary ya no quería hablar de Laurel. Atwood le contestó: "Le pedí que se arrodillara en la puerta durante unas horas, luego hice que mi gente le diera una paliza. ¡Ahora seguramente está bastante cooperativo!".
Gregary puso a la niña en su regazo y se sentó frente a la computadora. Encendió el monitor de vigilancia y abrió la pantalla exactamente donde se podía ver la puerta.
Ahí pudo ver al hombre de mediana edad y de aspecto miserable, estaba arrodillado, cubierto de moretones y heridas por todas partes.
Cuando Atwood pasó junto a él con Laurel, la muchacha se encontró con los ojos del hombre pero ella inmediatamente desvió la mirada. No intercambiaron ni una sola palabra.
Luego, en las imágenes se veía que ese hombre imploraba piedad, pero Atwood no tuvo clemencia.
El comportamiento de Laurel se mantuvo frío. Sus ojos no dejaron ver emoción alguna, como si estuviera mirando a un completo extraño.
Entonces, se dio cuenta que esa noche, obligaron a Laurel a intimar con él. ¡Ella no le había tendido una trampa! No tenía intención de chantajearlo.
Gregary agarró el mouse con fuerza y de repente dijo: "¡Albert, ven aquí!".
Albert apareció en menos de un segundo y dijo: "¿Qué puedo hacer por usted, señor?".
"¡Prepara un cheque por un millón de dólares y envíaselo a Laurel Kelly como gratificación por este incidente!".
Él, Gregary Stewart, nunca se aprovecharía de una mujer. Como ella no participó voluntariamente, un cheque de un millón de dólares debería ser suficiente para compensarla.
"¡A la orden, señor!". Albert se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta inmediatamente.
Si se apuraba lo suficiente, podría alcanzarlos a tiempo. Después de todo, uno de ellos no podía moverse libremente y le tomaría tiempo manipular su silla de ruedas.
Albert los logró alcanzar y le entregó el papel a Laurel. Ella comenzó a temblar de rabia cuando vio el cheque.
¿Gregary de verdad pensaba que era una mujer que vendía su cuerpo por dinero?
La rabia que ardía en sus venas se convirtió en una risa burlona cuando recordó las humillantes palabras de Gregary. Tomó el cheque y lo rompió en pedazos. "Dígale que me importa un pepino su asqueroso dinero. ¡Espero que se mantenga lo más lejos posible de mi!".
Albert estaba completamente pasmado.
¡Era un cheque por un millón de dólares!
Hogan pudo darse cuenta de lo que estaba pasando al verla romper el cheque y escuchar un poco de la conversación entre los dos.
Sus manos se apretaron silenciosamente. Miró a Albert y manteniendo la calma dijo: "¡Laurel, vámonos!".
Gregary realmente no era un buen partido para ella. Incluso si la buscaba ahora, podía apostar que su interés no duraría mucho.
Laurel se pudo relajar tan pronto como llegaron a casa.
"¡Ansel! No vuelvas a hacer eso la próxima vez. ¿Sabes lo que te podría pasar si golpeas a Gregary Stewart?".
Ansel sin el más mínimo arrepentimiento le dijo: "No me importa. ¡Él te estaba molestando!".
Laurel abrazó a su hijo, sintió que la ternura llenaba su corazón. "Lo siento, ¡no debería regañarte! Sé que me estabas defendiendo, pero no quiero que te pase nada. De lo contrario, ¿qué voy a hacer?".
"¡Mami!". El niño cariñosamente le devolvió el abrazo. No quería ver que su madre estuviera triste.
En ese momento, Ansel tomó una decisión en secreto. ¡Se comprometió a crecer rápidamente para proteger a su mamá de los hombres malos!
Especialmente de ese señor, Gregary Stewart, que ya había molestado a su mamá varias veces. Ese tipo era tan odioso.
Hogan se acercó y preguntó cautelosamente: "Laurel, ¿te pasó algo?".
Una expresión sombría apareció en sus ojos, sin embargo, ella negó con la cabeza y dijo: "¡Estoy bien! ¡Lo siento! Casi te lastiman hoy...".
Cada vez que recordaba la situación peligrosa en que estuvieron, no podía evitar el sentir algo de miedo.
Hogan sonrió: "¡Niña tonta, soy tu hermano y estoy aquí para cuidarte! Si no te parece suficiente, entonces búscate un hombre adecuado para ti y para Ansel. ¡No te preocupes más!".
Mientras su hermano hablaba, Laurel se congeló. Se sumergió en sus pensamientos.
La mujer no tenía ninguna formación académica y era madre soltera. ¿Qué hombre podría enamorarse de ella?
¡Incluso Gregary la acababa de humillar hace un momento!
Pero, ¿por qué estaba pensando en ese hombre de nuevo?
¡Pum! Laurel tenía que hacer algo para sacar a la fuerza a Gregary de su cabeza.