Capítulo 38
683palabras
2022-07-21 09:36
Hogan Kelly levantó la cabeza y contempló la figura de un hombre en lo alto de la escalera.
Lo observó con mucha atención y notó que tenía una presencia en extremo dominante. 
'¡Debe ser Gregary Stewart, el legendario presidente del Grupo Stewart!', pensó.

Corría el rumor que, incluso a su corta edad, era despiadado e intrigante. No obstante, era muy bien parecido.
Y parecía que los rumores no eran falsos. De hecho, tenía una apariencia llamativa y los ojos tan profundos como un pozo antiguo. Su aura era imponente, como si fuera capaz de derribar a sus enemigos con una sola mirada.
Aun ante la amenazadora presencia de Gregary, Hogan se mostró imperturbable, disimulando los nervios.
No entendía por qué un hombre tan poderoso querría tener algo que ver con su hermana.
"Siento mucho molestarlo, señor Stewart, no sé qué hizo Laurel para ofenderlo. ¡Le pido disculpas en su nombre! ¿Sería tan amable de dejarnos ir?".
Sus ojos se encontraron, había cierto suspenso en el aire. Hogan suavizó su mirada y asintió levemente. Tenía una expresión cordial en su rostro.

Laurel palideció en cuanto escuchó ese nombre. Giró la cabeza con pánico para mirar hacia las escaleras.
Aunque su corazón se reconfortó al saber que su hermano había venido a rescatarla, se preocupó porque Gregary obviamente iba a molestarse, conociendo sus impredecibles cambios de humor. No sabía cómo podría reaccionar.
'Mi hermano perdió ambas piernas. ¡No puede soportar más sufrimiento!', pensó preocupada. El corazón de la chica estaba sumamente acongojado.
Laurel agarró la mano de Hogan y con un rápido movimiento se paró frente a él para protegerlo. Ella dijo nerviosa: "¡Gregary, déjanos ir! ¡Me prometiste hace un momento que me dejarías ir!".

"¡Hummm!". Los ojos del hombre se posaron en las manos de Laurel y Hogan, una mano sujetando con fuerza a la otra. Resopló y bajó las escaleras.
Parecía que tenían muy buena relación, pero, ¿y qué si ese era el caso?
En su opinión, los hombres que permitían que sus esposas sirvieran alcohol en un lugar tan peligroso eran unos inútiles. ¡Ni siquiera podían proteger a sus propias mujeres!
Y aun así esta est*pida trataba de proteger a su cobarde esposo. ¿Había rechazado al soltero más codiciado de la ciudad, por este inepto?
Gregary no pudo evitar sentir que la ira inundaba su cuerpo.
Sus ojos eran como la tinta, de un color negro tan profundo que no daban pista alguna de sus emociones.
Gregary metió ambas manos en los bolsillos, revelando el lado interior de su bata, se detuvo frente a Hogan.
En contraste, Hogan tuvo que levantar la cabeza para encontrarse con los ojos del hombre, sintiéndose en una posición muy débil.
De pronto, una pistola plateada apareció en la mano de Gregary, apuntando directamente a la frente de Hogan.
La escena fue como un relámpago para todos los presentes.
Hogan se conmocionó por un instante, pero recuperó la compostura rápidamente. Levantó los labios en una mueca torcida. "Señor Stewart, ¿qué significa esto?".
"¡No la voy a dejar ir!". Gregary quitó el seguro de su arma antes de responder a la pregunta de Hogan: "¡Dije que no la dejaré ir! Ya que sabes quién soy, conoces mis reglas. ¡No me gustan las amenazas!".
La expresión de Hogan cambió ligeramente, aunque quería mantenerse tranquilo, sus manos comenzaron a sudar.
El rostro de Laurel palideció e inmediatamente se arrodilló ante Gregary. Ella lo tomó del brazo en un movimiento apresurado, el mismo brazo con el que sostenía el arma.
"¡Por favor no lo mates! ¡Mátame a mí, yo fui la que te desobedeció!".
"¡Laurel! ¡Levántate!". Hogan estaba ansioso y enojado al mismo tiempo. No esperaba que ella dijera tal cosa, la tomó del hombro pero no pudo levantarla porque no tenía fuerza en las piernas.
Laurel ni siquiera volteó a ver a su hermano. Alzó la cabeza y miró a Gregary con ojos llorosos. "Te lo ruego. ¡Déjalo ir, haré lo que quieras!".
El hombre la miró con condescendencia. Le pellizcó la barbilla con sus dedos fríos, se acercó a sus oídos y riéndose, le dijo en voz baja: "¡Vaya!".