Capítulo 32
679palabras
2022-07-19 14:15
Laurel abrazaba a Ansel con fuerza mientras miraba con cautela a los guardaespaldas.
Ellos permanecían inmóviles, manteniéndola perfectamente vigilada. Aunque quisiera enviar una señal de ayuda, no podría hacerlo.
De pronto, en su bolso sonó el teléfono.

Sus ojos se iluminaron, como si estuviera ahogándose y agarrara un salvavidas.
"Voy a tomar la llamada. Ya que me están pidiendo ayuda, puedo contestar, ¿verdad?"
Silencio total. Los guardaespaldas se quedaron como robots. 
Después de un momento, uno de ellos dijo: "Puede contestar, pero si dice algo que no deba...".
El guardaespaldas puso una brillante navaja suiza en el cuello de Ansel.
"¡No! ¡Guarda eso! ¡Sé exactamente lo que tengo que hacer!". El color desapareció de su rostro envuelta en pánico y su corazón comenzó a latir salvajemente. Mientras miraba la navaja, podía sentir los músculos de su cuerpo tensarse.

Contestó y se oyó la voz ansiosa de Martha: "Laurel, ¿dónde te has metido?".
La mujer miró al guardaespaldas y respiró hondo, tratando de mantener la calma. "Martha, ocurrió una emergencia en casa. Ansel y yo nos tuvimos que ir. ¡No te preocupes por nosotros!".
Martha respondió vacilante: "¿Cómo? ¿Te has ido a casa? ¡Bueno, está bien! Llámame cuando llegues, ¡no me dejes con el pendiente!".
"Todo está bien. ¡Si no me crees, pregúntale a mi hermano! Hablamos más tarde. ¡Tengo que colgar!".

"Está bien... ¡hasta luego!".
Laurel colgó el teléfono a toda prisa y lo sostuvo con fuerza entre sus manos.
¡Con suerte, Martha había entendido el mensaje y buscaría a alguien para salvarlos!
...
Al mismo tiempo, en el majestuoso castillo...
Diana se tiró al suelo junto con lo que quedaba de su dignidad, las lágrimas corrieron el maquillaje de su ojos. 
Suplicando, le jalaba el pantalón: "¡Gregary! ¡Me equivoqué!".
El hombre empujó su mano con disgusto. La expresión de aborrecimiento era obvia en sus ojos fríos y oscuros.
Para entonces, su aversión por Diana se había disparado.
La mujer estaba completamente desesperada.
Ella deseaba que apreciara lo que ella hacía por él, pero, lo que ocurrió fue que Gregary tomó su computadora y le mostró las imágenes de cuando ella, en la cocina, le estaba poniendo droga a su café. Se había dado cuenta de todo.
No pudo decir absolutamente nada, la evidencia era cien por ciento clara.
Gregary la miró con desdén, como si estuviera mirando una sucia nulidad.
La única razón por la que la aguantaba era porque ella era la madre de Julie y sin duda se preocupaba mucho por su hija. Pero al ver en lo que se había convertido, ¡se le estaba terminando la paciencia!.
Gregary le dijo con frialdad: "Diana Ross, a partir de este momento, ¡tienes prohibida la entrada al castillo!".
"¡No! ¡Por favor!, no puedes hacerme esto. ¡Soy la madre de Julie!".
"¡Llévatela entonces! ¡Si insistes en pelear, Julie ya no tendrá madre a partir de ahora!".
Varios guardaespaldas se acercaron a Diana.
La mujer cerró la boca y se mordió los labios, las lágrimas corrían por su rostro como una cascada. Gregary, sin embargo, permaneció imperturbable.
Si no hubiera sido por el bien de Julie, habría arrojado a esta mujer por la ventana para alimentar a las bestias.
Poco después de que se llevaran a Diana, trajeron a una chica delicada y de aspecto inocente a la habitación de Gregary.
En los ojos de Laurel se notaba cierto asombro mientras miraba la grandeza de todo lo que la rodeaba.
El lugar parecía un castillo imperial. Era difícil creer que fuera de propiedad privada.
Era evidente que el dueño era una persona financieramente capaz y podría resolver cualquier asunto con un chasquido de dedos.
El castillo estaba fuertemente custodiado, por lo que era imposible escapar. Además, al llegar, de inmediato se llevaron a Ansel a otro sitio.
No tenía manera de irse. Solo le quedaba rezar en silencio.
En su corazón, esperaba que este hombre llamado Atwood estuviera pidiéndole ayuda con sinceridad.
Sin embargo, cuando llegaron al pasillo del segundo piso, se escuchó un grito desde uno de los dormitorios.
Se percató que era el grito desolado de una mujer.