Laurel miró al apuesto extraño, quedó completamente pasmada.
No podía creer que ese hombre tan guapo estuviera hablando con ella, aunque viéndolo bien, tenía un aspecto siniestro.
Laurel volteó a los lados para ver con quién estaba hablando. Se señaló a sí misma con el dedo y preguntó con incredulidad: "¿Me estás hablando a mí?".
Los ojos de Atwood, detrás de sus lentes oscuros, escanearon a Laurel de arriba abajo.
Se veía mejor en persona que en las fotos, sus ojos eran claros y hermosos.
Su cabello estaba recogido en una simple cola de caballo y traía un vestido con estampado floral que complementaba perfectamente su carita bonita, dándole un aire de inocencia.
La confusión en su rostro la hacía lucir muy interesante.
¡Pensó que podría ser una buena pareja para Gregary!
El hombre se quitó los lentes oscuros y se acercó a Laurel. Su hermoso rostro apareció de repente justo en frente de ella. Dijo con una vaga sonrisa: "¿Acaso hay alguna otra mujer llamada Laurel Kelly aquí?".
Ella frunció el ceño. Le cayó mal ese comportamiento tan arrogante. ¿Cómo era posible que un perfecto extraño, se acercara así y simplemente le pidiera que se fuera con él?
Su sexto sentido le advirtió del peligro.
Lo tomó con cautela, dio dos pasos hacia atrás.
Laurel rápidamente hizo memoria y se dio cuenta que era la primera vez que veía a este sujeto.
"¡Disculpa, no te conozco! ¿No me estarás confundiendo con alguien más?".
El rostro de Atwood reflejaba mucha seguridad, sus ojos sensuales parpadeaban hacia ella.
"Señorita Kelly, mi nombre es Atwood Perry. ¡No se ponga nerviosa! ¡Sé que necesita dinero para la enfermedad de su padre! Uno de mis amigos está en problemas y, si está dispuesta a ayudarlo, podría presentarte a los oncólogos más reconocidos del mundo. Y no se preocupe, ¡el dinero no sería un problema!"
Era muy tentador el trato que le estaba ofreciendo.
La mujer tomó la mano del muchacho con fuerza, sus pupilas se dilataron.
¿Cómo se enteró de los asuntos de su familia? ¡Y hasta se sabía los detalles!
Su mano lo apretaba con tanta fuerza que le causaba algo de dolor. Al mismo tiempo, el chico podía sentir el nerviosismo de su madre.
Aunque el hombre era bien parecido no le dio buena espina, su comportamiento estaba siendo un poco agresivo.
Ansel soltó la mano de Laurel y se paró frente a ella, puso cara de pocos amigos y le preguntó: "¿Quién eres? ¿Por qué mi madre debería irse contigo?".
Atwood estaba tan enfocado en Laurel que no había prestado atención al muchacho que estaba a su lado.
No la investigó previamente, pero sabía que ella necesitaba dinero porque Martha se lo había mencionado.
Sin embargo, cuando escuchó a Ansel decir que era su madre, se quedó atónito, como con un gran bloqueo mental. De hecho, le tomó un tiempo entenderlo.
¿Esta mujer tenía un hijo tan grande?
Entonces, ¿Gregory se acostó con una mujer que ahora era mamá?
¡Ja ja! ¡Asombroso! ¡Ese tipo debe estar loco!
Casualmente, su pasatiempo favorito era ver a Gregary enfurecido. Después de todo, él era víctima frecuente de sus intimidaciones.
"Señorita Kelly, esta oportunidad no se presenta todos los días. ¡Será mejor que la aproveche! Le prometo que es muy simple. No le pediremos que provoque un incendio ni que lastime o asesine a nadie, quédese tranquila".
Laurel apretó los dientes. "¿Cómo sé que no me estás mintiendo?".
Ansel gritó: "¡Mami! ¡No le creas! ¡Encontraremos otra manera de ayudar al abuelo!".
Atwood se encogió de hombros con impotencia. "Parece que no hay de otra. Me crean o no, no importa, ¡no tienen otra opción! ¡Chicos, llévenselos!".
Mientras hablaba, varios guardaespaldas se bajaron de un auto negro y metieron a Laurel y Ansel a la fuerza.
Cuando Martha regresaba de comprar la carne seca, alcanzó a ver el llamativo auto deportivo desde lejos.
Ella levantó las cejas y pensó: '¿Atwood estuvo aquí?'.
Sin embargo, cuando llegó a la plaza, tanto Laurel como Ansel se habían ido.