Un destello de rechazo parpadeó en los ojos brillantes de Julie, por lo que se abrazó más al cuello de Gregary con sus pequeñas y regordetas manos.
Desafortunadamente, los adultos no notaron este pequeño cambio, y pensaron que la niña simplemente dependía demasiado de su padre.
Por su parte, Gregary se sintió bastante complacido cuando vio que su preciosa hija dependía tanto de él, pero al mismo tiempo sintió pena por ella. Entonces, suspiró con descontento ante Diana y caminó hacia el castillo sin mirar atrás.
Al ver esto, Diana apretó los dientes con ira. ¡Cómo se atrevían a ignorarla así!
Con la mirada fija en la espalda de Julie, observó la figura de Gregary que se alejaba con la niña en sus brazos. Una crueldad palpable relucía en sus ojos de manera asombrosa, la cual no tenía nada que ver con el tierno sentimiento del amor maternal.
Por otro lado, el mayordomo, quien estaba de pie no muy lejos, sacudió la cabeza ante la ironía de aquella escena.
La actuación de la Sra. Ross estuvo en verdad a la altura de su reputación como reina del cine. Su interpretación fue de primera clase, aunque no necesariamente muy inteligente.
Su delicado maquillaje y vestimenta deliberada la delataron. Era obvio que tenía los ojos puestos en el hombre, y no en su hija.
Si él, siendo un anciano, cuya visión ya estaba lejos de ser perfecta, notó la verdad. ¿Cuánto más un joven inteligente como el Sr. Stewart?
Sin embargo, como sirviente, no le correspondía hablar de los asuntos de la familia del amo. Por lo tanto, él se tragó sus pensamientos y procedió a darle la bienvenida a Gregary. "Joven Amo, Señorita, finalmente han vuelto...".
"¡Mayordomo Lee!". Antes de que terminara de hablar, Gregary fue detenido por Diana mientras comenzaba a reprender al viejo mayordomo en tono desagradable; "¿Por qué sigues parado aquí? ¡Ve y trae las cosas que he preparado!".
Estaba dando órdenes como si fuera la dueña del castillo, y a los sirvientes siempre les había disgustado.
Sin embargo, ella era la prometida del Joven Amo. Tal vez algún día sería la anfitriona del castillo, así que no tenían más remedio que soportar sus travesuras.
Además, a Diana no le importaba herir los sentimientos de Lee, solo agradarle a Gregary. Por lo tanto, después de hablar, le mostró al hombre una dulce sonrisa y rápidamente siguió sus pasos. Su actitud era la de una persona complaciente, siempre buscando ganarse su favor.
"Gregary, sé que el helado favorito de Julie es el de trufa de chocolate. Así que, ya que acabo de regresar de filmar en Italia, ¡se lo he comprado!".
La niña era una verdadera amante de la comida, por lo que sus oídos se agudizaron de inmediato al escuchar que había deliciosos dulces esperándola. Entonces, enderezó su cuerpo y se levantó de los brazos de su padre, mostrando su cabecita llena de cabello. Sus ojos se iluminaron y no pudo evitar preguntar; "¿En serio? ¿Me has traído helado?".
El hombre sabía lo que su preciosa hija estaba pensando, así que dijo tristemente; "¡Te dolerá el estómago si comes demasiado helado!".
En cuanto terminó de hablar, pudo percibir claramente un sonido bajo y reprimido de risa proveniente de una criada.
Al notar aquello, la sonrisa de Diana se congeló y dirigió una mirada desafiante a la sirvienta. ¡Cómo se atreve una criada a reírse de ella de esa manera!
Las palabras del hombre la avergonzaron tanto, que sentía como si le hubiera dado una bofetada en público.
¡Habían pasado cinco años!
Cinco años intentando por todos los medios posibles complacer a Gregary y a su hija, ¡pero él seguía tratándola con indiferencia!
Y aunque su corazón fuera de piedra, con todo lo que había hecho, ya debería haberlo ablandado. ¿Acaso no era lo suficientemente hermosa? ¿No lo había tratado lo suficientemente bien?
La respuesta era 'no', ¡tenía que esforzarse mucho más!
Entonces, apretó el bolso que llevaba en la mano. No le importaba repetir lo que había hecho hace cinco años, si eso era necesario.
Su rostro mostró una sonrisa y dijo amablemente; "¡Está bien comer un poco! Además, es normal que a ella le encante la comida dulce, Gregary. No puedes simplemente privarla de su naturaleza".
Al escuchar esto, la pequeña miró a Gregary con entusiasmo y dijo; "¡Papá, déjame comer una cucharada al menos, por favor!".
Mirando los adorables ojos suplicantes de su hija, el hombre finalmente cambió la postura que había tomado y sonrió con cariño. "Está bien, ¡pero solo una cucharada!".
"¡Sí! ¡Gracias, papá!". Julie sonrió feliz, revelando una blanca y brillante dentadura y dos pequeños hoyuelos mientras sus mejillas se estiraban. Ella se veía absolutamente linda y encantadora. "¡Gracias, mami!".
A lo largo de los años, Diana había buscado innumerables y deliciosas comidas y joyas por todo el mundo solo para complacer a su hija. Después de todo, quería dejar la impresión de que era una buena madre frente a Gregary y, por supuesto, crear más oportunidades de pasar tiempo con él.