Gregary miró a su hija, la princesa de sus ojos, y comenzó a sermonearla; "Eres demasiado joven para poder distinguir entre las personas buenas y las malas, especialmente con los chicos. No escuches sus dulces palabras, su boca es una tumba abierta".
¿Quién hubiera pensado que el frío y despiadado Sr. Stewart era tan blando con su hija?
En ese momento, se olvidó de que él mismo era un hombre, y se descartó rotundamente.
Julie pareció entender lo que su papá le había dicho, y hasta sintió que era correcto, pero... aquel chico era tan guapo. ¿Cómo él podría mentirle?
Las pequeñas cejas de la niña se juntaron, como si estuvieran en un dilema.
Entonces, una pizca de astucia apareció en sus ojos brillantes. Su plan era agradecerle a su amiguito en persona cuando tuviera la oportunidad.
Después de todo, su papá siempre estaba muy ocupado, así que no podría cuidarla todo el tiempo. Solo debía esperar paciente.
De pronto, un guardaespaldas corrió y se paró frente a Gregary. "¡Presidente, las dos personas que secuestraron a la jovencita han sido atrapadas!", le informó con respeto.
El hombre levantó las cejas y miró a Laurel y a su hijo que estaban de pie a un lado, con una expresión de justa indignación.
No entendía por qué, pero aun sabiendo que no fue el niño quien se había llevado a su hija, seguía sintiéndose incómodo por dentro.
Por supuesto, aquella sensación se intensificó al pensar en que se había acostado con una mujer que ya tenía un hijo, y a pesar de eso, se negaba a ser suya.
¡Este era un ataque a su ego masculino!
Con un parpadeo en sus ojos, agitó su mano hacia el guardaespaldas. "¡Llévense a ambos e interróguenlos minusiosmente!".
"¡Sí señor!".
La mujer vio a Gregary hablando con el guardaespaldas y a las dos personas atadas a la distancia. Parecía que habían atrapado a los secuestradores y corregido la injusticia de su hijo.
No era necesario insistir más en el asunto.
Por lo tanto, sostuvo la mano de Ansel y la de Meroy, y se dispuso a retirarse.
Lógicamente, no quería que su hijo y Gregary pasaran más tiempo juntos, no quería que surjan problemas.
"¿Quién te ha dado permiso para irte?". Una ráfaga de aire frío vino inesperadamente detrás de ella.
Al escucharlo, se detuvo molesta.
"Gregary Stewart, ¿qué demonios quieres? ¿No has encontrado a los secuestradores ya? Mi hijo salvó a tu hija y, aunque no estés agradecido, no puedes culparlo. ¿Qué clase de hombre eres?".
¿Qué clase de hombre era?
Bueno, esa pregunta era totalmente tabú.
El hombre estaba sumamente enojado, pero prefirió reír en lugar de manifestar su enfado.
Entonces, le entregó su hija a la niñera que estaba a su lado y le hizo un gesto a Laurel diciendo; "¡Ven aquí!".
La mujer miró su expresión turbia, sabiendo que no estaba tramando nada bueno. "¡No iré! ¿Por qué debería escucharte?".
"¿Vas a venir o no?", preguntó el hombre perdiendo la paciencia.
Laurel miró a los guardaespaldas rodeándolos de inmediato, y no tuvo más remedio que soltar las manos de Ansel y Meroy y caminar hacia él.
El niño miró a su mamá con los ojos muy abiertos y luego miró al hombre que no estaba muy lejos, para entonces correr y colocarse delante de Laurel con una mirada vigilante. "¡Mami! ¡Yo te protegeré!".
Luego de hablar, cruzó los brazos frente a su pecho, actuando como si fuera mucho mayor de lo que era. Cuando lo vio, la mujer se conmovió mucho. ¡Su hijo era tan considerado!
No obstante, en el fondo se sentía un poco triste, pues le daba pena que su hijo no tuviera un padre; mas, a su hijo le daba pena que ella no tuviera un esposo que la protegiera y la amara. Aún así, él nunca había preguntado nada sobre su "padre".
Al pensar en eso, no pudo evitar volver a cuestionarse si el padre biológico del pequeño estaba realmente emparentado con la familia Stewart.
Tras esto, desplazó su mirada del pequeño y suave rostro de Ansel hasta el magnífico y hermoso rostro de Gregary, y de repente se sintió conmocionada.
¡Ambos rostros eran tan similares!
Aunque el niño solo tenía cinco años, y por ende, sus rasgos faciales no se habían desarrollado por completo, la similitud entre los dos era muy evidente. No se atrevía a imaginar lo que sucedería cuando él creciera.
Por consiguiente, necesitaba saber si el incidente de hace cinco años estaba en verdad relacionado con la familia Stewart.