Capítulo 12
814palabras
2022-07-15 13:53
Laurel, que hasta ahora había estado ocultando sus resentimientos, no pudo evitar llorar cuando vio lo enfadada que estaba su mejor amiga. Entonces abrazó a Martha diciendo "No sabía lo que estaba pasando. Fui a servir el vino, y luego, no sé por qué, pero..."
Al escuchar esto, los grandes y coquetos ojos de Martha parecían sacados del mismísimo infierno. "¡Maldito b*stardo! ¿Cómo se atrevió a hacerle daño a mi amiga? ¡No te preocupes, llamaremos a la policía! ¡No se saldrá con la suya!"
No era difícil imaginar que tales incidentes ocurrieran en su lugar de trabajo. Ya había sucedido antes, pero al final, la mayoría de los casos se resolvían en privado por medio de dinero u otros medios.

En el fondo, Martha se culpaba a sí misma. No debería haber dejado que Laurel trabajara allí.
Estaba tan preocupada que, sin más dilación, sacó el móvil y llamó a la policía.
Después de informarles, sacó un paquete de cigarrillos y empezó a fumar. Laurel también quería uno. Tan pronto como fue a cogerlo, Martha le dio una palmada sin compasión.
"¡Ni pienses en tocarlos si no tienes el carácter para hacerlo!"
Su amiga la miró con lástima. "..."
Martha fingió no ver la expresión de Laurel. Sostuvo el cigarrillo entre sus labios y echó hacia atrás sus mechones de cabello castaño. Actuó como una hermana mayor y le preguntó: "¿Ese hombre sigue por aquí? ¿En qué habitación está? No puedo esperar más. ¡Tengo que matarlo ahora mismo!".

Laurel tenía una disposición amable, en cambio, Martha era irascible. A ella no le importaba un c*rajo con quién tenía que tratar, si le hacían daño a Laurel, definitivamente, les haría pagar por ello.
En ese momento, Laurel también estaba ansiosa por vengarse de aquel hombre. Del pasado estaría indecisa por tomar cualquier acción, pero ahora que él había corrompido su pureza como mujer, ¿por qué debería importarle tanto?
Ya no quería preocuparse más por las consecuencias de sus actos. Su carita estaba teñida con una capa de ira que, no obstante, reflejaba un hermoso color rosado.
Entonces arrastró a Martha con ella y salió corriendo de la habitación, rechinando los dientes. "¡Está en la habitación 308! ¡Anoche solo había un hombre en esa habitación!"

Martha, que salió disparada de la habitación de la mano de su amiga, se asustó tanto cuando escuchó el número de la habitación que tropezó y casi se cayó. "¿Acabas de decir la habitación 308? ¿La suite exclusiva VVVIP?"
¿No era esa la habitación reservada exclusivamente para Gregary Stewart, el diablo encarnado de la Ciudad B? Eso significaba...
"¡Oh, Dios mío! ¡Laurel, estamos en un grave problema!"
Laurel se detuvo y miró confundida a su amiga.
Por lo que sabía Laurel sobre Martha, ella era el tipo de persona que tenía tolerancia cero a la maldad y definitivamente no dudaría en luchar por la justicia. La chica no esperaba que Martha tuviera miedo. ¡Suponía que ese hombre era demasiado poderoso!
"¡Laurel! Ayúdame a levantarme primero. ¡Las piernas me flojean!", dijo Martha de manera cobarde.
La razón por la que ella, una chica con una personalidad intrépida, tendría tanto miedo de Gregary era porque había sido testigo con sus propios ojos de cómo Gregary se encargaba de las personas que conspiraban contra él.
En la mente de Martha resurgieron algunos recuerdos, como la imagen del estado miserable en la que dejó a una víctima y el cuerpo entero de un hombre cubierto en sangre. Debido a eso, tuvo pesadillas todas las noches durante un mes y quedó traumatizada para siempre por presenciarlo.
La comisura de los labios de Laurel se torció. La joven ayudó a Martha a sentarse en la silla que estaba a un lado. Vio lo pesada y seria que se había vuelto la expresión de su amiga y cómo en sus labios habían desaparecido cualquier atisbo de color. Al verla así le dio un vuelco al corazón.
Parecía que aquel hombre era una persona a la que no podían permitirse el lujo de ofender, pero eso no cambiaba el hecho de que lo que le hizo aquella noche fue imperdonable.
Laurel no quería involucrar a su mejor amiga en este asunto y meterla en problemas, así que le dijo: "Martha, ¿por qué no te sientas aquí y descansas un poco? ¡Tengo que salir un rato!".
La chica quería encontrarse a ese hombre y encararse a él por su cuenta. Inmediatamente, Martha supo cuál era la intención de Laurel.
Entonces la agarró por el brazo y le dijo: "¡No te vayas! Laurel, dame un momento. ¡Solo necesito recuperar el aliento!".
"¡Martha! ¡Por favor, siéntate aquí! No quiero meterte en líos..."
"¡Laurel!" Sus palabras enojaron un poco a Martha. Laurel no era rival para Gregary. Ni siquiera la policía lo tendría fácil para tratar con él.
Las dos seguían discutiendo cuando una voz extraña vino del otro lado de la puerta.