Capítulo 10
847palabras
2022-07-18 15:24
De repente los ojos de Laurel se abrieron y experimentaron un estado de shock, por lo que su rostro pálido se tiñó de rojo por la ira. "¡Déjame ir! No soy una escolta, no puedes... Um...!", gritó.
Pero el hombre interrumpió su protesta y la detuvo su reclamo con un beso.
Laurel abrió sus ojos en forma exagerada y comenzó a luchar desesperadamente contra la fuerza que ejercía el hombre, y por eso le mordió los labios...

"¡Ay!", se quejó Gregary entrecerrando los ojos, mientras su mirada se volvía peligrosamente feroz.
Al principio, él solo quería probar hasta dónde llegaría, porque realmente él no tenía intenciones de hacerle daño; sin embargo, ahora ella había despertado su pasión.
Esta gatita sexy hizo que él sintiera ganas de poseerla. 
Él solo tenía veintiocho años y ni siquiera podía recordar con cuántas mujeres de su edad había estado. 
Era más, él podía tener la mujer que quisiera, pero aún así no tenía interés en ellas.
Llegó a creer que estaba enfermo, pero no se trataba de un problema de incapacidad sexual, El incidente que había sucedido hacía cinco años era la mejor prueba de su eficiencia masculina.

Sin embargo, después de aquella noche, ya no estaba interesado en esa mujer. Además,  sentía hasta un ligero disgusto cada vez que la veía.
Pero inesperadamente había comenzado a encariñarse con la chica que estaba besando en ese momento. Ella tenía el aliento dulce como una manzana.
Las horas de la mañana apenas habían avanzado, por lo que aún era temprano.
Los rayos de un sol dorado brillaban en la habitación, sus luces entraban y se repartían a través de los orificios de las lujosas cortinas europeas que colgaban de la ventana.

Laurel sintió que acababa de despertarse de una pesadilla. Abrió los ojos aturdida y, por un momento, tuvo la idea de no saber dónde estaba.
¡Cómo podía haber soñado con un hombre haciéndole algo así!
No obstante, los músculos del hombre que se encontraba a su lado se mostraban bien definidos y, además, eran suaves como la seda al tacto. Su aliento agitó el calor en su piel y las gotas de sudor cayeron de su hermoso rostro. Él se mordió los labios y su rostro hizo una mueca en una mezcla de dolor y placer. ¡Era tan sexy!
¡Oh, Dios mío! ¡Esto ha sido completamente ridículo!
De repente, Laurel se enderezó en la cama, sobresaltada. Y lentamente fue reconociendo que la habitación en la que estaba, obviamente, no era su dormitorio.
Ahora sintió como si todo su cuerpo se estuviera desmoronando. Bajó la cabeza y se descubrió acostada en el sofá completamente desnuda, y con un fuerte brazo rodeándole la cintura.
Por su parte, el hombre que se hallaba a su lado, parecía cansado y dormía profundamente; él la sostenía en sus brazos.
Al reconocerse en esa situación Laurel sintió un enorme enojo, tanto que todo su cuerpo temblaba. Le llegaron imágenes y todo lo que había sucedido la noche anterior inundó su mente.
Contrariamente a lo que ella pensaba y que supuso era un sueño había sucedido en realidad.
Ella nunca se imaginó que algo así le iría a suceder. Había pensado durante estos años que nunca volvería a permitir que otros se aprovecharan de ella, pero este hombre era tan dominante, que parecía más duro que las paredes.
¡Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos!
¡Quería llamar a la policía! ¡Ella imploraba que este hombre fuera castigado!
Laurel apartó la mano del hombre, se levantó y se vistió a toda prisa. Miró las huellas de besos y aruño en todo su cuerpo, y su rostro se puso rojo, pálido, y luego volvió a tornarse rojo. Si el crimen no fuera penado no dudaría en estrangular a este hombre hasta matarlo, ¡y pensar que todavía dormía profundamente a su lado! 
En el preciso momento en que Laurel apartó su brazo, Gregary se despertó. Pero había dormido tan bien que no quería abrir los ojos.
Sintió que desde hacía mucho tiempo no había dormido tan bien como ahora.
Él fue formado desde niño como heredero del negocio familiar, y sus días siempre eran tensos. Lentamente fue desarrollando el hábito de no poder conciliar el sueño fácilmente. Por eso no podía creer que en realidad se había quedado dormido anoche en un sofá tan simple y tosco y con esta mujer en sus brazos. Aún más, él no tuvo sino muy buenos sueños durante toda la noche.
¡Fue increíble!, pensó con satisfacción.
Seguidamente, Gregary puso sus manos detrás de su cabeza y miró con atención el rostro enojado de la mujer mientras se ponía a toda prisa la ropa. Él pensó que ella era bastante linda.
También pudo observar que el cuerpo de la chica estaba cubierto de marcas, lo cual era un registro de la locura ocurrida en la noche. Entonces pensó en el cuerpo de hembra tan suave, y de inmediato la parte inferior de su abdomen se tensó y su pasión se despertó una vez más.
¡Muy bien! ¡Ahora estaba decidido a hacer suya a esta mujer!