Laurel, preocupada por el malestar que sentía se tomó un día libre y se dirigió al hospital.
Ahora tenía en sus manos el diagnóstico del embarazo y, al leer el resultado, su mente se quedó completamente en blanco.
Recién acababa de cumplir 20 años y su vida, pues, acababa de comenzar. Ni siquiera sabía la identidad del hombre que estuvo con ella esa noche. ¿Cómo podía ahora estar embarazada?
Ella dejó de ser la chica que se creía ingenua. Al regresar a la casa, su madre, Meroy Harris, se dio cuenta que su comportamiento era algo raro, y por eso le preguntó preocupada: "Laurel, ¿qué te pasó?"
Laurel, no dudó en entregarle el diagnóstico a Meroy. Después de una mirada veloz sobre el papel, la madre inmediatamente le palmeó las piernas y comenzó a llorar. "Mi pobre niña, ¿cómo puede estar sucediéndote esto? ¡Todo es por culpa de tu mal padre! ¡Mi niña, tú no puedes tener ese bebé!"
La chica, compungida, sostuvo a Meroy en sus brazos y ambas se echaron a llorar.
Ya había transcurrido medio mes de lo acontecido aquella noche. Ella pensó que hasta podría volver a la normalidad, después de abortar; pero los usureros se habían enterado y aparecieron nuevamente en el camino de su vida.
Ella no tenía la menor idea de cómo ellos se supieron de que estaba embarazada. Por eso regresaron buscando implementar el acuerdo que ya habían firmado.
Frente a ellos, Meroy lloró, les suplicó clemencia, pero todo fue en vano. Laurel tenía que parir al niño tal como se había acordado, de lo contrario, la familia tendría que compensar el doble de la deuda original.
En vista de lo que le sucedía a la joven, su padre, Clement Kelly, se arrodilló frente a ella. La cara del hombre estaba llena de huellas de palmas rojas e hinchadas. Laurel nunca había visto a su padre llorar tanto en su vida. "¡Todo es mi culpa! ¡Lo siento mucho! ¡Prefiero morir antes que ellos arruinen tu vida!"
Sin embargo, Laurel ya estaba preparada desde hace tiempo para afrontar este momento, por eso se sentía insensible a toda la situación. Seguidamente, ella dejó de llorar, y las lágrimas fueron secándose bajo sus ojos.
¿Cuál era la diferencia entre quedar embarazada producto de una cirugía y la forma en que después sucedió? Al final de todo, simplemente, estaba dando a luz al hijo de un hombre anónimo.
"¡Papá, daré a luz al bebé!", dijo en forma determinante para mitigar el dolor causado.
Fue así como, al día siguiente, la joven se encaminó hasta la escuela con la finalidad de solicitar un permiso de suspensión temporal en sus estudios.
En el pasillo, al pasar por la biblioteca, se topó inesperadamente con Fabian. Y observó que él tenía una esbelta figura y una hermosa silueta a su lado.
Un día después de que ella lo rechazara, Fabian aceptó la oferta de amor de otra chica, una de las más bellas del campus.
Sin poder contenerse, olas de angustia se agitaron en su corazón una vez más. Ella no esperaba reaccionar de esa manera, por eso no pudo mantener la compostura ante Fabian. En consecuencia, quería huir, pero si lo hacía solo la haría parecer como si estuviera encubriendo algo deliberadamente.
De todas maneras, había sido su elección ponerle fin despiadadamente a cualquier promesa de amor. Ahora no debía mirar atrás, por difícil que fuera el futuro. El espectáculo debía continuar, fuera o no en contra de sus deseos. Además, ahora estaba embarazada. De modo que nunca habría ningún futuro para una relación entre ella y Fabian.
Laurel bajó la cabeza, y con un apresurado gesto apretó los libros de texto en sus manos y caminó pasando justo frente a Fabian.
En el instante en que sus hombros llegaron a rozarse, Laurel sintió de nuevo como si su corazón estuviera a punto de salirse de su pecho.
Ella no pudo evitar echarle una mirada furtiva a Fabian, quien permaneció inexpresivo, mirando fijamente hacia adelante. Él no dejó de sostener con fuerza la mano de la chica más bella del campus, y ella, por su parte, respondió a su gesto apoyando la cabeza contra su brazo, luciendo una expresión en su rostro de plena felicidad.
Los ojos de Laurel enrojecieron de inmediato, y entonces miró hacia otro lado, decidiendo abandonar la escena lo más rápido que pudo.
Desde aquel día habían pasado ya nueve meses.
"¡Ah!" Llegó el día y Laurel ahora estaba acostada en la mesa de parto del hospital, sudaba profusamente por el dolor extremo causado por las contracciones. La fuerza de su cuerpo ya estaba agotada.
"Laurel, tienes que empujar más. La cabeza del bebé está atascada. Si no sale pronto, ¡morirá por falta de oxígeno! ¡Empuja fuerte, ahora!" El doctor estaba a su lado, sudaba debido a su estado ansioso, y viendo que la joven también sudaba procedió a secarle el sudor contenido en su frente, y para saciar la sed de la paciente le dio de beber un poco de agua.
Meroy fue quien eligió el hospital donde pariría su hija. Era el mismo donde Laurel fue a hacerse los controles durante el embarazo. El médico de mediana edad que estaba asistiendo a la joven era un primo lejano de Meroy.
La familia de ella y la de su prima no habían tenido contacto hacía muchos años, y fue por casualidad que Meroy volvió a comunicarse con ella.
Sin embargo, los usureros habían hecho algunas verificaciones sobre los antecedentes tanto del hospital como del médico para asegurarse de que no hubiera ningún problema ni interferencias. A ellos lo único que les importaba era el bebé.
Media hora después, el llanto agudo de un niño atravesó el aire impasible de la sala de partos.
Entonces ocurrió lo inesperado. La mujer con anteojos entró corriendo a la sala de partos y le arrebató el bebé al médico.
El cuerpo de Laurel se sentía extremadamente débil por el dolor sufrido y el agotamiento provocado por el parto. Sin embargo, cuando vio tan desgarradora escena, comenzó a gritar: "¡Mi bebé! ¡Por favor, déjame ver a mi bebé!"
La mujer se ajustó los anteojos y dijo con una expresión llena de insensibilidad: "¡Señorita Kelly, este niño no es suyo! ¡Recuerde, para cualquier informe, su hijo nació muerto!"
Después de ver a esas personas alejarse, el doctor se apresuró y regresó a la sala de operaciones diciendo: "Laurel, relájate. ¡Tu segundo bebé saldrá pronto!"
Transcurrió media hora, y otro dulce bebé vino a este mundo.