"¡Pa!" Laurel, después de que una bofetada la despertó, recobró el sentido. Por lo tanto, un dolor ardiente persistía en su rostro. Ella quería gritar, pero tenía la boca amordazada.
Sus ojos aún estaban cubiertos con la venda de seda, por lo que no podía ver lo que estaba sucediendo a su alrededor. Solo sentía que dos personas la estaban empujando a la fuerza fuera de la habitación.
Al salir por la puerta ella se tropezó con una mujer joven y hermosa, y sus hombros, al avanzar, se rozaron inevitablemente.
La mujer parecía ser de un estilo arrogante, pues con solo ver los densos chupetones que tenía Laurel en su cuerpo, surgió en sus ojos un destello de celos.
Si no hubiera sido que no se acercó a Gregary, debido a los planes acordados la noche anterior, ella tendría total confianza en que la chica que ahora se encontraba enfrente nunca podría medirse con ella.
La mujer, que llevaba anteojos con montura negra, se acercó a la joven y le preguntó en voz baja: "Joven dama, ¿quieres darle un vistazo?"
La joven por un momento no halló que decir, lucía una figura muy similar a la de Laurel, de modo que sus siluetas eran tan parecidas. Sin embargo, no dudó en burlarse: "¡Es solo una mujer humilde! No hay nada que mirar. ¡Llévatela!", dijo con desprecio.
Después de formular su apreciación se pavoneó sobre sus tacones altos y entró a la habitación. Se quitó la ropa sexy y hermosa que tenía puesta, y, deliberadamente, reveló las marcas coquetas estampadas en su piel clara. Luego, procedió a levantar la manta, acostarse y arroparse.
Ella apretó sus puños con fuerza cuando vio la mancha de sangre oscura en las sábanas blancas. E inmediatamente, en sus labios se dibujó una sonrisa irónica.
No le importaba lo sucedido ya que muy pronto sería la joven amante del hombre de la familia Stewart. Todos la mirarían, bien sea con asombro, admiración o tal vez celos.
Sin embargo, luego de reír, las lágrimas le brotaron e iluminaron sus ojos.
Ella se mostraba como en una actuación y este nivel histriónico que exhibía se podría decir que era `pan comido para una actriz`.
"¡Ejem!", prorrumpió Laurel, quien respiró una repentina bocanada de aire con el que llenó sus pulmones. Ella se inclinó hacia un lado y comenzó a toser violentamente.
Un día después de lo sucedido, su padre le dijo en tono muy emotivo que su deuda había sido pagada.
Laurel firmó un acuerdo para dar a luz a un niño. Por el desarrollo de los acontecimientos hasta ahora estaba muy consciente de lo ocurrido. Al menos no era tan tonta.
Se tuvo que acostar con aquel hombre, y ese fue el precio que tuvo que pagar para cumplir con el acuerdo.
Lo que experimentó esa noche no tenía nada de romántico, no sintió en realidad ningún placer, por lo cual no podía considerar que hubiera hecho el amor, por eso creía que su cuerpo solo fue un botín. Desde el principio hasta el final, el hombre solo la había considerado como un objeto para desahogar su lujuria, nunca le demostró ningún cuidado o algún gesto tierno.
Su corazón aún latía muy rápido debido al miedo que le quedó producto del contacto carnal. Y una vez más las lágrimas de agravio rodaron por sus mejillas.
¡En lugar de acostarse con aquel hombre, prefería dar a luz a un niño como madre sustituta!
Por su parte, esas personas nunca más hicieron mención de la maternidad subrogada, y era más, parecía que hubieran olvidado su existencia.
Desde entonces, nadie había venido a molestarla, ni a su familia. Su padre, producto del incidente, les había prometido a ella y a la madre que trabajaría duro de ahora en adelante. Ya se dejó de prometer que esperaba hacerse rico de la noche a la mañana poniendo dinero en la bolsa de valores. En consecuencia, poco a poco se había restablecido la paz en la vida de Laurel y su grupo familiar.
No obstante, en su corazón sabía que todo en su vida había cambiado.
Pasados tres días, y al comprobar que su cuerpo se había recuperado, Laurel volvió a la escuela.
Después de estar distraída durante un día entero, entre asistir a clases y con el autoaprendizaje vespertino, ella deambuló y terminó junto al Lago de los Enamorados que se encontraba en los terrenos de la escuela.
Desde donde se hallaba sentada y a la distancia, Laurel vio a un joven alto y apuesto que vestía una camisa blanca, estaba de pie junto al puente diminuto y bien iluminado. Él miraba a su alrededor, como si estuviera esperando a alguien.
¡Era su representante mayor, Fabian Cooper!
El pulso de Laurel se agitó, un estallido de dolor la golpeó con fuerza en su interior, y sintió como si su corazón se bañaba en su propia sangre.
Un día antes del incidente, Fabian le había pedido que se encontraran en el Lago de los Enamorados la noche siguiente. Él le dijo que tenía algo importante que contarle.
Pero esa misma tarde, su madre la llamó y se apareció en su casa con urgencia.
Laurel no había conocido antes a una persona tan excelente como Fabián. Pero ella lo conoció por casualidad cuando decidió unirse al club de voluntarios.
Fue así como con el paso del tiempo, la atracción entre ellos se hizo más poderosa. Los sentimientos compartidos siempre habían sido honestos y directos.
Sin embargo, ya ella creía que no estaba calificada para ponerse al lado de Fabian. Consideraba que ya no era puro e inocente.
Laurel le dio la espalda y optó por retirarse del sitio antes de que las lágrimas cayeran por su rostro, pero Fabián, en ese momento, se dio la vuelta y la pudo ver.