Capítulo 2
940palabras
2022-07-13 14:13
Laurel estaba asustada, por lo que tragó fuerte y abrió sus ojos lo más que pudo, pues ella intentaba dirigir la mirada en dirección a la voz que había escuchado. Pero no podía ver nada, aunque sintió que una mirada aguda la atravesaba, era como la de un halcón, y estaba enfocada en su cuerpo.
Antes de darse cuenta de lo que realmente ocurría, el hombre la agarró por el cuello y dijo en un tono muy frío: "¿Quién te envió hasta aquí?".
"¿Quién te envió? ¿Qué está pasando aquí?", insistió.

Sin embargo, el agarre del hombre fue tan fuerte que parecía no tener piedad de ella, como si quisiera estrangularla hasta verla muerta. A pesar de todo, Laurel, en forma instintiva, comenzó a defenderse.
Ella puso sus manos sobre la venda de seda que le cubría los ojos y trató de quitársela, pero recordó las palabras de advertencia de la mujer que la había enviado hasta aquí, y cada una de sus órdenes apareció de repente en su mente.
"Después de que entres a la habitación, pase lo que pase, ¡no debes quitarte la venda de los ojos, y mucho menos hacer ningún ruido!"
"¿Qué pasa si me duele?" Ella había investigado un poco en Internet sobre el caso. La información decía que en este tipo de operaciones no se administraba anestesia, por lo que sería muy doloroso.
"¡No importa cuán doloroso sea! Señorita Kelly, debe recordar que firmó un contrato. Si llegara a arruinar el negocio de nuestra joven dama, usted y su padre no recibirán ningún dinero. Además, ¡Tendrá que devolver el doble de lo acordado! ¡Y ustedes son pobres, así que nunca podrán pagar!"
Las palabras cargadas de amenaza de la mujer resonaron en sus oídos y ella, desesperada, retiró las manos de la venda que cubría a sus ojos.

Por supuesto, una vez que firmó el contrato ya no había vuelta atrás.
Esa mujer tenía razón. Incluso, si fuera a ser estrangulada hasta morir en manos de este hombre ahora mismo, ella no podría emitir ningún sonido. Tampoco podía arriesgarse a hacerlo porque no sería capaz de asumir las consecuencias.
Pero justo cuando dejó de resistir, el hombre le quitó las manos de encima.
"¡Ejem!", exclamó con dificultad, pero una bocanada de aire pasó para reactivar sus pulmones. Laurel se inclinó hacia un lado y comenzó a toser de manera dramática.

La joven no pudo dejar de toser ni siquiera cuando aquel hombre empujó su cuerpo alto y fuerte contra el suyo.
Con los nervios tensos se apresuró a esquivarlo. El esbelto cuerpo del hombre casi se derrumbó por su propio peso.
Laurel ahora estaba aterrorizada, por lo que de frente con sus manos presionó el pecho de ese hombre. 
No obstante, precisó que había dado un movimiento en falso, momento que fue aprovechado por el hombre, quien agarró sus manos en un rápido movimiento y logró sujetarlas por encima de su cabeza.
El hombre parecía estar conteniéndose, debido a que su respiración era pesada y, además, olía fuertemente a vino. Entretanto, respiraba con dificultad, y en el silencio de la habitación, sonaba como un ventilador roto.
Laurel se encontraba muy asustada, su corazón saltaba en su garganta producto del miedo, pero aún así no se atrevió a gritar.
Él le pellizcó la barbilla con fuerza y le dijo en un tono duro: "¿Cómo te atreves a drogarme?", le preguntó, y agregó: "Oye mujer, no me importa quién te envió aquí. ¡Ahora tendrás que asumir las consecuencias esta misma noche! Espero que estés bien preparada para lo que te espera!".
Entonces, al escuchar la amenaza que le propinaba, sus ojos se abrieron como una muestra del pánico que sentía. "¿De qué diablos está hablando?" pensó ella.
"¿Por qué apestaba a vino?", le inquietaba. ¿Cómo podría un médico estar borracho antes de realizar una operación?", era su preocupación.
De inmediato, su cuerpo comenzó a temblar. "¿Había entendido mal?", se dijo.
Laurel estaba confusa y aturdida en el momento cuando la palma caliente de la mano de aquel hombre se posaba sobre su cuello. Luego, con un gesto feroz, él rasgó su vestido.
"¡Ah!", gritó Laurel sin poder contener el miedo.
Seguidamente, ella se mordió los labios con fuerza y las lágrimas, como una muestra de la impotencia que sentía, se acumularon en sus ojos.
"Quieres jugar como una chica tímida, ¿eh?", dijo el hombre muy cerca de su oído de manera insoportable y con una voz fría y áspera. 
La resistencia que ella intentaba demostrar era simplemente un ejercicio inútil debido a su debilidad. Sin embargo, su comportamiento parecía excitarlo aún más. 
Laurel nunca antes había sostenido la mano de un hombre por lo que esa sensación le producía mucho miedo, y la hacía temblar, por eso trataba de contenerse para no gritar. Entonces, sintió que sus lágrimas rodaban por sus mejillas como un hilo roto de cuentas.
Era evidente que las intenciones del hombre eran las de no dejarla ir. 
Fue así como Gregary sintió que por las mejillas de la chica corría un mar de lágrimas y su cuerpo temblaba. Él dijo en forma pausada: "¡Esta niña sí es inocente!"
Entonces la rabia que sentía en su corazón fue reemplazada gradualmente por la ternura. Sin duda, él estaba muy complacido con la forma en que ella se había comportado.
Laurel volvió a recordar las palabras que le dijo aquella mujer: si sentía dolor, no debía hacer ningún ruido. Ella no tuvo otra reacción sino morderse tan fuerte que se lastimó sus hermosos labios escarlata.
Sin embargo, al final, no resistió, y ya no pudo evitar estallar en lágrimas y, por eso, comenzó a sollozar.