P.O.V Zared
Ya casi es la hora en la que quedaré con ese estúpido de Daniel, todavía no sé qué es lo que me vaya a decir, pero lo que sea que sea me llena de mucha ira, de solo saber que tendré que verlo a la cara. Ni modo, volveré a ver el rostro de ese imbécil, tengo demasiada intriga por saber la razón de ese encuentro, y conociendo a ese tipo nada bueno puedo esperar. De manera que estoy preparado para lo que sea.
Unos minutos después, me encuentro mirando a Daniel a través del grueso vidrio que nos separa. Ese material es lo suficientemente resistente como para evitar que pueda llegar hasta él y golpearlo como se merece. Aunque al examinar su rostro, me doy cuenta de que ha recibido una cálida bienvenida en la cárcel. Tomo el teléfono para comunicarme con él, al mismo tiempo que él hace lo mismo.
Entonces, él me mira fijamente. Le miro con odio. Es desagradable tener que enfrentarlo cara a cara. Me parece un tipo repugnante, de los que caen mal a primera vista.
—Así que finalmente has cumplido con tus palabras. Pensé que no lo harías. Sinceramente, no creí que vendrías, pero aquí estás, y eso me agrada, porque podré decirte todo lo que me he guardado todo este tiempo —empieza a decir y por alguna razón, puedo percibir una amenaza en su voz. Como si de alguna manera estuviera a punto de amenazarme con algo.
—Prefiero que vayas al grano en lugar de dar tantos rodeos —respondo sinceramente.
—Bien, lo haré entonces. Sé todo sobre el asunto de Leah. Creo que es suficiente para hacerte saber quién eres y no me ayudas a salir de aquí —me dice, sorprendiéndome con su revelación. No esperaba algo así de su parte.
¿De verdad mi hermana fue capaz de confiar en ese sujeto al punto de contarle algo tan importante? No se me viene a la mente nadie más que podría haberlo puesto al tanto de la situación que viví años atrás y de lo que he mantenido en secreto, debido a lo escandaloso que podría ser si saliera a la luz algún día. Pero él lo sabe.
El sólo expresarlo provoca que mi piel se erice y demuestro todo lo contrario. Me veo invencible, como si sus palabras no me afectaran, cuando en realidad está tocando mi debilidad. Sí, mi debilidad es el asunto de Leah.
—¿Quién te crees, eh? Incluso si sales de esta cárcel, cosa que no va a pasar, tu vida no será igual... no podrás ser periodista porque has perdido todo el derecho... Así que déjate de tonterías.
Él resopla y niega con la cabeza al mismo tiempo.
—Pues no, tienes razón al decir que no voy a tener el mismo futuro, pero apuesto a que tampoco tu vida será igual cuando la gente sepa lo que pasó con Leah. ¿Verdad? Porque puedes aparentar indiferencia, pero estoy seguro de que tu presión arterial se dispara cuando piensas en ella y en todo lo que ocurrió. ¿No fue tu culpa? Por supuesto que lo fue.
Trago duro. Daniel está siendo tan directo, me afecta que hable de eso de esa forma.
—Deberías dejar de hablar de un asunto que no te concierne y del que no sabes absolutamente nada. No es tu problema...
—¿Crees que eso me va a detener en mi plan, si no me das un millón de dólares y me sacas de esta cárcel? —suelta decidido.
Estoy seguro de que ese tipo no está dispuesto a retroceder y que quiere conseguir su objetivo a toda costa. Pero pierdo de ambas formas. Estoy perdiendo si no es dinero, también mi buena posición social, que se vería afectada por todo lo que ese estúpido está diciendo. Pero considerando todo lo que le hizo a mi hermana, algo de lo que la prensa está al tanto, no creo que nadie quiera creer lo que dice. Podría ser simplemente un invento.
Quiero creer eso.
—Es mejor que te saques de la cabeza el hecho de que vas a salir de esta cárcel, sea quien sea la persona que te haya puesto al tanto de ese asunto. No me interesa. Simplemente no vas a conseguir nada de mi parte, y hoy definitivamente he perdido la mañana contigo —respondo furioso y dejo el teléfono allí.
No tengo razones para quedarme y seguir hablando con un tipo que solo me está amenazando y quiere sacarme dinero. Es un chantaje. No lo va a lograr. Una vez dentro de mi auto y con el cinturón de seguridad puesto, me siento aturdido y asustado al mismo tiempo. El temor de que se sepa algún día lo que pasó con Leah es uno de mis mayores miedos.
Es terrible solo pensarlo. Sí, terrible. No puedo dejar de sentirme inquieto por esa situación. ¿Cómo es posible que Daniel sepa su nombre y lo que ocurrió? Conduzco hacia la casa de mis padres. Mi hermana todavía se queda allí y necesito hablar con ella sobre este asunto lo antes posible.
Necesito que ella me asegure si fue realmente ella quien le reveló a Daniel sobre Leah. Y si no fue ella, se vuelve un completo misterio quién pudo haberlo hecho.
Ella parece alegre de verme. Explica brevemente que nuestros padres han salido y que solo está en casa con la servidumbre.
—¿Hay alguna razón especial por la que estás aquí, hermano? —me pregunta.
—Sí, no te lo había comentado porque no sabía exactamente por qué me habías llamado o querías verme. Hoy estuve con Daniel, fui a verlo porque mi abogado me dijo que él quería hablar conmigo. Al principio estaba inseguro y no sabía si aceptar... finalmente decidí verlo por tan solo media hora y solo pude quedarme unos minutos hablando con él. Sabe sobre Leah y me amenazaba con hablar sobre ese asunto. Quiero preguntarte si...
—De ninguna manera, te prometo que no fui yo. Incluso si hubiera querido, jamás revelaría un secreto de familia tan delicado. De verdad, no fui yo —me dice, y puedo ver que está siendo sincera—. No sé, no sé cómo es posible que él lo supiera.
***
—Pues tampoco tengo idea de quién podría tratarse, es algo que me pone a pensar bastante. Siento que es un completo misterio intentar averiguar quién es el personaje que le dijo. Todavía no lo puedo creer.
Rebeca me mira y hace una mueca. La estoy examinando y puedo percibir que en realidad ella no ha tenido nada que ver en eso. Conozco a mi hermana y sé cuando está diciendo una mentira. De manera que ahora ella no está mintiendo.
—No sé... ¿Te ha pedido algo a cambio de su silencio?
—Quiere un millón de dólares y que lo saque de la cárcel. De verdad, ese tipo se ha vuelto un completo desquiciado durante el poco tiempo que ya ha estado allí, dentro de la prisión. No puedo creer que sea tan imbécil para hacer algo así. De verdad no sé en qué está pensando —expreso desorientado por ello.
—Lo odio con todo mi ser. Me alegra que esté allí dentro. Definitivamente lo aborrezco más al saber que te quiere hacer algo así. Es que es algo imperdonable. No debería amenazarte con algo como eso. Ahora puedes usar tus medios para investigar y saber quién es la persona que se lo dijo... la verdad siempre sale a la luz y este no será un caso ajeno —menciona.
—Nada está bien. Tengo el presentimiento de que algo muy extraño está pasando detrás de todo esto y lo que seguro voy a descubrir no me va a gustar en absoluto. Alguien muy cercano me ha traicionado al revelar el secreto, pero ni siquiera soy capaz de poner en tela de juicio la palabra de Camilo, o de Carlos. Ellos jamás me traicionarían, son los únicos, además de mi hermana y yo, que sabemos lo que pasó ese día —agrego.
—Lo sé. Tampoco me viene a la mente que ellos sean sospechosos. Daniel ha sacado la información de quién sabe dónde. Es lo que debes conseguir, Zared. Porque Daniel lo hará, de alguna manera publicará la nota. Lo hará sin dudar. Es mejor que puedas detenerlo ahora antes de que sea tarde —me indica.
Estoy seguro de que tiene toda la razón del mundo. Es lo mejor pararlo ahora antes de que sea demasiado tarde. Ella debe conocerlo mejor que yo, para decir que es capaz de hacer todo lo posible para publicar esa información. Eso es algo que no puedo permitir que suceda. Me pone nervioso solo pensar que el día de mañana despierte y mire mi nombre en importantes planas. Pero siendo lo que se habla, solo malas noticias, entonces sí tengo de qué preocuparme...
Cuando miro la hora, me doy cuenta de que ya casi son las cinco de la tarde. He quedado en encontrarme con Anastasia y salir un rato por allí. Lamentablemente, no podré cumplir con mi promesa y no me queda otra opción más que avisarle sobre mi ausencia. Me siento mal por tener que hacer eso, pero tampoco me veo más tarde caminando por las calles de la ciudad como si nada, cuando dentro del reclusorio hay un tipo amenazando con sacar a la luz algo que definitivamente va a oscurecer mi mundo. No puedo hacerlo.
—Anastasia, no podré salir esta tarde. Lo siento mucho. Se me ha presentado un inconveniente que debo resolver lo antes posible. Podemos quedar para otro día. Igualmente, lamento mucho...
—No, ya te dije que si tenías algo que hacer, lo hicieras y que no te preocuparas porque soy consciente de lo ocupado que estás. Tanto que de un momento a otro las circunstancias cambian.
Entonces Anastasia termina la llamada antes de que me de tiempo de decir otra cosa. Solo puedo tomar eso como una negativa de su parte. Por supuesto, si se ha molestado por cambiar las cosas así en el último momento. Ya pensaré en la manera de compensarla por esto.
Soy un idiota.
Rebeca se aparece de pronto dándome un vaso de jugo y lo tomo.
—Gracias.
—Bien, ¿quieres que te diga algo? Pues de todas maneras te lo voy a decir, aunque no me quieras escuchar. Pero creo que deberías declararte a Anastasia y comenzar de nuevo. Además, debes olvidar ese estúpido temor que tienes a fallar o a perder a una persona. Yo sé que no es fácil, pero ya ha pasado demasiado tiempo. No te atrevas a dejarla ir... Anastasia es una buena persona. ¿En serio tienes algo más importante que hacer que pasar la tarde con ella?
Mi hermana me demuestra que ha madurado durante todos estos meses y habla con la verdad. Se expresa tan concisa y al grano que me llega al corazón, convenciéndome de que lo correcto es lo que ella está diciendo. Es lo que debería hacer y no posponer ese momento más nunca.
—No, no debería haberle dicho que no nos podemos ver, porque después de todo, se lo he prometido. Pero el asunto de Daniel...
—¿Lo ves? El pasado sigue siendo un peso para ti y mucho más importante que tu presente y ella. Precisamente ahora me siento un poco decepcionado de ti. Lo siento, no podría mentirte.
—¿Eh? Yo solo...
—¡Eres un cobarde! Es lo que eres —exclama y se va.
—Sí, soy un cobarde. Un idiota también...