Capítulo 22
1497palabras
2024-02-17 04:22
P.O.V Zared
De todos los trabajos a los que tengo que hacer frente, los asuntos más importantes y toda mi atención están puestos sobre ella. Anastasia no deja de meterse cada vez más dentro de mi mente y se vuelve primordial en mi vida. Últimamente no he podido pasar mucho tiempo con ella, pero estoy decidido a cambiar eso y pasar más tiempo junto a la madre de mi hijo. Sé que es importante la convivencia mutua para poder conocernos mejor, mi buen amigo Camilo me lo ha aconsejado, aunque en realidad no era necesario expresarlo, ya que soy consciente de que es algo necesario.
De repente, mi secretaria aparece en la puerta, aunque no estoy seguro si ha tocado antes de entrar. Últimamente me encuentro tan absorto que solo la veo y le presto atención para determinar si me va a decir algo importante o si solo viene con más trabajo del mismo. Parece un poco incómoda.

—Señor Zared, sé que está muy ocupado, pero afuera hay una chica que insiste en verlo. Le he dicho que no puede atenderla debido a sus asuntos, pero ella insiste en hablar con usted hasta el punto en que tuve que venir a decírselo. Lo siento, de verdad ya no sé qué más decirle para convencerla de que no puede hablar con usted en este momento.
Tengo la sensación de saber quién es la persona que ha puesto a mi secretaria en tal aprieto, y solo el pensarlo me da un terrible dolor de cabeza. No quiero lidiar con ella ahora, tengo muchas cosas por hacer y definitivamente no quiero perder el tiempo, algo que he estado evitando a toda costa desde que asumí este cargo y no he parado de revisar papeles ni de prepararme para un nuevo proyecto sumamente relevante.
—Dime algo. ¿Acaso no se trata de mi exnovia?
—Eso creo...
—¿Cómo no sabrías reconocerla? Dile que no puedo atenderla y si es algo importante, nos podemos ver en otro momento o incluso hablar por teléfono. Eso es todo.
—Entonces le diré lo que me está diciendo, señor. Con permiso.

Ella se va. Resoplo y me recuesto en el sillón. Conociendo a Samantha y su orgullo, no me sorprendería que venga a rogar para que regrese con ella. Hace meses que no tengo noticias suyas, pero ahora vuelve a aparecer en mi vida.
No tiene que comportarse de esta manera. Debería valorarse más a sí misma y seguir adelante, al igual que yo estoy haciendo. De mi parte, no conseguirá absolutamente nada, porque estoy decidido a no volver con ella y ahora es otra mujer la que me interesa. Anastasia es diferente, especial e interesante de una manera única.
La comparación es innecesaria. Ana es la mujer que no debería dejar ir.
La siguiente persona que visita mi despacho es mi abogado, Carlos Montero. A diferencia de Samantha, Carlos siempre tiene información importante que compartir conmigo y no puedo dejarlo esperando. Él ya está sentado allí y probablemente tenga algo interesante que decirme.

—Zared, espero que no lo tomes a mal, pero Daniel quiere hablar contigo... ha pedido verte en la cárcel, solo una vez... y eso será suficiente. Como tu abogado, podría decirte que no vayas, pero al final la decisión es tuya.
Al escuchar el nombre de ese idiota, siento una oleada de ira dentro de mí. Lo odio con toda mi alma y no tengo nada que hablar con él. Sin embargo, algo en mi interior me dice que debería ir a verlo, tal vez tenga algo importante que confesar. No se me ocurre otra razón para que quiera hablar conmigo. Es extraño.
Que no se atreva a pedir que le reduzcan la condena, eso no va a suceder. Merece quedarse allí por todo lo que le hizo a mi hermana. Es un patán, no entiendo cómo se atrevió a meterse con Rebeca sabiendo que nuestra familia tiene poder. Hice todo lo posible para hacer justicia, las cosas no podían quedar así, de ninguna manera... no se lo iba a permitir.
—Camilo...
—Lo sé, sé que no quieres hablar con Daniel y lo entiendo, no estás obligado a ir a ningún lado. Si no quieres hacerlo, no lo hagas. No pasa nada.
—En realidad, iré. Aunque solo quiera golpear a ese tipo, iré... ¿me ha dado una fecha exacta?
—Sí, este sábado —me dice Camilo y rápidamente recuerdo que ese día se cumplen varios años desde la muerte de Leah. Ese día quiero quedarme en casa y no trabajar.
—¿Justo ese día?
—Como te dije, si tienes algo más importante que hacer, entonces olvídalo y no vayas. No estás obligado a hacerlo.
—Está bien. Iré igualmente el sábado. ¿Hay algo más que deba saber?
—No sé si sea relevante, pero Samantha está afuera y, en cuanto me vio, me cuestionó sobre ti. Parecía realmente preocupada por algo, pero no le pregunté al respecto. No sé qué podría tenerla tan inquieta. ¿Ha venido a hablar contigo? —quiere saber.
—Sí, pero estoy ocupado y no puedo atenderla. Conociéndola, probablemente sea por algo insignificante y solo me va a quitar el tiempo. Por eso he ignorado su visita. No tienes idea de todo lo que tengo que hacer. Ella solo viene a molestar, no me queda ninguna duda.
Camilo no dice nada. Permanece en silencio. Sabe que tengo razón, que ella solo vendrá a molestar.
—Bueno, es cierto que pareces muy ocupado hoy. Yo también tengo otros asuntos que atender, esta semana he tenido varios casos y siento que me va a explotar la cabeza. Aún tengo que trabajar en un caso pendiente que es complicado de resolver, pero no es imposible... no estoy seguro si ganaré el caso, así que deséame suerte. Nos vemos y si necesitas algo más, no dudes en contactarme.
—Gracias, Camilo.
—¿Cómo va todo con Anastasia? ¿Todavía no sabes si será niña o niño?
—Pues eso lo sabremos dentro de una semana cuando por fin se revele. Me contó Anastasia que la última vez el bebé no ha querido verse y yo la acompañaré el sábado a la cita... Espera, es el mismo día en que hablaré con Daniel. Es que ahora que lo pienso, todo va a depender de la hora de la cita de Anastasia. Así que ya no estoy tan seguro de poder ir a ver a Daniel.
Camilo asiente. Pronto se despide de nuevo y me quedo a solas... En ese momento empiezo a reflexionar sobre el hecho de que el sábado, en lugar de quedarme en casa como siempre hago, voy a saber si tendré un hijo o una hija. Cuando decidí acompañar a Anastasia a las citas médicas, no tuve en cuenta ese detalle. Tampoco sabía que caería justo en ese día. Pero así es.
Leah ha cambiado mi vida por completo. No importa cuántos años pasen, sigo sintiendo lo mismo y me afecta de la misma manera. También me pregunto cuándo desaparecerá la culpa de mí. Por ahora, me siento igual que antes. Es terrible sentirme así. La verdad es que es algo muy malo, se siente doloroso. Rápidamente empiezo a recordar todo lo que pude vivir con ella y fue hermoso. Ambos estábamos destinados a estar juntos y es precisamente ese pensamiento el que se disipó con su partida. Por eso no quiero volver a creer que estoy destinado a estar con otra persona y luego la vida me la arrebate. Ese temor crece mucho.
Sucede lo mismo con Anastasia. Definitivamente, no quiero pensar que somos una pareja destinada a estar juntos para siempre, porque la vida es impredecible y en cualquier momento puede dar un giro a nuestras vidas y cambiarlo todo. Por ahora, lo más adecuado parece ser estar juntos en un proceso sin cruzar la línea que pueda cambiar esa definición de lo que tenemos. Pero... aún así, mi corazón me dice que podría ser diferente, que la historia trágica no tiene por qué repetirse.
¿Y si no es así? Me aterra pensar que algo así pueda ocurrir. Fijo mis ojos en el portarretrato que he dejado sobre mi escritorio, guardando la ecografía que no he dejado de mirar ni un momento. Soy yo quien lo ha puesto allí, ya me he aferrado a la idea de tenerla, de poder sostener en mis brazos a una pequeña que ha sido el producto de ambos. Sí, no ha sido planeada en absoluto, pero la cálida bienvenida no podría faltar. Ya la esperamos con ansias los dos. Un bebé es...
El interfono suena.
—Señor Jones, una señorita quiere hablar con usted. Me dio su nombre, Anastasia Strousman.
Al principio, me parece un poco extraño que Anastasia esté en la compañía y me preocupo de que algo malo haya sucedido. En todo caso, no es necesario pensar demasiado para permitirle que suba a mi despacho. Me alegrará verla. El trabajo puede esperar.
—De acuerdo, dile que suba a mi despacho, por favor.
—Ok, eso le diré, señor —me informa antes de terminar la comunicación.