*Narración por Darwin.
El rastreo de su celular indicaba que Yoskarly seguía en los Estados Unidos, al llamarla siempre me decía que estaba ocupada. ¿Ocupada haciendo qué o con quién? Al ser su marido debería indicarme todo lo que hace, enviarme foto e involucrarme en los trabajos que realiza. Hace tres años cuando nos conocimos le di el cargo de socia, para que me ayudara con las empresas, pero últimamente había percibido que hacía movimientos a mis espaldas, y tomaba decisiones sin autorización.
-No debo confiarme en ella. Si no me cuenta las cosas, las averiguaré por medio de otros –dije en mi oficina ante de marcar un número telefónico para hacer una llamada de larga distancia.
-Señor Castro. Necesito hacerle un seguimiento a una persona.
-Ok. Me indica la información completa.
-Es mi mujer, Yoskarly. Tengo días rastreando su ubicación. Actualmente se encuentra en Los Ángeles. Necesito pruebas para saber qué hace, a donde se dirige y con quien anda.
- De acuerdo, ¿necesita fotos, sonidos de voces?
-Sí, todo lo que se pueda, quiero hallar evidencias física para que no tenga maneras de mentirme.
-Perfecto, requiero su ubicación exacta de y fotos para que mis hombres puedan reconocerla.
-Estoy por enviársela -Le dije y terminé la llamada.
Me sentí seguro al comunicarme con uno de los expertos del espionaje. El único problema era que me iba a costar mucho dinero, pero más era lo que Yoskarly me pudiera estar robando. Aunque no poseía aún prueba de ello, por eso requería más investigaciones.
-Lo más seguro es que no vuelva a tener una vida feliz con ella. Sé que él amor entre nosotros es decadente, estamos juntos más que todo por el trabajo.
Tres golpes tocaron mi puerta –Adelante.
-Señor Darwin –Me dijo Paola mi asistente al asomarse.
-Dígame.
-Me llamaron del salón de belleza Uno, del centro comercial, informándome que la nueva asistente de tienda empezó el día de ayer, debe a ir a hacerle el contrato de trabajo.
-Sí, lo había olvidado, en un rato iré para allá- La chica que me hace olvidar los problemas, prefiero verla sonreír que enojada –dije en mis pensamientos saliendo de la oficina hacia otro de mis negocios.
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*Narración por Nathalia.
El segundo día del tercer trabajo de mi vida entré por la puerta principal del establecimiento. Era un poco estresante, salía a la escuela antes de las siete de la mañana para cumplir con el debido horario de clase, me iba a mi casa a almorzar, debía cambiarme y agarrar dos buses para entrar a mi trabajo de horario vespertino. Llegar a casa luego de ocultarse el sol era de poco agrado cuando no se anda en una fiesta. La noche se acaba en un abrir y cerrar de ojos y al día siguiente deberé repetir la misma rutina.
-Solo lo hago para recuperar a mi hija, todo por ella. Y luego del mes vendré aquí solo para comprar maquillaje –Dije, mientras trataba de recoger el ánimo del suelo para disponerme a trabajar.
Atendía a los clientes detrás de las vitrinas exhibidoras de mediano tamaño cuando casi me quedé paralizada; vi a un personaje pasar por frente de mí, siguió de largo y saludó a unas mujeres compañeras de trabajo, por suerte él no se dio cuenta de mi presencia, me agaché disimulando que revisaba las pinturas de uñas en la parte inferior. Al perder su rastro me levanté.
-Quizá él no se haya enterado de que entré a trabajar aquí. ¿O sí? –Ante mi interrogante sin respuesta volteé al escuchar que una mujer me llamaba.
-¡Nathalia!... Es tu nombre ¿cierto? –Me preguntó la que parecía encargada de los productos de belleza.
-Sí, así es –le respondí.
-Pasa por esa puerta a la oficina, el jefe te está esperando.
-Ah ok, solté lo que tenía en la mano y mientras me dirigía hacia el lugar caí en cuenta…-¿El jefe? ¡¿Darwin?!
Me entraron nervios, no quería que ese personaje me dirigiera ni un saludo, de igual modo salir corriendo no arreglaría nada. Yo estaba ahí solo para trabajar.
Caminé y empujé la puerta indicada.
-Nathalia, no me saludaste hoy en la escuela ¿cómo estás?
‘‘¿Y ahora por qué sonríe al verme y es tan cariñoso conmigo?’’-Me extrañé y aun así entré-. Hola señor Darwin ¿me llamaba? Me hablará sobre el pago ¿cierto? –Le dije para que no se extendiera tanto en vanas conversaciones.
-Así es, siéntate. ¿Te gusta el trabajo?
-No mucho, me queda lejos de la casa, sin embargo me voy adaptando.
-Entiendo, quise que no te fatigaras tanto y trabajaras en un ambiente agradable.
-¿Quisiste? ¿Es decir que tú fuiste el que decidió darme este empleo? –Interrogué frunciendo el ceño.
-Sí, ¿te asombra?
-¡Solo no entiendo el porqué! –Produje una expresión de enojo.
-Necesitabas trabajar, eso fue lo que me dijiste en la fiesta, aquel día no debí ofenderte para que te fueras. Esta es mi manera de recompensarte. –dijo a manera de disculparse.
-Porque sabes que la torta no te funcionó ¿verdad?
-La torta –sonrió al decir está palabra- ¿No te la comiste?
-Ni la probé, solo se la di a mis tíos –dije de manera seria, supuse que él se molestaría conmigo.
-No te perdiste de nada, el chocolate estaba muy empalagoso –dijo entre risas.
-¿Qué? -¿No te gusto la torta de tu hija? –Dije sonriendo. Al mismo tiempo sorprendida por la aparente burla que le estaba haciendo a su propio paste.
-La mandé a hacer con una experta decoradora, quedó muy bella, pero al parecer no supo calcular bien los ingredientes –Continuó riendo y su risa me la contagió.
-¡Ja,ja,ja,ja! Al menos sirvió para las fotos.
-Claro, sin embargo todos quedaron muy contentos.
-No logré conocer a la mamá. La señora que la tenía de brazos al inicio era su tía ¿verdad?
-Una comadre mía. La mamá está fuera de la ciudad.
-Ah ¿no vive con ustedes?
-Sí, pero me ayuda con la inversión de los productos y viaja frecuentemente trayendo mercancía nueva.
-Excelente, me sorprende que siendo un hombre joven tienes varias peluquerías a tu cargo.
-Fue una herencia de mi madre, si fuera a escoger una compañía de negocios fundaría una que más se adaptara a mis gustos.
-Ya me lo imagino. ¿Qué es lo que tenías que decirme? -Le pregunté, me sentía como si estuviese teniendo una conversación con un amigo, había olvidado que estaba tratando de distanciarme un poco de él y solo me acerqué a ese lugar para recibir alguna orientación laboral.
-Sobre tu pago, cierto. Aquí está tu contrato de trabajo –Me acercó una planilla colocándola sobre el escritorio. Pon tus datos personales y lo firmas, aquí abajo está el monto que ganarás mensual fraccionado entre semanas, tu horario será desde las dos de la tarde hasta las ocho de la noche, cuando no puedas venir avisa por favor. A la encargada, yo siempre ando supervisando todas las tiendas.
-Trataré de venir todos los días, gracias –Tomé la copia del documento y me levanté del asiento.
-Cualquier cosa que tengas dudas, preguntas.
-Ok –dije antes de salir de esa oficina…
…Con la cara de extrañeza. Habíamos acabado de mantener una conversación interesante, ¡hasta nos reímos juntos! Su personalidad se mostró totalmente diferente. Me preguntaba que lo había hecho cambiar.
-¿Me solicitó para este trabajo por lastima O porque estaba preocupado por mí?- Había mirado mis lágrimas en la fiesta, yo había llorado frente a él. Al parecer se compadeció. De igual manera no me confiaré de su personalidad bipolar. No me dejaré contagiar de su humor…-¡¡¡Por qué me tiene que mostrar esa sonrisa tan perfecta!!!
-¿Quién? ¿El jefe? Sí, verdad. Él es muy guapo y cuando sonríe te deslumbra con su simpatía –Dijo una compañera de trabajo al oírme exclamar en voz alta.
-Comparto lo que dices Georgina, además, escuché un rumor que al parecer tiene problemas con su mujer. Cuando se separe yo seré la próxima que se case con él.
-Camila, me gusta la expectativa que tienes, si yo estuviera soltera tampoco dudaría en conquistarlo –expresó con emoción otra muchacha mientras organizaba los perfumes.
Fruncí el ceño al escuchar a las mujeres hablar de Darwin, como si fuese un artista de televisión.
-Yo no opinaría igual que ellas, lo admiran solo su físico sin conocerlo. Peores que las sifrinas de mi escuela.
-Me da un combo de maquillaje por favor.
-Ok, ya te atiendo -le dije a una clienta que solicitaba un producto.
El trabajo era agradable, me gustaba estar rodeada de cosas nuevas y útiles para la belleza -‘‘Ojalá hubiesen descuentos para empleadas -Deseé en mis pensamientos’’.
Con ganas de maldecir a la encargada que se limaba las uñas parada a mi lado cuando me puso a surtir la mercancía. Veía a mis compañeras retirarse mientras yo en cuclillas colocaba una a una las bisuterías de manera ordenada.
-Terminé -Observé mi reloj, eran las nueve de la noche- ¿Pagan horas extras?
-Solo es una hora adicional, no es gran cosa. Debes aprender a ser dedicada en el trabajo –respondió la encargada con engreimiento.
Esa expresión me hizo enojar. Tomé mi bolso.
-Ojalá aun trabajen los autobuses –dije gruñendo. Salí a la calle, si pedía un taxi para llegar rápido ocasionaría un retraso en mis ahorros. Empecé a caminar mientras veía constantemente hacia atrás esperando la suerte de que se apareciese un transporte público.
Por el contrario, un carro pequeño se estacionó muy cerca de mí.
-Nathalia, ¿ahora es que estás saliendo de la tienda? O te distrajiste haciendo compras?
-¡Qué! ¿Tengo pinta de andar paseando? Tu encargada me puso a trabajar hasta esta hora –dije de forma molesta al personaje que conducía el automóvil.