Capítulo 64
1451palabras
2023-04-29 00:02
“Deberías estar satisfecha con lo que has logrado Teresa, sin aspirar a subir aún más. De lo contrario, no sé de lo que puedan ser capaces Jenny y mi hermana para lastimarte. ¿En verdad quieres terminar llena de heridas?”, se apresuró a preguntar Aston a la espalda de Teresa. “Deja ya de buscar más venganza.”
Teresa siguió caminando porque sus palabras le parecieron de pronto no solo ridículas, sino también risibles, sobre después de todo el daño que él le había hecho.
Por casualidad, Teresa giró la cabeza y su vista se fijó, sin querer, en el bote de basura, no muy lejos de él, en donde los pedazos triturados de la invitación dirigida a ella permanecían aún sin procesar.

¿Venganza?
“Lo único que quiero es justicia, Aston. Deberías saber de lo que estoy hablando, ¿verdad? ¿Alguna vez me has dado justicia?"
La expresión de Aston se congeló, mientras seguía con su mirada los ojos de Teresa, pero ella había vuelto su vista de nuevo hacia el frente, dándole la espalda.
Aston se preguntó si Teresa sabría algo acerca de la Noche de Esplendor.
Después de dejar la oficina de Aston, mientras se encontraba saliendo de Spark, Teresa se encontró con Jenny, quien, sin poder reprimir su naturaleza extravagante, la detuvo con una expresión arrogante y condescendiente a la vez. “Pero miren a quién tenemos aquí, si es nada menos que Teresa, nuestra nueva modelo, quien ha gozado de tanta popularidad recientemente…”
“Sal de mi camino”, dijo Teresa, con voz inexpresiva.

“Recibí una invitación para asistir a la Noche de Esplendor. ¿Y tú? Nuestra nueva modelo…” Jenny apoyó su cabeza en el hombro de Teresa y con una mezcla de sarcasmo y desamparo en su voz dijo: “Así que la tendencia oriental te ha vuelto tan popular, ¿y eso qué? Todavía eres rechazada por la industria del modelaje, ¿o no? Creo que entiendes bien la importancia de la Noche de Esplendor para una modelo…”
Jenny sacó de su bolso una invitación, la cual agitó frente al rostro de Teresa, diciendo: “Yo tengo una… y tú no. Ah, claro, no solo no tienes una invitación, sino que tampoco tienes un agente decente. ¿Todavía hay alguien que negocie los contratos contigo?”
Teresa permaneció inmóvil, sin reacción alguna, dejando que Jenny dijera todo lo que quisiera. Solo cuando Jenny terminó de hablar, Teresa le dirigió una ligera sonrisa y susurrándole, de manera que solo Jenny pudiera escucharla, le dijo: “Dime algo, Jenny, ¿qué cama es más suave, la de Aston o la del juez…?”
El cuerpo de Jenny se tornó rígido de inmediato.

“En cuanto a si asistiré a la Noche de Esplendor, o si hay alguien que me ayude a negociar los contratos… no tienes que preocuparte por eso. Y será mejor que busques un perfume para cubrir el olor que emana de tu cuerpo… El olor del adulterio es bastante intenso, ¿sabes? ¿Cuánto tiempo crees que Aston pueda permanecer a ciegas?”
Después de decir esto, Teresa miró a Jenny a los ojos con un dejo de culpa. Le dirigió una ligera sonrisa y pasó empujándola con el hombro mientras seguía su camino hacia la salida, dejando a Jenny maldiciendo a sus espaldas.
La razón principal por la que las habilidades profesionales de Jenny hubieran sido siempre tan deficientes era porque se concentraba demasiado en ser vanidosa y calculadora. Además, se había acostumbrado a depender de Aston. De lo contrario, luego de cuatro o cinco años habría llegado a lo más alto dentro de la industria, en vez de ser nada más que una modelo mediocre.
Luego de dejar las oficinas de Spark, encontró a Brittny esperándola en el auto y con una sonrisa misteriosa en su rostro. Teresa pareció desconcertada al principio, pero al final no pudo evitar echarse a reír a carcajadas: “¿Y bien? ¿Cuáles son las buenas noticias?”
“Déjame que te lleve a un lado”, le respondió Brittny, poniendo en marcha el auto y dirigiéndose a la zona más concurrida de la ciudad, donde ambas entraron a una tienda de la más lujosa marca de moda.
“¿Por qué me has traído aquí?”, preguntó Teresa, mirando una vitrina vacía, pero también en derredor, temerosa de ser descubierta por sus fanáticos.
“Voy a comprarte un traje de batalla…”
Aquellas palabras fueron pronunciadas por una voz profunda y magnética que provenía no de Brittny, sino de Howie, quien llevaba ya algún tiempo esperándola en el área VIP. Iba ataviado con un traje azul oscuro que envolvía su cuerpo alto y fuerte que se movía con pasos llenos de nobleza y seguridad, tan seguro de sí mismo y con una sonrisa tan encantadora en sus labios que le daban el aspecto de un emperador en una pintura.
"Howie..."
“Puede que Spark no quiera que asistas a la Noche de Esplendor, pero yo quiero verte brillar”, dijo Howie, caminando hasta situarse detrás de ella, rodeando su cintura con sus brazos, admirando sus curvas perfectas, pues Teresa contaba con un par de piernas que hasta los propios dioses envidiarían.
Brittny abandonó discretamente la tienda, dejando a la pareja susurrándose mutuamente. Teresa sintió que el calor de su cuerpo se incrementaba y no pudo evitar gemir al preguntarle: “¿No estás demasiado ocupado en el trabajo?”
“No importa lo ocupado que yo esté, no puedo olvidarme de cuidar de ti…”, le susurró Howie al oído, mordisqueando luego, con suavidad, el lóbulo de su oreja y continuó: “¿Olvidé decirte que… seré el acompañante misterioso para la Noche de Esplendor?”
Teresa quedó atónita, aunque al cabo de un momento recuperó la compostura. Con tantos premios como había ganado el Grupo Comcast, la presencia de Howie era más que obligada.
“Esta será la primera vez en que, oficialmente, estaremos en el mismo escenario luego de casarnos. Creo que el último espectáculo en QT no cuenta, y por eso es que esta oportunidad es tan importante para mí ahora.”
“La razón por la que pedí que te trajeran a esta tienda para ordenar nuestros trajes es por su nivel de secreto; y porque recientemente lanzaron una línea de ropa para parejas única en el mundo.”
Después de escuchar la explicación de Howie, Teresa comprendió su intención. Quería que esa noche tanto sus atuendos como sus accesorios fueron completamente exclusivos, que solo les pertenecieran a ellos. Y aunque su matrimonio no podía hacers público…
Howie quería que ella comprendiera que, sin importar en dónde estuviera o en qué posición se encontrara ella, siempre sería su esposa…
La única mujer que podía estar a su lado.
Y aunque exteriormente sus vestidos no mostraran ninguna conexión aparente, mientras la marca en el interior de la ropa de ambos fuera la misma…
Teresa se sintió embargada por una sensación de calidez y seguridad al comprender que, juntos, ¡compartían tanto los honores como las desgracias! 
“Entonces, ¿ya has elegidos nuestros trajes?”, preguntó Teresa, con una oleada de calidez en su corazón, sorprendida por la atención que Howie prestaba a los detalles. No le cabía duda de que él debía haberlo preparado ya todo.
“Sígueme”, dijo Howie, tomándola de la mano para conducirla hasta un probador, detrás de cuya mampara Teresa pudo contemplar los vestidas expuestos en un maniquí, y sus ojos de inmediato se iluminaron de asombro.
“Pruébatelo.”
Teresa reprimió la sensación de ardor que le oprimía la garganta y entró apresuradamente en el probador. Sus manos temblaban mientras se desvestía. Llevaba muchos años siendo modelo y había usado toda clase de ropa, pero era la primera vez que es probarse aquel vestido, y nada más que aquel vestido, le hacía sentir deseos de llorar.
Era un vestido de cola de pez de color champán y hombros transparentes. El vestido le talló tan bien que su cuerpo lucía aún más esbelto y perfecto. En la falda, la decoración de pedrería había sido sustituida por el uso de perlas lisas y nobles. La apariencia de suave elegancia que otorgaba al cuerpo de Teresa, la hacía aparecer también como sacada de una pintura.
Teresa permaneció sorprendida, contemplando su imagen frente al gran espejo, mientas su corazón latía con fuerza una y otra vez…
Mientras tanto, Howie también se había cambiado de traje, y ahora caminaba en silencio hasta situarse detrás de ella.
Se había puesto un traje gris confeccionado a mano, con una corbata de estampado de leopardo y un pañuelo cuidadosamente doblado que sobresalía del bolsillo del pecho, con todo el digno aspecto de un caballero inglés y, en muchos sentidos, dotado de mayor dignidad y tranquilidad que un miembro de la nobleza.
Teresa contempló la imagen de ambos en el espejo y tomando con fuerza la mano de Howie le preguntó: “¿No somos demasiado parecidos a una pareja? ¿Qué pasa si descubren que en realidad lo somos?”