Capítulo 80
1437palabras
2022-08-16 00:00
Después de girar las instrucciones pertinentes, Butler Lee siguió detrás de Laurel, ambos iban escaleras arriba.
Cuando él vio a Gregary acostado en el sofá con la cara pálida, entró en pánico. 
No esperaba que las cosas fueran demasiado serias.

Pero enseguida, quizá en unos diez minutos, un helicóptero voló directamente hasta donde estaba el herido y se posó en la planta baja del edificio comunitario.
Gregary fue traslado de inmediato en el helicóptero.
Cuando Laurel miró el rostro pálido que tenía, sintió que por su corazón recorría una sensación de asfixia.
Este sentimiento brotó de repente y en forma inexplicable.
Al llegar al castillo, Gregary fue conducido a la sala médica que estaba instalada en su interior.
En el castillo habían médicos privados y salas de tratamiento que no tenía nada que envidiarle a ningún hospital. El equipo médico presente aquí se podría decir que era el mejor del mundo.

En efecto, cuando se trataba de atender este tipo de emergencias, todos sabían cuáles eran sus responsabilidades. Quizá por eso no se asustaron; por el contrario, estaban tranquilos. Obviamente, ya él había estado en peligro en otras ocasiones.
Pero de inmediato Gregary fue enviado al quirófano. Y Butler Lee con una actitud inexpresiva lo miró desde un lado, aunque sus ojos seguían pendiente de Laurel, quien estaba de pie en la puerta de la sala de operaciones. Aproximándose a ella le aseguró: "Señorita Laurel, es posible que el joven amo no salga tan rápido. Por lo que veo ya es tarde. ¡Debería ir a descansar!", dijo.
Laurel guardó silencio por un momento y luego respondió con una voz muy suave: "¡Está bien, lo haré!"
Ella se dirigió a la habitación de Julie y vio que Ansel estaba enseñándola a dibujar.

"¡Estúpida! ¡No es así como debes dibujarlo! ¡Esto es un hexágono, no una flor! Te lo he dicho varias veces. ¿Por qué no puedes recordarlo? ¡Pequeña tonta!", exclamaba sin cesar.
Ansel señaló la pintura de Julie debajo del lápiz y su carita parecía muy impaciente.
Apenas con esa edad ya él miraba a Julie con sus ojos largos y estrechos, y con una actitud imponente que, sin duda, la asustaba.
Sin embargo, Julie lo escuchaba, pero no soportó su maltrato y arrojó su lápiz a un lado. Seguidamente, lloriqueó y giró su pequeño cuerpo hacia otro lado. "¡Hmph! ¡No es asunto tuyo! ¡Solo quiero convertir esta pintura en una flor!", dijo con tristeza.
Ansel enmudeció, y aún así solo pudo persuadirla diciéndole: "Está bien, está bien, si dices que es una flor, entonces será una flor. Pero no te enojes. Resulta bastante bonito cuando dibujas una pequeña flor aquí".
Por su parte, Julie de inmediato dejó de estar enojada y sonrió. Sus ojos brillantes eran como dos pequeñas lunas crecientes, muy lindas.
"Así, es más... tú eres un niño y debes saber tolerar un poco. ¡No siempre puedes estar peleando!", dijo.
Al escucharla, Ansel suspiró con impotencia. Y al final, no tuvo más remedio que asentir con la cabeza y con actitud resignada. "¡Está bien, lo sé! ¡Ya sé que dibujas lentamente!", consideró.
"Ejem..." Los dos niños estaban tan concentrados en sus asuntos que no se dieron cuenta de que la puerta comenzó a abrirse. 
Entonces, Laurel se acercó y preguntó en voz baja: "Bebés, ¿qué hacen?"
"¡Tía!", exclamó Julie.
"¡Mami, estamos dibujando!", dijo el niño.
"Sí, Ansel me está enseñando a dibujar, pero él es muy malo. No es un buen maestro, no. ¡Es demasiado bravucón!", dijo Julie quejándose ante Laurel.
Fue así como el corazón de Laurel se derritió al ver a ambos niños juntos. Ella los abrazó con amor y le preguntó a Julie con una sonrisa: "Ansel era un bravucón, pero ¿todavía te gusta como amigo?"
Julie pensó antes de emitir una opinión, y todavía entre el lloriqueo, respondió con honestidad: "Aunque se porte así conmigo, ¡aún me sigue gustando!"
Qué niños tan inocentes, y ese comportamiento a Laurel le causaba gracia. 
Entonces le dijo a Ansel: "¿Escuchaste eso? Julie dijo que tú le gustas, así que no te portes mal con ella de ahora en adelante. ¡Oye, debes tratar a las chicas con cuidado!"
Las palabras de su madre hicieron que Ansel mirara a Julie.
Pero, ¿todavía quería seguir quejándose? ¿Cuántos años tenía esta niña?
Sin embargo, Julie estaba tan asustada por la mirada que le dirigió Ansel que corrió a esconderse detrás de Laurel.
Laurel al tratar de proteger a Julie, dijo impotente: "Oye, te estoy hablando, ¿por qué miras así a Julie? ¡No seas tan fuerte con ella! ¡Ya te lo dije! ¿Entiendes?"
Ansel hizo un gesto con sus cejas y respondió casualmente: "¡Entendí, muy bien!"
Al observar la cara poco convencida que mostraba su hijo, no tuvo otra reacción que sentir impotencia frente a su comportamiento. 
Él debería aprender a cómo relacionarse y razonar mejor con las chicas. 
¡Y esta niña también era una chica! ¡Ella también necesitaba que la trataran mejor y que se dirigieran a ella con persuasión!
Julie agarró a Laurel por la mano y la miró con ojos expectantes. "Tía, ¿puedes dormir conmigo esta noche?", preguntó.
"¡Claro que sí! ¡Por supuesto!", respondió complacida.
De solo mirar la carita tan inocente que tenía Julie, su corazón se emocionaba. Ella por lo pronto, esperaba que Gregary estuviera bien. De lo contrario, ¿cómo una niña tan pequeña podría soportar el dolor de separarse de su padre?
La cama de Julie era grande. por eso Laurel miró a Ansel y le preguntó: "¿Y tú? ¿Dónde quieres dormir esta noche?"
"¿Yo?", replicó Ansel mirando la cama rosa de Julie y las cortinas que colgaban en torno a ella. Pero de repente su expresión se endureció con evidente disgusto y dijo: "¡Será mejor que busque una habitación para invitados!"
Después de todo, él solo tenía cinco años y se encontraba en un entorno desconocido, por lo que Laurel ahora estaba un poco preocupada. "¿Crees que estarás bien? ¿No tendrás miedo?"
"¿Quieres decir atemorizado?", dijo Ansel confundido mirando a Laurel, y con un tono interrogativo expresó: "Mami, ¿cuándo yo he tenido miedo?".
"Bueno... Ansel, es que solo eres un niño de cinco años. ¿No puedes comportarte como lo que eres?", preguntó.
Laurel no quiso decir más nada. Desde que tenía menos edad él ya era muy audaz, como si la sensación de miedo no tuviera cabida en él. 
Julie, por el contrario, era más linda. Tenía un proceder tan suave, que sostenida del brazo de Laurel actuaba con cierta coquetería.
Julie se acercó a Ansel, tomó su mano y le dijo con voz áspera: "Puedes dormir aquí con nosotras. ¡Mi cama es muy grande! ¡Yo solo necesito de un rincón pequeño!".
"¡No quiero!" Negó de inmediato, levantándose de la cama, poniéndose los zapatos y saliendo sin mirar atrás.
“...”
Laurel y Julie se quedaron mirando aquella figura altiva, luego se vieron las caras y echaron a reír.
"¡Tía, Ansel es tan orgulloso!", dijo la niña.
"Así es. ¡Cuando crezca, a nadie le gustará su antipatía!", observó la madre.
"¡No, no, mentira, Ansel será muy guapo cuando crezca! Yo quiero tener un hermano mayor. ¡Sería bueno si Ansel fuera mi hermano!"
La expresión en el rostro de Laurel cambió radicalmente. 
Ella también quería que Julie y Ansel fueran hermanos. Pero para ser exactos, Julie sería mayor que Ansel, ya que nació media hora antes que él.
Ahora, acostada en la cama con la niña en sus brazos, Laurel palmeó suavemente la espalda de Julie, mientras preguntaba en voz baja: "Ansel tiene un mal genio. ¿Todavía quieres seguir jugando con él?".
"¡Por supuesto que sí! Él se porta mal, ¡pero es muy inteligente! Puede dibujar muchas cosas, las que vuelan en el cielo, las que nadan en el mar, las que conducen por el suelo...", dijo.
Julie movió con mucho entusiasmo sus pequeñas manos y no escatimó ningún esfuerzo para hablar bien de Ansel.
Laurel no contuvo la risa. "¿Es tan bueno así como dices?", preguntó.
"¡Sí, Ansel es muy bueno!", confirmó la niña.
"Está bien, ya se está haciendo tarde. ¡Vamos! ¡Cerremos los ojos! Mañana podrás seguir jugando con él, ¿estamos de acuerdo?", dijo.
"¡Sí! ¡Buenas noches, tía!", entonces obedeciendo la indicación, Julie cerró sus ojos.
Probablemente, por estar cansada de tanto jugar, la niña comenzó a roncar casi de inmediato. 
Sus ojos cerrados hacían lucir largas pestañas, gruesas y densas, que parecían un pequeño abanico que proyectaba la forma de una hermosa silueta.
Laurel la miró y era tan suave y linda, que cada vez se encariñaba más con ella. Entonces, no pudo evitar inclinar su cabeza y besar a Julie en la frente. "¡Buenas noches cariño!", dijo con voz silenciosa.