No podía tratar a un niño así.
Laurel no podía soportar ver que Julie estuviera ofendida. Una ira indescriptible se hizo dueña de su corazón.
En ese momento, no tenía miedo de Gregary. Aun más, lo miró fijamente y lo reprendió sin pensarlo dos veces: "¿Cómo puedes tratarla así? ¿Cómo puedes ser tan duro con una niña? ¿Qué te pasa? Aunque estés enojado, ¡ella es demasiado pequeña como para entenderlo, así que, por favor, háblale como Dios manda!"
Gregary se quedó atónito. No esperaba que Laurel protegiera de esa forma a Julie.
"¿Y tú qué sabes? ¡Un niño no debe ser tan quisquilloso con la comida!"
"Por supuesto, que sé que los niños no deben ser tan quisquillosos, pero puedes razonar con ella, o al menos escuchar con paciencia lo que te tiene que decir. No le preguntas nada, solo le gritas. ¿No ves que no para de llorar?"
Al mirar el rostro de Julie lleno de lágrimas, se sintió angustiada.
Los espectadores a su alrededor, los sirvientes y las niñeras miraron a Laurel con aprobación y asintieron en silencio.
Admiraron su coraje, atreviéndose a hablarle al joven amo en ese tono.
Gregary miró a Laurel con rabia.
Esta maldita mujer... ¿Cómo se atrevió a regañarlo frente a los sirvientes? ¡Lo hizo sentir tan avergonzado!
Además, no era tan fácil cuidar de un niño.
"¡Hmm!" Gregary resopló con frialdad. "Ya que sabes convencer a los niños, ¿qué tal si le pides que se coma los huevos y se beba la leche?"
Estaba seguro de que no conseguiría que Julie hiciera eso.
A Julie la había criado él. Como padre, si él no podía hacer que su hija lo escuchara, estaba claro que los demás tampoco lo conseguirían.
Laurel sabía que Gregary la estaba provocando intencionadamente, así que puso los ojos en blanco con enojo. Cuando volvió a mirar a Julie, inmediatamente, sonrió con amabilidad. "Julie, bonita, no llores. Si vuelves a llorar, ya no te verás hermosa".
La expresión de Laurel cambió tan rápido que Gregary estaba pasmado y enojado al mismo tiempo.
¿Por qué lo trató peor que a un niño pequeño?
Hmm, quería ver qué tipo de habilidades tenía ella. ¡Con suerte, no sería solo fachada!
Laurel le secó a Julie suavemente las lágrimas de las comisuras de los ojos para luego preguntarle en voz baja: "Julie, ¿puedes decirme qué quieres para comer?".
Julie dejó de llorar un poco, pero todavía gimoteaba y seguía haciendo pucheros. Parecía que alguien le había hecho daño.
"Quiero comer lo que haces..."
Al escuchar esto, la joven quedó atónita, pero halagada al mismo tiempo.
"Oh, eso es fácil. ¡Mientras quieras comer, te lo cocinaré!"
"¿En serio?" Julie dejó de llorar por un segundo y la miró con sus grandes ojos húmedos. Algunas de sus lágrimas aún colgaban de sus largas pestañas.
"¡Por supuesto!" Laurel la miró con una sonrisa y no pudo evitar besarla en la mejilla. "¿Podrías decirle a la tía lo que quieres comer?"
Los ojos de Julie se iluminaron y estaba a punto de decir algo.
Sin embargo, al pensar en la advertencia de su padre de no acercarse demasiado a la tía Laurel, volvió a dudar.
Se volvió para mirar a Gregary. En cuando vio que el estado de ánimo de su padre no era bueno, bajó la cabeza y la sacudió con frustración.
"¡Está bien, olvídalo!"
Laurel vio los movimientos de la niña e inconscientemente frunció el ceño, mirando a Gregary con insatisfacción.
"Gregary, ¿eres tú el que no permite que Julie se acerque a mí? ¿Es que no confías en mí? Incluso si cocinara para ella, no sería capaz de hacerle nada frente a tanta gente, ¿no lo has pensado? Julie es tan adorable y la quiero de verdad. ¡No tengo malas intenciones con ella!"
"¡Lo prometo, no tengo malas intenciones!"
Laurel casi levantó el dedo para maldecir.
Por supuesto, solo ella sabía si tenía otras intenciones.
Mientras pudiera encontrar a su hija perdida hace mucho tiempo y saber que estaba bien, no le importaría ni que la alcanzara un rayo.
Gregary entrecerró los ojos. El rostro serio de la mujer no parecía estar fingiendo.
En cuanto a Julie, seguía en los brazos de Laurel. Aún tenía las lágrimas en los ojos y le brillaban.
Tanto la mujer como la niña lo miraron con la misma mirada expectante.
No pudo evitar pensar en la escena que vio en el video aquel día.
Laurel estaba ocupada arreglando su delantal, mientras que Julie estaba a su lado, mirándola. Las dos se sonrieron la una a la otra, con sonrisas más brillantes que el sol.
La escena se veía tan bonita que las personas que no las conocieran pensarían que eran una madre y una hija que se querían.
El corazón de Gregary se ablandó al pensarlo.
"De ahora en adelante, eres responsable de cuidar la dieta de Julie, pero si sigue siendo quisquillosa, ¡no dejaré que te acerques a ella!"
Después de advertirle a Laurel, sus ojos se posaron en Julie nuevamente. "¡Y no se te permite apegarte a ella de ahora en adelante!"
No le gustaba que las mujeres tuvieran nada que ver con su hija, o que tuvieran una relación demasiado estrecha con Julie. Si fuera así, las cosas se volverían complicadas y problemáticas.
Él sabía que se casaría tarde o temprano. No obstante, su futura esposa no tendría por qué soportar a sus hijos, pero podrían ser de ella si llevaran su nombre. No quería tener hijos ilegítimos.
"¡Sí!" La mujer y la niña asintieron de buena gana. Sus voces eran alegres y respondieron al unísono: "¡Nos parece bien!"
Gregary negó con la cabeza.
Cuando se reían, se formaban dos pequeños hoyuelos en sus mejillas.
Sus sonrisas eran tan dulces como el algodón de azúcar.
Sobre todo, esos ojos brillantes, que eran tan claros como el agua de otoño y se veían muy similares. Realmente parecían madre e hija.
Esta idea golpeó el corazón de Gregary y le hizo sentir un nudo en la garganta que le frunció el ceño.
¿Cómo podía tener una idea así? Julie era la hija de Diana Ross, y la mujer de esa noche fue Diana. Y eso no tenía nada que ver con Laurel.
"¡Date prisa y cocina para Julie!", dijo su padre con frialdad mientras fruncía el ceño.
"¡Sí!" Mientras pudiera acercarse a Julie, no le importaba en absoluto su actitud.
Durante esos días, la razón principal por la que estaba dispuesta a quedarse en el castillo y no discutía con Gregary era para acercarse a Julie.
"Julie, bébete la leche primero. Tienes que ir a la escuela hoy y no puedes llegar tarde. No podré hacer bollos al vapor a tiempo, así que haré fideos, ¿te parece bien?"
Julie estuvo de acuerdo sin dudarlo. "¡De acuerdo!"
La joven le dio unas palmaditas en la cabeza con cariño y dijo con una sonrisa amable: "¡Julie, eres una chica tan buena!".
Mirando esta escena con frialdad, Gregary sintió que era como si algo blando lo hubiera golpeado en el corazón.
Tenía que admitir que Laurel era muy buena para engatusar a los niños.
Ella debía de ser una buena madre. Debe de haber criado bien a su hijo.
Se sintió incómodo cuando pensó en su hijo y en el hecho de que ella había dado a luz al hijo de otro hombre.
El bueno humor con el que se había levantado se vio reemplazado por este pensamiento repentino que, de hecho, se le hizo un infierno.
Mientras decidiera no pensar en ello, el problema no existiría.
Pero ahora que lo pensaba, su corazón parecía estar obstruido por algo. Era tan repugnante como encontrarte a un gusano al comer una manzana.
La sensación de no poder hacer nada al respecto era realmente una tortura.
Da igual que fuera un presidente todopoderoso y rico, no podía hacer que esa mocosa se volviera a meter en el útero de Laurel.
Sn duda alguna, si Laurel supiera que Gregary tuvo un pensamiento tan terrible de querer volver a poner a su hija en su vientre, no dudaría en despedazarlo con un cuchillo.