Capítulo 66
1321palabras
2022-08-02 00:00
Julie se bebió toda su leche, estaba tan impaciente que se paró y caminó hacia la cocina.
El mayordomo y la niñera la siguieron. Estaban preocupados de que se cayera, pero no se atrevieron a detenerla. Gritaron nerviosamente: "¡Julie, por favor, baja la velocidad! ¡La cocina es peligrosa, no puedes entrar!".
Julie los ignoró por completo y en un segundo llegó a la cocina. Jaló el vestido de Laurel para llamar su atención y la miró con sus ojos brillantes.

"¡Quiero ver lo que estás haciendo!", le dijo.
"¡Por supuesto!". Laurel sonrió y se agachó para darle un beso en su mejilla regordeta. "Julie, no te vayas a quemar. Sé una buena chica y siéntate aquí mientras termino de hacer tus bollos. Los pondremos en una olla y los coceremos al vapor. ¡Cuando estén listos, podrás comértelos!".
Al escuchar a Laurel, Julie tenía mucho antojo y empezó a babear.
"¡De acuerdo!". Estiró sus dedos y gesticuló lindamente. "¡Quiero comérmelos todos!".
Cuando vio la mirada feliz de la niña, Laurel se sintió muy contenta también. "¡Conste! ¡No quiero que andes diciendo que mi comida es mala! ¡Deberás comértelos todos!".
"¡Seguro que me los comeré todos! ¡Apúrate! ¡Tengo hambre!".

Mirando la interacción entre las dos, todas las personas que estaban en la cocina se quedaron petrificados.
No parecía la misma niña quisquillosa y antipática de siempre.
¿Por qué estaba tan obediente? Se comportaba como una ovejita frente a Laurel.
La niña veía con gran interés los bollos que traía Laurel en su mano. No les quitaba los ojos de encima.

"¡Julie, la comida está lista!". Laurel sacó los bollos al vapor y los puso uno por uno en un hermoso plato.
La niña emocionada dijo: "¡Guau, qué rico! ¡Se ven deliciosos!".
Julie empezó a babear de nuevo y extendió la mano para tomar uno de ellos.
Pero Laurel la detuvo y le preguntó: "¿Ya te lavaste las manos? ¡Tienes que lavártelas siempre antes de comer!".
"¡De acuerdo!". La niña entendió perfectamente, así que extendió las manitas y dijo: "¿Me ayudas a lavármelas?".
Laurel le lavó las manos con mucho gusto, le dio una toalla e inmediatamente después se comieron los bollos al vapor.
Le gustaron mucho a Julie, se comió uno tras otro. Estaban riquísimos.
Inesperadamente, ya se había comido cinco y todavía quería más, pero Laurel la detuvo.
"¿Te gustaron?". Le preguntó con una sonrisa.
De hecho, Laurel también tenía mucha hambre. Ella igualmente quería comerse uno más y, dudando, extendió la mano para tomarlo varias veces.
pero, se contuvo pensando que los sirvientes la detendrían.
Le daba vergüenza hacer el ridículo frente a Julie.
La niña asintió muy satisfecha. "¡Están deliciosos! ¡Me recuerdan a mi mami!".
Laurel se quedó congelada al escuchar esa palabra. Mami...
Era como si hubiera sido apuñalada por algo y una tristeza invadió su corazón.
Este sentimiento fue tan repentino que la tomó por sorpresa. 
Se preguntó en silencio: "¿Quién será la madre de Julie?".
Laurel frunció los labios y preguntó en voz baja: "Julie, ¿dónde está tu mamá?".
Sin embargo, antes de que pudiera terminar de preguntar, vio que Julie volvía a poner su manita en el plato para agarrar otro bollo.
Rápidamente la detuvo y le dijo: "No comas tanto, de lo contrario te dolerá la panza. Te llevaré al jardín a dar un paseo para que hagas la digestión".
Laurel ya no quizo volver a preguntar por la mamá de la niña.
Después de estar durante unos días en el castillo, no vio que ninguna mujer viniera a visitar a Julie. Supuso que la niña no tenía mamá desde chiquita. Si ella le hacía esta pregunta, ¿no sería un golpe para su corazón?
Con esto en mente, se dio cuenta que había sido demasiado imprudente.
Como era fin de semana, Julie no tenía que ir a la escuela. Laurel la llevó a caminar por el jardín y luego se fueron a la casa para jugar con unos bloques de construcción.
Julie estaba tan contenta que se le olvidó preguntar por su padre. Pasó una maravillosa mañana con Laurel.
Por supuesto, algunas personas podrían pensar que la chica tenía algún interés oculto y que por eso era tan amable con la niña.
Mientras tanto, al otro lado del océano...
Gregary se sentó frente a la computadora, mirando con mucha atención el monitor.
En la imagen, pudo ver que Laurel traía puesto un delantal de dibujos animados. Julie estaba super contenta jugando a un lado de ella.
Aunque la mujer tenía las manos ocupadas, de vez en cuando se daba la vuelta e interactuaba con Julie.
Cuando sonreía, sus hermosas cejas se levantaban. Se veía radiante.
De repente vio que Laurel se inclinó y besó a Julie en la frente. La mujer se iluminó con la luz del amor maternal. 
Gregary se llevó las manos al pecho.
Sintió algo extraño, su corazón se aceleró sin control.
No esperaba que su sonrisa fuera tan hermosa y gentil.
Desafortunadamente, cuando estaban juntos, ella siempre estaba con mala cara y le mostraba sus peores facetas.
"¡Humm!", Gregary dijo entre dientes. '¡Será mejor que no piense que la voy a perdonar porque se echó a Julie a la bolsa!', pensó.
Inmediatamente, sacó su teléfono y marcó un número de memoria.
Mientras Laurel jugaba con los bloques de construcción, recibió la llamada de Gregary.
Sintió una punzada de felicidad. ¿Finalmente la dejaría ir?
Tan pronto como Laurel contestó, escuchó la voz profunda de Gregary. Muy enojado le dijo: "¿Quién te dio permiso para acercarte a mi hija? ¿No aprendiste lo suficiente con la última lección?".
Los ojos de Laurel se abrieron con sorpresa y se atragantó.
Una insoportable furia la invadió, llorando le contestó: "Gregary Stewart, ¿podrías diferenciar lo que está bien y lo que está mal? Julie no quería comer, así que le preparé algo y la llevé a jugar. ¿Por qué me regañas?".
El reproche la hizo sentir muy incómoda.
Gregary guardó silencio. ¡No esperaba que ella comenzara a llorar!
Él no entendía nada, ¿por qué estaba llorando?
Se agitó. "¡Les advertí a todos que no debías acercarte a ella! Vayan arriba. ¡Es hora de que Julie tome sus clases de piano!".
Los ojos de Laurel se pusieron rojos de ira mientras que él daba órdenes en un tono arrogante. Le contestó furiosa: "Ella es tu hija, no la mía. ¿Por qué debería preocuparme por ella? ¡Soy una est*pida, debería haber dejado que se muriera de hambre! ¿ya estás satisfecho?".
Estaba tan enojada que aventó el teléfono.
Era la primera vez que ella le colgaba.
Julie miró los ojos rojos de Laurel y se quedó con el bloque en la mano. Le preguntó: "¿Era mi papá?".
Fue entonces cuando Laurel notó que Julie estaba de pie a su lado. Había dicho esas palabras hirientes por impulso y Julie había escuchado todo, definitivamente se pondría muy triste.
"Julie, lo siento mucho, no quería decir eso...".
"No te preocupes, está bien. ¡Papá tiene muy mal carácter, por favor discúlpalo! ¡Te quiero mucho!". Julie tranquilizó a Laurel mientras hacía un puchero con su pequeña boca. Obviamente, se sintió mal pero de todos modos consoló a Laurel.
Al escuchar a la niña, la mujer se sintió aún más culpable.
Era difícil creer que un hombre tan nefasto hubiera dado a luz a una hija tan encantadora. ¡Julie era muy linda, Laurel debería ser la madre y no Gregary!
La abrazó y justo cuando iba a besarla en la mejilla, el mayordomo se acercó y extendió la mano.
"¡Señorita Laurel, la niña debe tomar su clase de piano ahora!".
Laurel no quería separarse de Julie.
Había pasado un tiempo tan corto con ella y ella era la única persona que la hacía feliz en el castillo.
Sin embargo, esa era la orden de su padre. No importaba lo que ellas quisieran, tenía que entregársela al butler.
"¡Julie, por favor pórtate bien! Ve a tu lección de piano. ¡Yo estoy muy cansada, subiré a descansar!".