Capítulo 61
1303palabras
2022-07-30 00:01
No tuvieron más remedio que darle a Gregary todas las cosas.
Atwood se acordaba todavía que cuando estaban en el jardín de niños, Gregary una vez se encaprichó con uno de sus juguetes y, como le gustó mucho, terminaron peleando.
Cuando llegó a su casa, su padre en lugar de consolarlo, lo regañó y le dio unas nalgadas. Al final, lo obligó a ir a disculparse con la familia Stewart.

Desde entonces, no se atrevía a pensar siquiera en desear algo a Gregary.
Los ojos de Atwood se posaron en la grotesca postura de la mujer que estaba sentada frente a él y frunció el ceño ligeramente.
No tenía ni un ápice de elegancia, se veía tan vulgar... ¡Ella definitivamente no era su tipo!
Seguramente había perdido el juicio y gracias a eso tuvo esta idea tan absurda.
Martha no se imaginaba lo que Atwood estaba pensando, ella lo miró con sus vibrantes ojos.
"¡Tuve que decirlo por el bien de Laurel! No sabes qué tonta es esa mujer. Si yo no se lo recuerdo a Gregary, ella nunca lo mencionará y seguirá tomando pastillas todo el tiempo!".

Atwood se atragantó. Cuando vio la brillante sonrisa de Martha, no pudo quitarle los ojos de encima.
Volteó y dijo enojado: "¿Crees que es tan importante Gregary? Vamos, ¿por quién lo tomas? ¿Por qué supones que te va a hacer caso?".
La sonrisa de la chica se congeló y volvió a sentirse ansiosa. "¿Entonces, qué debemos hacer? ¿No que eras un buen amigo de él? ¡Por favor, pídele que ayude a mi amiga!".
"¡Hummm! Es que en realidad a mí no me importan los asuntos de 'otras' mujeres".

Martha sintió que su corazón se encogía.
¿Acaso él quería decir que ella no era una de las 'otras' mujeres?
De pronto, una voz femenina vino desde un rincón: "Señor Perry, lo he estado esperando por mucho tiempo. ¿Por qué viene hasta ahora?".
La voz era de una chica sumamente hermosa.
Se hizo un extraño silencio. Esta mujer era la nueva colega en el bar. Martha sintió un escalofrío y se dio cuenta que su idea era ridícula.
Con una sonrisa decente pero distante en su rostro, dijo: "Entonces ya no interrumpiré su cita. ¡Voy a hacer mi trabajo!". La chica se alejó con sus tacones altos caminando derechita.
Atwood vio cómo la chica se iba alejando y frunció el ceño con tristeza.
¡Est*pida! ¿Cómo se atrevía a darle la espalda? ¿Cómo diablos se ofendió?
Loli dijo descontenta: "Atwood, ¿quién era esa mujer? Bueno, no importa... Ya no pensemos en ella y disfrutemos. Déjame decirte que últimamente he aprendido muchos trucos nuevos. ¡Jaja!".
"¿En serio? ¡Eso suena muy interesante! ¡Tendremos que ponerlos en práctica todos!".
Se levantaron y se marcharon, pero continuaron con su conversación tan explícita.
Martha salió de la esquina y les mostró su dedo medio a sus espaldas. Entre dientes dijo: "¡Qué asco! ¡C*brón!".
...
Laurel había sido 'vendida' por su amiga sin saberlo, ella no sabía nada de esto.
Ese día, había pasado mucho tiempo en el hospital con su hijo.
Aunque Ansel era de un tipo de sangre especial, rara vez tenía que preocuparse por él, generalmente el niño gozaba de buena salud. De hecho, ya había dejado de sangrar y la herida se estaba mejorando rápidamente.
Laurel se sintió muy aliviada. Sin embargo, le pareció extraño que Nelson no viniera en todo el día.  
¿Significaba que la identidad de su hijo no era sospechosa por el momento? ¿Lograron escapar airosos de la crisis?
Miró al niño y le dijo con cariño: "¡Hijo, eres increíble!".
Él estaba sentado en la orilla de la cama. Tenía sus lápices de colores y había dibujado un tanque militar camuflado. Ansel levantó la cabeza y miró a su mamá, y se dio cuenta que ella lo miraba con atención.
Con cara de disgusto, el pequeño le preguntó: "Mami, ¿por qué usas esas bufandas tan feas? ¡Tienes muy mal gusto!".
Laurel abrió la boca, estaba ligeramente ofendida. Volteó a ver su bufanda que tenía un patrón rojo brillante. "¿Qué tiene de malo? ¡Mira, las flores son muy bonitas!".
El pequeño suspiró impotente. A veces su comportamiento era como el de un señor muy serio.
"Deberías comprar ropa más bonita. ¡Necesitas encontrar un novio que se quiera casar contigo lo antes posible!".
Laurel se quedó sin habla, sin embargo le parecía muy divertido lo que le decía su hijo.
"¿No te da miedo que tu mamá se escape con un extraño y te abandone?".
Cuando escuchó esa pregunta, el niño puso cara de preocupación. "¡Humm! ¡Mami no me dejará jamás! ¡Incluso si tienes novio, sé que te quedarás conmigo!".
Laurel rápidamente lo consoló: "¡Ansel, tienes razón! ¡Mami siempre estará aquí! ¡No necesito casarme con nadie!". Abrazándolo, le aseguró: "Pasaré el resto de mi vida contigo".
Los enormes ojos de Ansel parecían un par de estrellas. Al poco rato se distrajo haciendo otro dibujo. De pronto, le dijo intranquilo: "Es que no quiero que mami trabaje tanto. Si tuvieras un novio que te ayudara, ¡tendrías más tiempo libre!".
Laurel sintió mucha ternura y una lágrima brotó de sus ojos. Abrazó a Ansel con fuerza y lo besó en la frente.
"¡Ansel, eres tan sensato! Pues en realidad no creo que sea tan difícil, pero mientras estés feliz y saludable, ¡mami estará contenta!".
"¡Mami, te quiero!". Después de decir esas dulces palabras, Ansel besó el rostro de Laurel con sus suaves labios.
El niño miró las ojeras alrededor de sus ojos y se angustió: 'Mami está tan cansada. Debo crecer lo antes posible para ayudarle', pensó.
Laurel estaba conmovida. Lo besó dos veces seguidas. "¡Bebé! ¡Mami también te quiere mucho!".
Repentinamente sonó su celular.
Era un número que no reconocía, los últimos seis dígitos eran iguales, lo que la hizo levantar las cejas.
Por la mañana, se había fijado bien en el teléfono del guardaespaldas. Ese tipo de números especiales obviamente eran de Gregary.
Ansel la miró inocentemente y le preguntó: "Mami, ¿por qué no contestas?".
"¡Ya voy, ya voy!".
Laurel tomó el teléfono y se lo acercó al oído, tratando de actuar lo más natural posible. "¿Hola?".
Al otro lado, al hombre le sorprendió que ella contestara tan tranquila, como si nada hubiera pasado. 
Pero de inmediato, una serie de reclamos explotaron en su oído: "¿Dónde estás? ¿A dónde te fuiste? ¡Regresa de inmediato!". 
La expresión de Laurel cambió ligeramente. Le preocupaba que Ansel lo escuchara. Disimulando, le sonrió al niño como si todo estuviera bien.
Laurel se acercó a la ventana y respiró hondo para calmarse. Luego respondió con una sonrisa: "¡Jefe,  estoy en el hospital! ¡Volveré al trabajo más tarde!".
Las atractivas cejas de Gregary se fruncieron por la confusión. "¿Trabajo? Laurel, ¿estás loca? ¿De qué trabajo estás hablando?".
La mujer casi se quedó sorda por los gritos de Gregary.
¡Diablos! ¡Su voz era demasiado fuerte!
Volteó discretamente para ver si Ansel estaba poniendo atención y, efectivamente, el pequeño parpadeaba mirándola con curiosidad.
Ella se rió secamente tratando de apaciguarlo: "Jefe, no se enoje. ¡Vuelvo muy pronto al trabajo!".
Cada vez que decía la palabra 'trabajo', rechinaba los dientes.
Al escuchar esto, Gregary se calmó un poco, pero resopló con frialdad y dijo: "¡Humm! ¡Te quiero aquí en diez minutos!".
"No, jefe, espere...".
"Bip, bip, bip...". Gregary le colgó, Laurel se quedó sin habla.
'¡Este tipo! ¿Supone que voy a volar hasta allá en diez minutos? ¡Qué mal genio! ¡Por eso no tiene novia! ¡Seguirá soltero toda su vida!', pensó.
Se puso furiosa, estaba maldiciéndolo en silencio.
Guardó su teléfono, miró a su hijo y con una sonrisa le dijo: "Ansel, mi jefe me quiere de vuelta en el trabajo. ¡Mami se va a tener que ir un rato!".
"¡Mami!". el niño contestó mirándola con angustia: "Ayer te fuiste toda la noche. ¿Vas a trabajar otra vez?".